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Al partir el amado Imán, sus esperanzas de paz continúan vivas

Historias

Al partir el amado Imán, sus esperanzas de paz continúan vivas

Durante décadas, Imán Moussa Bawa trabajó con la monja Hermana Maria Concetta para ayudar a refugiados de todas las religiones a vivir en paz. Después de su muerte, su sucesor se compromete a continuar su trabajo.
21 Septiembre 2016 Disponible también en:
Imán Moustapha Mobito, de 36 años, y la Hermana Maria, de 84, se sientan juntos a la orilla del Río Ubangui. Ambos continuarán haciendo llamados por la paz.

Cuando traían al mundo bebés recién nacidos en esta ciudad en República Democrática del Congo (RDC), ni a la partera Hermana Maria Concetta ni a su amigo el Imán Moussa Bawa les importaba si eran musulmanes o cristianos. En sus ojos, eran nuevas vidas preciosas que merecían ser atesoradas por toda la comunidad.


Ahora, después de la muerte del Imán en julio, a la edad de 74 años, el mensaje de paz y de cooperación interreligiosa que él predicó por más de tres décadas en este país destrozado por la guerra, continuará a través de su sucesor, Imán Moustapha Mobito.

Imán Moustapha, un refugiado de la República Centroafricana (RCA), se ha comprometido a continuar trabajando con la Hermana Maria, quien llegó a RDC en 1959 y que maneja el hospital en Zongo, con la ayuda de su congregación.

"Todos los refugiados de la República Centroafricana van ahí", dice Imán Moustapha, sus dos hijas nacieron en el pequeño hospital cerca de la orilla del río Ubangui, que corre entre RDC y RCA.

"Fatima y Assia nacieron allí. Ahí fue donde conocí a la Hermana Maria. Ella es muy cálida. Estábamos juntos todos, todos los niños, ya sean musulmanes o cristianos, nacen aquí".

Por más de tres años, la violencia en RCA entre las milicias Cristiana anti-Balaka y la mayormente Musulmana ex-Seleka, ha forzado a cerca de medio millón de personas a huir de sus hogares, con otro medio millón desplazados dentro del país.

A medida que la frágil paz se afianza, el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y sus socios han renovado los llamados a un mayor apoyo para los desplazados que permanecen en necesidad de asistencia y alivio.

"Cuando predico en la mezquita, predico sobre la paciencia y la paz"

Ahora de 84 años, la Hermana Maria recuerda las décadas que pasó trabajando junto Imán Musa Bawa ayudando a los refugiados, casi 10.000 de los cuales han encontrado asilo en Zongo desde que estalló el conflicto en la República Centroafricana en 2013.

"Nos comunicábamos mucho", recuerda la hermana Maria, que, como partera, ha ayudado a traer al mundo a 33.000 bebés desde 1984. "Al ser el líder musulmán, tuvo que perseverar en su mensaje, el mensaje de dejar la guerra, perdonar y buscar la paz. Eso es lo que desafió la mentalidad de la gente".

Siguiendo los pasos de su muy querido predecesor, el Imán Moustapha sigue yendo al hospital de la comunidad para recibir a los bebés recién nacidos.

Incluso hasta el final, la casa del Imán Musa Bawa siempre se mantenía abierta para aquellos que buscaban albergue o guía moral. Él predicó el perdón, la paciencia, la paz y la reconciliación, y él mismo capacitó a Imán Moustapha.

"Son los políticos los que introdujeron la idea de una guerra entre cristianos y musulmanes en la cabeza de los creyentes cristianos y musulmanes. Antes, no era así", insiste el Imán.

"Trabajamos todos los días en la convivencia pacífica entre los refugiados y las comunidades de acogida de la RDC, cada vez que estamos juntos con ellos, seamos cristianos o musulmanes. No hay desacuerdo entre las dos religiones aquí en la RDC".

Por su parte, la Hermana Maria también espera un futuro positivo. "Me parece que el Imán Moustapha es muy gentil y creo que vamos a continuar con el mismo diálogo," dice ella. "Imán Moussa Bawa fue un gran ejemplo de fe, como una persona, y colaborador.Él era feliz cuando yo oraba con él. Nos dio el buen ejemplo hasta el final".

"Que la paz esté entre nosotros. Entre cristianos y musulmanes no hay enemigos".

Cuando la hermana María y el Imán Moustapha se reunieron recientemente a las orillas del río Ubangui y miraron hacia Bangui, la capital de la República Centroafricana desgarrada por el conflicto, la monja tenía sólo un mensaje para su nuevo aliado. "Les deseo buena suerte y una buena colaboración", dijo. "Cuando tengas que hablar conmigo, ven a mí."

Incluso en la muerte, las palabras del Imán Moussa Bawa vivirán en los corazones de sus amigos y seguidores. "Cuando predico en la mezquita, predico sobre la paciencia y la paz", dijo el líder de la fe, pocos meses antes de su fallecimiento.

"Que la paz esté entre nosotros. Entre cristianos y musulmanes no hay enemigos. Tenemos que permanecer juntos".