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Una familia destrozada por la guerra en Siria encuentra asilo en Grecia

Historias

Una familia destrozada por la guerra en Siria encuentra asilo en Grecia

Luego de perder a un hijo y a su marido en Siria, Falak huyó con sus dos hijos sobrevivientes. Hoy han encontrado en Grecia un lugar donde sanar sus heridas.
27 Febrero 2017 Disponible también en:
Falak con sus dos hijos, Morad y Samir.

Falak Kourini perdió a un hijo y a su marido en Siria. Hoy, tras haber encontrado asilo en la isla griega de Lesbos, podrá buscar asistencia médica en Grecia continental para el menor de sus dos hijos sobrevivientes, herido gravemente durante un ataque con misiles.


"Los doctores me dijeron que conviene hacerlo en Grecia continental porque mi hijo necesitará más ayuda médica", explica Falak (40), que fue transferida junto con sus hijos a un albergue administrado por el gobierno en la ciudad griega de Larisa.

Falak y su familia forman parte de los miles de solicitantes de asilo que, con ayuda del ACNUR, han pasado de las islas egeas a Grecia continental, donde el alojamiento y las instalaciones son mejores. Desde junio, el ACNUR ha facilitado la transferencia de 5.556 personas a albergues administrados por el Estado y alojamientos proporcionado por el ACNUR.

"La situación en Siria es invivible"

Se ha dado prioridad a casos vulnerables como el de Falak, que en agosto pasado huyó de su hogar en Idlib, Siria, con sus hijos Morad (5) y Samir (14). Falak habría querido abandonar antes esa región hoy asolada por la guerra, pero esperaba noticias de su marido desaparecido. Luego un misil cayó en su casa, mató a uno de sus tres hijos y mutiló al más joven, Morad.

El niño fue llevado rápidamente al hospital, donde los médicos sirios lograron salvarle la pierna izquierda tras una complicada serie de cirugías. Si bien necesitaba más tratamiento médico, Falak tenía prisa por huir del país.

"La situación en Siria es invivible", dice en referencia al conflicto, que en marzo cumplirá su sexto y trágico aniversario. "Todos los días miraba los rostros de mis hijos y los veía asustados, con miedo a las bombas. Incluso ahora, cada vez que escuchamos el ruido de un avión o algo parecido a una bomba se asustan mucho. Fue difícil, pero sabía que tenía que huir de Siria o morir en el intento. Haría lo que fuere por mis hijos, por conseguir una mejor vida para ellos".

Apenas diez días luego de la operación, Falak y sus dos hijos cruzaron la frontera turco-siria a pie. Falak pagó a un desconocido para que cargara a Morad, que no podía caminar, por el sendero de la montaña, mientras que la policía de frontera disparaba tiros en el aire a su alrededor.

Para cuando llegaron a la costa oeste de Turquía, la salud del pequeño había empeorado. Al no tener acceso a medicina posoperatoria, su pierna izquierda había desarrollado una peligrosa inflamación.

"Yo pensaba: cuando llegue a Turquía voy a encontrar mejor tratamiento para él. Pero después se le empezó a inflamar la pierna", dice Falak. "Decidí que había que apurarse y huir".

Desesperada por conseguir atención médica para su hijo, Falak le pagó a unos traficantes para que los llevaran a aguas griegas a bordo de una precaria embarcación. Tras una hora angustiante en medio del mar, fueron rescatados por la guardia costera de Grecia que, tras ver a Morad, decidió enviarlo inmediatamente a un hospital en la isla de Lesbos.

"Sabía que tenía que huir de Siria o morir en el intento"

Falak y sus hijos pasaron las siguientes tres semanas en un albergue municipal en Kara Tepe, antes de que el ACNUR les consiguiera lugar en un departamento cercano, administrado por Iliaktida, socio local del ACNUR. Ahí Morad comenzó una recuperación sorprendente. Luego de cuatro meses y una nueva operación, ya puede corretear como cualquier niño de su edad.

Sin embargo, los médicos dijeron que necesitará recibir más tratamiento en Grecia continental y lo derivaron a una unidad especializada en osteopatía en Atenas, a cuatro horas en auto desde Larisa, donde está el nuevo alojamiento de la familia. Falak sabe que para su hijo es mejor estar en la parte continental, pero, con todo lo que vivió, le resulta difícil no preocuparse.

"Por supuesto que estamos mucho más felices acá ahora que estamos a salvo, pero cualquier estaría preocupado si no sabe lo que le espera. Tengo dos hijos y uno de ellos está mal, es normal preocuparse. Estando sola, es muy difícil decidir qué hacer". "Cuando perdí a mi hijo tuve tanto miedo por los otros dos. No viajo por mí; viajo por mis hijos, para darles vida".

Por Josie Le Blond y Achilleas Zavallis en Lesbos, Grecia.

Gracias al Voluntario en Línea Alejandro Grimoldi por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.