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Mientras aumenta el número de refugiados, etíopes buscan noticias de sus seres queridos

Historias

Mientras aumenta el número de refugiados, etíopes buscan noticias de sus seres queridos

Más de 40.000 personas han huido de la crisis en la región de Tigray (Etiopía) hacia la zona oriental de Sudán, sin que existan indicios de que estas llegadas vayan a cesar. Muchas personas esperan con ansia reunirse con sus familias.
26 Noviembre 2020 Disponible también en:
Refugiada etíope sostiene a un niño en un albergue del campamento de Um Raquba, en la provincia occidental de Gadarif (Sudán).

Lezabu está desesperada por la preocupación. Esta madre soltera de tres hijos lleva sin ver a sus dos hijas desde que huyó de la crisis en la región de Tigray, en el norte de Etiopía, y cruzó la frontera hacia Sudán oriental.


“Mi hija mayor se fue con su hermana pequeña. No sé dónde están. Llevo semanas sin tener noticias”, dice Lezabu, que se encuentra actualmente en un centro de recepción en Hamdayet, cerca de la frontera oriental de Sudán con Etiopía, donde siguen llegando personas refugiadas por millares.

Esta agricultora de 38 años huyó de su pequeña ciudad de 42.000 habitantes después de que comenzaran los combates.

“Creo que mataban a cientos de personas cada día”, añade.

“Mi hija mayor se fue con su hermana pequeña. No sé dónde están”.

Anna*, oficial de salud pública que trabajaba en un centro sanitario cuando tuvieron lugar los ataques, también tuvo que huir cuando los enfrentamientos se acercaron.

“Oímos gritos y supimos que teníamos que correr para salvar la vida”, dice.

Anna y su familia huyeron esa noche con su vecino, que los llevó en su tractor. Pero fueron emboscados por hombres armados y tuvieron que escapar en dirección contraria. Se separó de su marido y sus hijos y acabó en la ciudad de Humera, donde le dijeron que la situación era más segura.

“Pero nada más llegar a la ciudad, vimos cómo disparaban a alguien en la cabeza delante de nuestros ojos”, dice estremecida. “Vimos mucho saqueo, gente robando en las casas. Pasamos mucho miedo”.

Tras cinco días escondida en Humera, consiguió cruzar la frontera a Sudán sana y salva.

“Vimos cómo disparaban a alguien en la cabeza delante de nuestros ojos”.

Lezabu y Anna forman parte de la reciente oleada de personas refugiadas que ha llegado a Hamdayet. Más de 5.000 mujeres, hombres, niñas y niños escaparon durante el fin de semana de los enfrentamientos que se están produciendo, lo que elevó el número de personas refugiadas etíopes que se han desplazado a Sudán a más de 40.000 desde el comienzo de la crisis a principios de noviembre.

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, envía y distribuye junto con sus asociados una ayuda para salvar vidas, incluyendo comidas calientes, agua y letrinas para los recién llegados. El personal del paso fronterizo de Hamdayet (estado de Kasala), y del paso fronterizo de Lugdi (estado de Gadarif) registra miles de nuevas llegadas todos los días.

Los refugiados más vulnerables, como adultos mayores, mujeres embarazadas y lactantes y niños y niñas, reciben atención especial y alimentación suplementaria.

Pero la respuesta humanitaria sigue enfrentando desafíos logísticos.

La reubicación de las personas refugiadas a zonas alejadas de la frontera se ve obstaculizada por la logística y la distancia, lo cual limita el número de personas transferidas al campamento de Um Raquba en Gadarif, a 80 kilómetros en dirección al interior de Sudán.

“Nuestro principal desafío es reubicar a las personas refugiadas. El proceso lleva más de 15 horas desde este centro de recepción hasta Um Raquba. Es mucho trabajo”, explica Mamoun Abuarqub, coordinador de emergencia de ACNUR encargado de supervisar la situación.

“Nunca pensamos que seríamos refugiados. Eso se lo puedo asegurar”.

A medida que más personas se desplazan hacia Sudán, refugiados como Filimon tratan de aceptar la nueva situación.

“Nunca pensamos que seríamos refugiados. Nunca contamos con que nos pasaran estas cosas porque nuestra situación era muy segura”, dice Filimon. “Estábamos evolucionando y tratando de ayudar a nuestras familias. Nunca esperamos que esto pudiera pasar, eso se lo puedo asegurar”.

Robert, un adolescente que iba a la universidad, asiente.

“Todo iba bien. Pero ahora he perdido a mi madre y a mi hermana en esta situación de locura”, dice. “Espero que volvamos a encontrar la paz”.

* Los nombres se han modificado por motivos de protección.