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Voluntarios húngaros ofrecen una cálida bienvenida a los refugiados

Historias

Voluntarios húngaros ofrecen una cálida bienvenida a los refugiados

Ofrecen alimento, consejos, albergue y sonrisas a aquellos que temen recibir un trato frío.
19 Octubre 2016 Disponible también en:
El Pastor Gabor Ivanyi juega tenis de mesa con estudiantes en el Instituto Multipropósito John Wesley en Abaujker, Hungría.

Las cocinas del Centro Universitario John Wesley retumban con el ruido de las ollas y el corte de los vegetales. El equipo húngaro prepara los alimentos no sólo para sus propios estudiantes. Como invitados también se encuentran los indigentes de Budapest y los refugiados que quisieron acercarse a la mesa.


"Hoy tenemos frijoles y pasta", dijo Andras Rakos, un graduado de la universidad, que capacita a trabajadores sociales como él mismo, así como a ministros Metodistas. Ahora él es trabajador social en la universidad. "Intentamos tener un menú y variarlo, pero si alguien nos dona un cargamento de papas, entonces tendríamos que usar el suministro".

Los húngaros en todos los ámbitos sociales están ayudando a los refugiados. El Gobierno buscó un "No" en el referéndum que se llevó a cabo a inicios de octubre sobre la aceptación de las cuotas de refugiados de la Unión Europea. El no obtuvo la mayoría, sin embargo, la participación fue menor del 50 por ciento necesario para que los resultados fueran legalmente válidos.

El trabajador social Andras Rakos habla con un solicitante de asilo sobre sus papeles de residencia en el albergue para indigentes y refugiados en Budapest.

El escritor Janos Boris tiene un punto de vista muy firme. Su padre fue sobreviviente del Holocausto y siendo un niños de 12 años, Janos presenció la Revolución Húngara, la cual fue reprimida por las fuerzas Soviéticas en 1956. Él recuerda vívidamente el pánico posterior, cómo los vecinos empacaron y se unieron al éxodo de más de 300.000 refugiados, mientras las fronteras aún continuaban abiertas.

"Era justo como ahora", dijo. "Había traficantes de personas y podías hacer tratos con ellos. Ellos te decían cuándo venía el camión, y sólo podías llevar una maleta".

Boris se quedó en Budapest porque su padre era radiólogo, y temía no poder continuar ejerciendo su profesión si se iba al exterior.

"Cuando las personas se encuentran bajo peligro de muerte, cuando dejan todo lo que tienen . . . es cuando tienen que recibir ayuda"

Boris está conmovido por la actual crisis de refugiados. Al expresar sus preocupaciones por las grandes cantidades y las dificultades de la integración en Europa, él dijo: "Estoy completamente seguro de que cuando las personas se encuentran bajo peligro de muerte, cuando dejan todo lo que tienen o aman, para escapar únicamente con sus vidas, es cuando tienen que recibir ayuda".

Algunos húngaros han ayudado siendo voluntarios y entregando provisiones a los refugiados, tal como lo hace MigSzol Szeged ("Solidaridad con los Migrantes"), un grupo que está al sur de la ciudad de Szeged. No se debe confundir este con otro grupo MigSzol, que ha existido por más tiempo, el cual se inclina más hacia el activismo político.

Entre otras cosas, este se dedica a la concientización sobre la situación de solicitantes de asilo en centros de detención y visita campamentos abiertos para darles a los refugiados información sobre sus derechos.

Mussa Kilam de Eritrea, ahora goza de protección legal en Hungría. Él se gana la vida como intérprete y es voluntario con el grupo MigSzol original.

Él describió su lucha, sin saber nada del idioma, para encontrar trabajo y alojamiento cuando regresó a Hungría después de ser deportado de Alemania.

Él comentó que, una vez que los refugiados tienen los papeles en orden y son capaces de mudarse de los campamentos y los centros de refugiados, viene un nuevo problema: el riesgo de la indigencia. MigSzol hizo un video sobre este asunto, demostrando las dificultades que él pasa para encontrar un apartamento.

Hablando durante un tour por la Universidad John Wesley, Andras Rakos dijo que los refugiados y los indigentes húngaros se alojaban por aparte, a pesar de que cuando era necesario, compartían las mismas instalaciones médicas. "Es verdad que los problemas de los refugiados y los indigentes se sobreponen", dijo. "Si están enfermos, entonces todos estarán enfermos juntos".

En su pequeño estudio, el director de la Universidad, Gabor Ivanyi, quien además es presidente de la Hermandad Evangélica Húngara, ofrece té verde y zanahorias crudas como refrigerio, antes de reflexionar sobre los intentos de sus voluntarios para entregar comida a los refugiados en la frontera húngara, durante este verano.

"Parece que quedamos bajo sus pies (de las autoridades)", dijo él. "Algunos oficiales amenazaron con esposarnos. La situación varía de un día a otro. Depende de la actitud de los policías y el personal armado".

Ivanyi es una genial figura con una larga y blanca barba. Él se ha destacado en Hungría por su lucha con las autoridades para que le permitieran instalar baños portátiles donados cerca de las zonas de tránsito en la frontera.

"No se lo desearía a nadie", dijo. "El sufrimiento de cuando no se puede encontrar un lugar adecuado para aliviarse. Entonces es que sabes lo terrible que es cuando hombres, mujeres y niños viven juntos, con algunos pocos arbustos a la vista, y con oficiales constantemente vigilando con sus binoculares, prestando atención a cada pequeño movimiento, y tienes que descargarte bajo esas condiciones".

Eventualmente los baños fueron instalados del lado serbio de la frontera.

Ivanyi tiene muchos años, tanto de servicio como de edad. Él no hace alarde de eso, pero en el video se ve cómo rastrilla y quita la basura en la frontera, sin ningún miedo de arremangarse al lado de los voluntarios.

"Me entristecería si pudiera hacer una diferencia y no hiciera nada, sólo para mantener mi salud. Sé que se nos da la fuerza necesaria para levantarnos cada mañana y terminar el día de forma decente".