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Un miembro coreano de las fuerzas de mantenimiento de la paz corre para ayudar a los refugiados

Historias

Un miembro coreano de las fuerzas de mantenimiento de la paz corre para ayudar a los refugiados

Cómo el sargento Kim Seung-hun abrió un camino para los refugiados sirios y dio un ejemplo inspirador para los partidarios de los refugiados en todo el mundo.
30 Mayo 2014 Disponible también en:
El Sargento Kim Seung-hun entrenándose en Beirut (Líbano).

SEÚL, Corea del Sur, 30 de mayo de 2014 (ACNUR) – Entre sus colegas de la 37ª División del Ejército de Corea, el Sargento Kim Seung-hun era considerado una persona excéntrica. A diferencia de otros soldados a punto de ser licenciados, Kim nunca parecía relajarse ni solía compartir su tiempo libre con los demás. En lugar de ello, pasaba todo su tiempo libre corriendo.

"No tenía opción", dijo este sargento de 22 años en una entrevista realizada por el ACNUR. "Si estaba un día sin hacer nada, al día siguiente tendría que correr el doble, y no podría aguantarlo".

Kim, que inició el servicio militar obligatorio en Corea en agosto de 2012, entró por primera vez en contacto con los refugiados durante su misión en el Líbano como parte de la Unidad de Mantenimiento de la Paz de Dongmyeong, de las Naciones Unidas, que comenzó el pasado mes de julio y finalizó en febrero de este año. Se prometió a sí mismo que, a su regreso a la base militar en Corea del Sur, donaría 1 dólar (USD) a los refugiados sirios por cada kilómetro que corriera. Kim, que se había fijado un objetivo de 1.000 km y se iba a licenciar en mayo, no tenía un minuto que perder.

A finales de marzo, Kim consiguió cumplir la promesa que se había hecho a sí mismo y a los refugiados. Donó 1.000 dólares (USD) a la oficina del ACNUR en Corea con un mensaje de correo electrónico en el que expresaba su deseo de que el dinero se destinara a ayudar a los refugiados sirios "lo más pronto posible" y "de la mejor manera posible".

"En cierto modo, Yo he recibido mucho más a cambio de esta pequeña donación", dijo Kim. "He aprendido a conocer lo que de verdad significa compartir y me he convertido en una persona más sana y más feliz".

La idea se le ocurrió en un restaurante de comida rápida en el Líbano, donde vio a dos niños refugiados sirios mendigando las hamburguesas sobrantes. Siguiendo las instrucciones de su unidad, que prohibían comunicarse personalmente con los refugiados, Kim ignoró a los niños y tiró las sobras de su comida a la basura.

Más tarde, mientras esperaba en el coche, Kim vio a los niños sacando la comida del cubo de la basura. Mientras estaban comiendo, los niños miraron a Kim, que se sintió abrumado y sin saber qué pensar.

"Lo que sentí ese día no fue solo tristeza. La escena me hizo sentir mal; me sentí realmente fatal", dijo Kim. "Vi que era necesario hacer algo – era necesario ayudar a esos niños a volver a tener una vida normal y digna".

Ese encuentro le hizo pensar en cosas que no se había planteado hasta entonces. "Llegué a darme cuenta de la importancia de tener un país y un gobierno capaz de protegerme y atenderme", dijo. "Sobre todo, estos niños me recuerdan a nosotros, los coreanos, que solíamos mendigar 1 dólar a los soldados estadounidenses durante la Guerra de Corea".

Con estas ideas en la cabeza, Kim se prometió a sí mismo que en cuanto regresara a Corea haría algo por los niños sirios. Y no tardó mucho tiempo en encontrar el modo de cumplir su promesa gracias a una afición que le apasionaba desde hacía tiempo.

Correr era un hábito que Kim había adquirido mucho antes de incorporarse al ejército. Como miembro del club de atletismo de la universidad y habiendo participado en maratones, Kim aprendió a disfrutar fijándose objetivos y cumpliéndolos, un aspecto que, desde su punto de vista, es semejante a hacer donaciones.

"La coherencia es importante tanto para correr como para hacer donaciones", dijo. "No creo en las donaciones masivas de una sola vez. Hay que correr poco a poco y donar poco a poco. Esto es lo que realmente marca la diferencia".

Kim, que regreso a primeros de mayo para proseguir sus estudios universitarios, piensa seguir corriendo, donando y conociendo a "personas buenas" que compartan sus puntos de vista.

Aunque hay quien piensa que donar implica un sacrificio, Kim cree que puede constituir una oportunidad para cambiar nuestra vida – para mejor.

"Fíjense en mí. Gracias a este método de donación logré perder 10 kg y me convertí en un hombre más sano y más feliz", dijo. "Esta donación cambió mi vida. Me sorprende la atención que ha suscitado algo tan insignificante, pero espero que mi historia sirva para mejorar las vidas de otras personas".

Kim tiene algo que decir a los refugiados: Seguid corriendo. Corred por la esperanza.

Por Heinn Shin en Seúl, Corea del Sur

Gracias a la Voluntaria en Línea Luisa Merchán por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.