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Una infancia de violaciones y explotación tiene un final feliz con una nueva vida en Canadá

Historias

Una infancia de violaciones y explotación tiene un final feliz con una nueva vida en Canadá

Para una joven refugiada iraquí, vendido a la esclavitud sexual por su propio padre, el reasentamiento en Canadá demuestra la clave para un futuro mejor.
31 Diciembre 2008 Disponible también en:
Acompañada por una oficial de protección de ACNUR, Hiba (a la derecha) se dirige al aeropuerto de Damasco para coger su vuelo a Canadá.

DAMASCO, Siria, 31 de diciembre de 2008 (ACNUR) -- Para cualquier refugiado, la oportunidad de empezar una nueva vida en Canadá es un codiciado premio. Pero para Hiba*, que luce una amplia sonrisa mientras avanza hacia la puerta de embarque del aeropuerto de Damasco, el avión que está a punto de tomar supone dejar atrás un horror inimaginable de violaciones, explotación, trata de personas y prisión. Toda una vida de tormento y angustia vivida por esta joven de 17 años.

Parecía que el destino de Hiba quedó sellado cuando su madre la abandonó con su padre en Bagdad cuando ella apenas tenía siete años. Cuando cumplió 15, él la obligó a comprometerse en un matrimonio mutaa, un matrimonio temporal, con un primo.

Siguiendo la costumbre tradicional local, Hiba estuvo casada de manera informal con su primo durante 48 horas, pero él la abandonó una vez satisfecha su lujuria. Su padre se negó a traerla de vuelta a casa.

En vez de eso, la convenció de que podrían tratar de encontrar a su madre en Siria y se fueron a buscarla. En la frontera sirio-iraquí, Hiba fue un momento al baño y al salir descubrió que su padre se había ido. Lo que no sabía era que su padre la había vendido a un extraño. La pesadilla de Hiba acababa de comenzar.

Atrapada en un país donde no conocía a nadie, Hiba no tuvo más remedio que confiar en el hombre que decía la iba a proteger. En cambio, lo que hizo fue entregarla a otros hombres que la violaron repetidamente por turnos. Unos días después la llevaron a un club de Damasco, donde tuvo que aprender a bailar la danza del vientre de forma provocativa para atraer clientes y fue obligada a prostituirse durante casi dos años.

Cuando se quedó embarazada, sus captores la abandonaron, dejándola sola en la calle para que se valiera por sí misma. Poco después la encontraron trabajadores sociales locales que la llevaron a un centro de rehabilitación para menores en Damasco. Allí Hiba se sintió segura por primera vez en años y recibió ayuda por parte de los trabajadores sociales del centro. Pese a ello, estaba claro que el centro no podía convertirse en su hogar.

"Cuando llegué por primera vez, estaba asustada y aterrorizada por lo que me pudiera pasar" dijo Hiba. "Al poco tiempo me tranquilicé porque allí había otras chicas en la misma situación. Nos convertimos en hermanas, sustituyeron a mi familia. También me di cuenta de que yo no era un caso aislado. Muchas otras niñas necesitan ayuda y asistencia".

Hiba estuvo durante bastantes semanas en el centro antes de que un trabajador social sirio informara de su situación a la oficina de ACNUR en Damasco, la cual envió su caso para que fuera reasentada de manera urgente. Canadá respondió a esta llamada de emergencia.

Los oficiales de protección de ACNUR dicen que en muchos países de asilo, cada vez más mujeres y niñas iraquíes están siendo obligadas a prostituirse en contra de su voluntad o se están viendo obligadas a hacerlo por desesperación ante su situación económica.

Asser Al Madaien, responsable de Protección de ACNUR en Damasco, asegura que ACNUR hace todo lo posible para identificar a las mujeres que, como Hiba, están siendo explotadas. "Con el apoyo de las instituciones sirias estamos intentando constantemente aumentar nuestros esfuerzos en términos de prevención", afirma Al Madaien. "Contamos con el apoyo de socios locales, oficinas del gobierno y ONGs especializadas en el trabajo con mujeres en situación de riesgo".

El último día de 2008, el Ministerio sirio de Asuntos Sociales y Trabajo y la Organización Internacional para las Migraciones anunciaron la creación del primer centro de refugio para víctimas de trata como Hiba. El centro ofrece un refugio seguro para las supervivientes de la trata de personas, siendo las mujeres iraquíes y sus hijos los principales grupos destinatarios de la ayuda. Este proyecto, en el que también colaboran otras agencias de la ONU y ONGs locales, pretende crear redes especializadas hacia las que poder derivar a las supervivientes. Se espera que en el futuro se establezcan otros centros como éste.

Según el Gobierno sirio, hay alrededor de 1,2 millones de refugiados iraquíes en Siria, de los cuales más de 220.000 han sido registrados por la Agencia de la ONU para los Refugiados. De ellos, más de 2.800 son mujeres en situación de riesgo. En 2007, ACNUR en Siria pidió a los países de reasentamiento que aceptaran acoger a 945 mujeres y niños vulnerables, pero nos gustaría encontrar más plazas en terceros países para poder reasentar a muchas más personas en situación de riesgo.

En el caso de Hiba, parece que el futuro por fin le sonríe. Ella ahora vive segura en Canadá con una familia de acogida, y recientemente ha dado a luz a una niña a la que ha llamado Zaman, que significa "tiempo". Quizás Hiba estaba pensando en el tiempo que le queda por delante: tiempo para recuperarse, para curar sus heridas y para empezar una nueva vida.

* Nombre cambiado por motivos de protección.

Por Dalia al-Achi en Damasco, Siria