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Refugiados y solicitantes de asilo en Austria ayudan a alimentar a las personas pobres

Historias

Refugiados y solicitantes de asilo en Austria ayudan a alimentar a las personas pobres

Conoce a los voluntarios en el banco de alimentos que ayudan a luchar contra el desperdicio de comida, y distribuir comida a los pobres.
24 enero 2018
Ali y Rozh de Irak trabajan como voluntarios en el banco de alimentos en Viena.

En una fría mañana en el estado industrial de Viena, Ali y Rozh están revisando las cajas de vegetales donados. Ninguno de los dos solicitantes de asilo provenientes de Irak es indigentes o está hambriento. Ellos son voluntarios en el banco de alimentos que lucha contra el desperdicio y distribuye comida a los pobres.


"Estamos felices de darle un buen uso a nuestro tiempo", dice Ali Majid Abdul Razzaq Al Khalid, de 32 años, un veterinario calificado proveniente de Diyala, al este de Irak. "Hay refugiados pobres, pero también hay austriacos pobres que viven en las calles. Eso nos sorprendió cuando llegamos, ver a personas pobres en Europa, un continente que supuestamente es rico".

Mientras Ali y su amigo Rozh Ali, de 39 años, y un antiguo manager de marketin de Bagdad, esperan por el procesamiento de sus solicitudes de asilo, trabajan como voluntarios en Wiener Tafel (la Mesa de Viena), el banco de alimentos más antiguo en Viena. Aquí, un pequeño grupo de personal y 400 voluntarios recogen alimentos que de otra manera se botarían; y los entregan a casi 20.000 personas en albergues y hogares administrados por 120 caridades diferentes.

"Estamos felices de darle un buen uso a nuestro tiempo."

"Es una situación donde todos ganan", dice Karl-Anton Goertz, que recolecta dinero y alimentos para Wiener Tafel. "La naturaleza gana, la industria alimentaria ahorra en dispositivos de deshecho y las personas pobres se benefician".

Para los voluntarios refugiados, Karl-Anton dice que es una situación de "dar y recibir", ya que mejoran su alemán, ayudan y participan en talleres de cocina junto a los austriacos.

Por razones de higiene, Wiener Tafel no recibe alimentos cocinados de restaurantes, sino solo alimentos envasados o frescos de supermercados y mercados. Hoy en día, algunas enormes calabazas han llegado desde el Großgrünmarkt (mercado de verduras al por mayor), por lo que los voluntarios las cortan y cubren los trozos con plástico transparente.

"Nadie se muere de hambre en Austria", dice Karl-Anton. "Pero la pobreza significa no poder participar plenamente de la vida: elegir lo que te gustaría comer. Estamos tratando no solo de promover una mejor nutrición sino también de ofrecer más opciones a las personas pobres".

Las organizaciones benéficas, que se ocupan de las personas sin hogar, las madres solteras y los drogadictos, así como algunos solicitantes de asilo, siempre quieren un montón de patatas, pero también están agradecidos por los lujos como el chocolate. Los dulces de Papá Noel todavía están dentro de sus fechas de caducidad.

A medida que avanza el día en el almacén de Wiener Tafel, Ali ordena los tomates cherry mientras Rozh lleva cajas a un camión estacionado afuera. Los amigos llegaron por separado a Austria en 2015 y se conocieron en Viena. Ali tiene una esposa y una hija de cuatro meses, mientras que el divorciado Rozh está aquí solo. De vuelta en Irak, ambos hombres sufrieron por violencia sectaria.

"Vengo a trabajar aquí todos los días", dice Rozh. "Wiener Tafel es como una familia para mí".

"Wiener Tafel es como una familia para mí."

Wiener Tafel es un salvavidas para organizaciones como Ute Bock House, un albergue privado para solicitantes de asilo en Viena. "Esperamos dulces para los niños, pero tomaremos cualquier cosa que podamos obtener", dice Natia Karkadze, encargada del albergue. En el almacén, ella carga una camioneta blanca, con la ayuda de Maximilian Scheiblhofer, de 19 años, quien en lugar de hacer el servicio militar hace servicio social durante un año.

Más tarde, en Ute Bock House, la mayor parte de la comida se guarda en una despensa, para ser compartida cuando todos los residentes estén en casa. Para el almuerzo, se colocan algunos panecillos, rábanos, pimientos y champiñones en un banco desde el que los residentes pueden servirse.

Algunos de los residentes están cocinando en las cocinas comunales del albergue. Zura de Chechenia está friendo cebollas para hacer un plato de frijoles, mientras que Lamin de Gambia está haciendo sopa. Fatima, una palestina de Jordania, ha tomado un pimiento verde para llenar una pizza para su familia.

Puede que no lo sepan pero todos disfrutan del sabor y la nutrición que proviene de una mesa más grande: Wiener Tafel, orgulloso de llamarse a sí mismo "el banco de alimentos con sentido".

Por Helen Womack