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Un joven afgano que fue niño refugiado es ahora un "húngaro" seguro de sí mismo

Historias

Un joven afgano que fue niño refugiado es ahora un "húngaro" seguro de sí mismo

Dariush Rezai huyó de Afganistán a los 15 años y terminó en Hungría. Cinco años después, este ex niño refugiado está superando las dificultades y forjando una nueva vida, solitario pero decidido.
31 Diciembre 2014 Disponible también en:
Dariush llegó a Hungría con 15 años, como menor no acompañado. Este joven de etnia hazara huyó de su Afganistán natal tras el asesinato de su padre. Ahora habla húngaro fluidamente y espera trabajar en el sector turístico.

BUDAPEST, Hungría, 31 de diciembre de 2014 (ACNUR) – Saboreando un café en un establecimiento de Budapest, vestido con una moderna chaqueta negra, Dariush Rezai no desentona con respecto a los otros veinteañeros que están en la cafetería.

Como muchos de ellos, conversa en un húngaro fluido, sobre juegos de la X-Box, tocar la guitarra, y sus anhelos de matricularse en la universidad. Pero un vistazo más atento a sus facciones asiáticas nos ofrece la primera pista de que no es húngaro. Y si le escuchamos un poco más, sabremos que la vida de Dariush no tiene casi nada en común con la de la mayoría de jóvenes residentes en Budapest o la de la mayoría de jóvenes europeos.

"Ahora le explicaré mi historia, pero después de eso, no quiero volver a mirar atrás", dice. Y añade: "Quiero centrarme en mi futuro".

El deseo de Dariush de olvidar el pasado es comprensible. Nacido en Afganistán, tenía únicamente 15 años cuando llegó solo a Hungría. Con semblante serio, profundiza en su historia, escogiendo cuidadosamente sus palabras, mientras trata de arrojar luz sobre la angustia de los niños refugiados.

En 2013, la mitad de las personas desplazadas en el mundo eran menores de 18 años y 25.300 niños no acompañados y separados de su familia solicitaron asilo a nivel global. En los últimos años representaron el 4% de todos los solicitantes de asilo.

Cada año, hasta 200 niños no acompañados buscan asilo en Hungría. Viajan solos, a menudo procedentes de zonas en guerra. Algunos huyen solos, a otros es la familia la que les envía al extranjero.

El largo viaje de Dariush es un caso típico. Nacido en la región de Ghazni, en Afganistán, Dariush tenía 12 años cuando unos hombres armados asesinaron a su padre, perteneciente a la etnia hazara. Para no correr la misma suerte, Dariush y su madre huyeron a Irán con la ayuda de traficantes de personas. Encontraron un hogar en Teherán, pero sus perspectivas de futuro eran limitadas.

Dariush fue pronto consciente de que si se quedaba allí, su futuro consistiría en trabajar, junto a su madre, en una fábrica de zapatos, 16 horas al día. Ambos se dieron cuenta de que la única esperanza para Dariush era buscar una nueva vida en otro lugar.

Después de ahorrar dinero para pagar un nuevo viaje con traficantes de personas, Dariush partió. Su destino era "cualquier lugar de Europa" y en cada terrible paso del camino albergó dudas. "Cada día, te arrepientes de haber partido", dice Dariush. "Estás completamente a merced de los traficantes. Te pueden hacer cualquier cosa".

Esta odisea de seis meses acabó cuando unos policías descubrieron a Dariush cuando intentaba entrar en Hungría. Le enviaron al Centro de Refugiados de Bickse, donde empezó su verdadero viaje.

Después de que el Gobierno húngaro le garantizara una protección legal semejante al estatus de refugiado, Dariush se trasladó a vivir en una institución en Fót, uno de los dos centros que en Hungría están especializados en alojar y educar a niños que no cuentan con el acompañamiento de adultos.

Fue aquí donde Dariush lidió con la soledad, aprendió húngaro y se graduó en la escuela secundaria. Su transición hacia una vida independiente es posible gracias a la ayuda económica del Estado, a la que tiene derecho hasta que cumpla 24 años.

Pero esta ayuda no la reciben todos los refugiados de entre 18 y 24 años, sino que está limitada a aquellos de recibieron el estatuto de refugiados siendo niños, algo que para la oficial de protección adjunta de ACNUR Katinka Huszár supone "una laguna importante en el sistema de acogida de Hungría"..

Según Huszár, el umbral de los 18 años es un "división mágica" en el tratamiento de los solicitantes de asilo que ignora el hecho de que muchos jóvenes son todavía vulnerables, aunque sean ya legalmente adultos.

Otro problema en Hungría es que el sistema de acogida se basa en la sociedad civil para sus servicios más cruciales. "Algunas funciones fundamentales, como la atención psiquiátrica, legal y educativa corren a cargo de ONGs y fundaciones locales, que disponen de un presupuesto muy limitado", dice Huszár. Y añade: "Estas brechas hacen que el estado actual del sistema sea insostenible".

Dariush ya ha dado los primeros pasos en la construcción de la que espera que sea su futura carrera profesional en el sector turístico y lo ha hecho ayudando a otros refugiados y solicitantes de asilo haciéndoles de intérprete y guía en Budapest. También participa en seminarios formativos sobre refugiados y – con su querida guitarra – entretiene a menudo a los niños del centro en Fót. Actualmente está a la espera de que le comuniquen si se le permite continuar en Hungría como refugiado.

Después de todo por lo que ha pasado, Dariush se niega a perder la esperanza, y dice: "Nunca me rindo. Me esfuerzo todo lo que puedo. Siempre lo he hecho".

Por Veronika Fajth, desde Budapest, Hungría