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Los desplazados iraquíes buscan seguridad y ayuda en los campos ante la proximidad del invierno

Historias

Los desplazados iraquíes buscan seguridad y ayuda en los campos ante la proximidad del invierno

Arbat es uno de los 24 campamentos para iraquíes desplazados que ahora están abiertos en todo el país. Otros 17 están en construcción, y se espera que estén listos para finales de enero.
30 Diciembre 2014 Disponible también en:
Laila, madre de siete hijos, abre un paquete con materiales aislantes que le permitirán a ella y su familia calentarse este invierno.

ARBAT, Irak, 30 de diciembre de 2014 (ACNUR) – Más de 3.000 desplazados internos iraquíes llevan tres meses viviendo en el campo de Arbat, abierto para acoger a algunas de las 2 millones de personas desarraigadas por el conflicto en el norte y centro de Irak en 2014.

Entre ellas están unas 660 familias, incluyendo a Laila, de 40 años, su marido Khalaf y sus siete hijos. La familia huyó el pasado agosto de Sinjar a la ciudad de Suleymaniyah, en el norte de la región del Kurdistán iraquí, para escapar del mortal avance de las fuerzas del ISIS en otras zonas del país.

Ellos se alojaron en un edificio a medio construir que no tenía ventanas ni puertas, pero cuando las temperaturas empezaron a descender a comienzos de diciembre, y el alquiler mensual de 200 dólares empezó a ser demasiado para ellos, Laila y Khalaf optaron por irse a uno de los campos de Irak que más está creciendo.

Otros miles de desplazados internos han hecho lo mismo a medida que las temperaturas siguieron bajando, así como el mercado laboral. Dado que se están quedando sin recursos económicos, esperan recibir asistencia para el invierno de manos de organizaciones como ACNUR en la seguridad de los campos.

Una televisión, una antena parabólica, bolsas de ropa, un triciclo y un refrigerador se amontonan fuera de las dos tiendas de ACNUR que Laila y su familia ahora denominan "hogar" en el campo de Arbat. "Los campos con tiendas son para los que no tienen dinero ni un lugar a donde ir", dice Khalaf, de 46 años, un antiguo trabajador de la construcción en Sinjar. "Aquellos que más se quejan por vivir en los campos habitualmente pueden permitirse vivir en cualquier otro sitio".

Aquí, en Arbat, hay agua, letrinas, electricidad, zonas para niños y una ración mensual de alimentos. Pero no es lo ideal. Muchos campos en Irak no tienen agua caliente y las escuelas aún están en fase de planificación. El barro es un compañero constante para muchos desplazados.

Arbat es uno de los 24 campos para desplazados iraquíes abiertos en el país. Otros 17 están en construcción y está previsto que casi todos se completen a finales de enero. Hay más de 160.000 personas viviendo en estos campos, pero la cifra podría ser más del doble en las próximas semanas.

Aunque muchos de los desplazados han sido trasladados ya desde las escuelas, todavía hay decenas de miles viviendo en edificios a medio construir, con parientes, en apartamentos de alquiler o en centros colectivos.

En noviembre se estimaba que el 40% de los 2 millones de desplazados que hay en Irak estaban viviendo en refugios que no cumplían los estándares básicos. Esta población es ahora la prioridad para ACNUR y otras agencias, que trabajarán para garantizarles que puedan estar secos y calientes durante el invierno.

"Estamos en una carrera contrarreloj" dice el Representante de ACNUR en Irak, Neill Wright. "Estamos haciendo progresos sustanciales pero el gran número de personas en necesidad, y el hecho de que estén dispersas por 2.000 asentamientos en Irak, hace que éste sea un reto desalentador".

El aislamiento de miles de casas y centros colectivos ya está en marcha y, desde comienzos de noviembre, ACNUR ha estado llevando por avión a Irak 25.000 paquetes con tiendas aislantesdesde una fábrica en Paquistán. Miles de ellas ya han sido distribuidas, tienda a tienda, a las poblaciones en los campos. La prioridad es ayudar a las personas que viven en zonas elevadas, donde ya están cayendo los primeros copos de nieve.

Arbat es uno de esos campos. A principios de este mes, el día en que fueron trasladados al campo, Laila y su familia recibieron su paquete de aislamiento para las tiendas. En 30 minutos ya habían extendido los paneles del suelo de poliestireno y habían colgado los revestimientos de fibra en las paredes. Básicamente habían creado una tienda nueva dentro de la propia tienda de campaña de ACNUR. Laila dice que la vida en el campo no es la ideal, pero que este invierno, por lo menos, podrán estar calientes y secos.

Por Ned Colt en Suleymaniyah, Irak