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El registro de refugiados ayuda a un niño sirio con parálisis cerebral a recibir ayuda médica

Historias

El registro de refugiados ayuda a un niño sirio con parálisis cerebral a recibir ayuda médica

Cerca de 100 familias sirias se registran cada día en Sulimaniya, lo que se suma a la población de poco menos de 200.000 refugiados repartidos por el norte de Irak.
16 Octubre 2013 Disponible también en:
Abdul junto a su mujer y sus dos hijos en el norte de Irak, donde han encontrado seguridad. Sostiene en sus brazos a su hijo Muhammad, que necesita un tratamiento médico especial.

SULIMANIYA, Irak, 16 de octubre de 2013 (ACNUR) – Cuando Abdul y su familia huyeron a comienzos de este año de la capital siria, Damasco, y buscaron refugio en otras zonas del país, huían de la persecución étnica. Sin embargo, la decisión crucial de cruzar la frontera hacia Irak la tomaron por su hijo pequeño.

"El principal motivo por el que vinimos es nuestro hijo", cuenta Abdul al personal de ACNUR en la oficina de Sulimaniya, explicando que Muhammad, de seis años de edad, nació con parálisis cerebral y que necesita fisioterapia intensiva durante su crecimiento.

"Confiamos en Dios para poder encontrar un tratamiento para él", dice Abdul, sastre de profesión y de origen kurdo. "Iré a donde sea para conseguir un tratamiento para mi hijo", añade, mientras sostiene con delicadeza a Muhammad en sus brazos. Haberse registrado con ACNUR les abrirá el acceso a muchos derechos, entre ellos el de la atención sanitaria vital que su hijo necesita.

El viaje para encontrar un tratamiento para su hijo pequeño le ha llevado a él, a su mujer Saliha, al pequeño Muhammad y a su hijo mayor, Qassim, de ocho años, hasta el pueblo de Baziyan, cerca de Sulimaniya, en la región del kurdistán iraquí. No ha sido un viaje fácil.

Antes de que estallara la crisis en Siria en marzo de 2011, tenían una vida tranquila en Damasco, en una casa situada cerca de la clínica donde Muhammad recibía tratamiento. Pero durante el año pasado las cosas empeoraron a medida que el conflicto sirio se intensificó.

"Nos amenazaron por ser kurdos", cuenta Abdul. "Nos dijeron que nos fuéramos de la ciudad". La familia se trasladó de Damasco a la gobernación de Al-Hassakeh, en el noreste, pero incluso allí no se sentían seguros, y lo que era peor aún, no había un tratamiento fisioterapéutico disponible en ese distrito para el niño. Entonces Abdul y su mujer tomaron la decisión que cambiaría sus vidas y cruzaron la frontera hasta Irak, al igual que decenas de miles de sirios kurdos.

Un mes después están viviendo como refugiados registrados en el centro de ACNUR en Sulimaniya. Son una de las aproximadamente 100 familias que están siendo registradas cada día en Sulimaniya, sumándose a una población de casi 200.000 refugiados sirios que están repartidos por todo el norte de Irak.

William Tall, responsable del equipo de ACNUR en la región del kurdistán iraquí, dice que el proceso de registro, apoyado por la Comisión Europea a través de la Oficina Humanitaria de la Comunidad Europea (ECHO por sus siglas en inglés), es vital para que se cuente con los refugiados y se les pueda incluir en la prestación de servicios. "Lo primero es el registro, una de las herramientas de protección más importante que tenemos porque les da acceso a otros servicios y a protección", subraya.

Como Muhammad tiene una discapacidad, está considerado por ACNUR como un refugiado vulnerable con necesidades especiales. El registro garantizará que tenga contacto con especialistas y que reciba el tratamiento y los cuidados que necesita.

Pero el registro también beneficiará directamente al resto de la familia, abriéndoles el acceso a la posibilidad de la residencia permanente, a derechos laborales, asistencia alimentaria y educación.

El Gobierno Regional del Kurdistán ofrece atención sanitaria gratuita para los refugiados sirios, al igual que para la población local. Sin embargo, sus recursos están al límite tratando de responder a la creciente demanda. ACNUR está pidiendo a la comunidad internacional que dé más apoyo a los países vecinos de Siria, como Irak, que en su conjunto están soportando la carga de la acogida de más de 2 millones de refugiados sirios.

Pese a sus problemas económicos internos, muchas comunidades locales de la región del kurdistán iraquí están compartiendo lo que tienen con los recién llegados de Siria. En Baziyan, los habitantes han dado dinero y comida a Abdul, a su familia y a otros refugiados. "No hay nadie mejor que ellos en el mundo", dice acerca de sus vecinos.

Las donaciones han sido tan generosas que Abdul se ha comprado una máquina de coser y tiene previsto retomar su negocio y ser autónomo para mantener de nuevo a su familia, un objetivo al que le anima también ACNUR.

Será un proceso largo y lento. Al igual que para la discapacidad de su hijo, no hay una cura rápida o fácil para los retos a los que se enfrenta esta familia. Pero, con la generosidad y buena voluntad de la comunidad de acogida, así como con su propio esfuerzo y dedicación, esta familia confía ya en un futuro mejor.

Por Ben Farrell en Sulimaniya, Irak