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Los desplazados de Myanmar esperan que cambie la corriente

Comunicados de prensa

Los desplazados de Myanmar esperan que cambie la corriente

Tuvieron que huir en barcos cuando estallaron los disturbios en el estado de Rakhine en octubre. Ahora esperan una garantía de paz y reconstrucción antes de regresar.
10 Diciembre 2012 Disponible también en:
Las personas desplazadas en Ah Nauk Ywe, en el oeste de Myanmar, utilizan sus botes para el transporte, la pesca y, recientemente, salvar vidas.

PAUK TAW, Myanmar, 10 de diciembre (ACNUR) – Durante la mayor parte de su vida, Nu Ah Len vio los botes como un medio de ganarse la vida. Viviendo en la zona costera de Pauk Taw, en el estado occidental de Rakhine en Myanmar, el administrador del pueblo de 49 años de edad poseía tres botes que eran utilizados para la pesca en la bahía de Bengala.

Pero él no imaginaba que su medio de subsistencia algún día le salvaría la vida. A finales de octubre fue atrapado en medio de una renovada violencia entre comunidades en ocho municipios de Rakhine. Mientras su pueblo ardía, él y sus vecinos escaparon de la única manera que sabían: en los botes.

"Huimos en dos grupos en 45 botes", dijo Nu Ah Len. "Yo estaba en el segundo grupo, reuniendo a la gente hacia los botes. No había tiempo de empacar nada. Perdimos todas nuestras casas y propiedades. Lo que no se quemó se lo llevaron".

Informes similares fueron escuchados en Kyauk Phyu, un área rica en gas y petróleo más al sur. Ma Khine Aye Kyi, de 33 años, tenía miedo al agua, pero se subió a un bote cuando su hogar y su lugar de escondite subsiguiente fueron ambos incendiados.

"En cada bote había de 80 a 90 personas. No había suficientes botes para todos", dijo ella, las lágrimas brotándole al recordarlo. "Estábamos en el último bote y realmente pensé que iba a morir. Sin embargo, encontramos otro bote y nos dieron un poco de combustible".

El combustible pronto se agotó. Su bote estuvo a la deriva durante dos días antes de que llegara a Sin Tet Maw, donde la comunidad local los acogió. Hoy, ella vive con una familia local, pero no todos son tan afortunados. Algunas familias desplazadas han montando tiendas de campaña en la playa, desde donde vigilan sus botes anclados en la costa. Otros todavía duermen en los botes.

La comunidad de acogida ha compartido lo que puede, pero los aseos y los médicos son escasos. Durante una visita de rutina de ACNUR hace poco, una mujer desplazada se quejó de que tenía que alquilar sus zapatillas. Otro señaló un agujero en su oreja derecha, diciendo que tuvo que vender un pendiente para complementar la dieta de su familia.

Nu Ah Len se enfrenta a problemas similares en donde su bote atracó, en Ah Nauk Ywe, al pie de una colina. "Aquí no hay agua o instalaciones de saneamiento", dijo. "Para el agua utilizamos un estanque sucio que antes era utilizado por los animales".

ACNUR y socios como el gobierno, el Programa Mundial de Alimentos y organizaciones no gubernamentales internacionales han distribuido artículos de socorro y raciones de comida en ambos lugares. ACNUR, como parte del equipo de país de las Naciones Unidas, también está intercediendo por el gobierno y las agencias de ayuda para proporcionar servicios de agua, saneamiento, educación y salud.

Además de proporcionar artículos de socorro y apoyo a la gestión de campamentos, la agencia de la ONU para los refugiados también supervisa la protección de las personas desplazadas, incluyendo sus opciones en un futuro cercano.

"Recientemente hemos escuchado que la intención para todo el mundo que fue desplazado en octubre es facilitar el retorno a su lugar de origen", dijo Maeve Murphy, jefe de la oficina de ACNUR en la capital del estado, Sittwe. "Esto va a implicar una gran cantidad de planificación tanto del gobierno como por nuestra parte, porque muchas de las aldeas han sido completamente quemadas. Hay grandes preocupaciones sobre la seguridad de los desplazados internos, que no se sentirían cómodos regresando a los lugares donde habían sido previamente atacados".

La agencia ha negociado con las autoridades locales para dar cabida a la última oleada de desplazados en campamentos de tránsito mientras que el gobierno persigue los esfuerzos de reconciliación y reconstrucción en sus zonas de origen.

"Tenemos que asegurarnos de que cualquier movimiento o retorno es voluntario", dijo Murphy. "Vamos a trabajar con el gobierno para ver lo que van a poner en marcha para proteger a cualquiera que decida regresar y también trabajaremos con los desplazados para defender las condiciones necesarias para que se sientan seguros en sus aldeas de origen. También necesitaremos apoyar a todos los otros socios para asegurar que los servicios estarán disponibles para apoyar a los desplazados si deciden regresar".

Preguntada por qué haría falta para que volviera a casa, Ma Khine Aye Kyi dijo: "Me gustaría volver a Kyauk Phyu si hay suficientes alimentos y la seguridad puede ser garantizada. Si estas dos cosas no se pueden garantizar, tendremos miedo de volver".

El administrador del pueblo de Pauk Taw, Nu Ah Len, repitió sus temores: "Tenemos miedo de volver y que no haya nada allí. No quiero perder todo de nuevo".

Por Vivian Tan en Pauk Taw, Myanmar

Gracias al voluntaria de UNV Online José Carlos López por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.