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Refugiados tienen la oportunidad de recomenzar en Yakarta con estilo

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Refugiados tienen la oportunidad de recomenzar en Yakarta con estilo

El proyecto de una empresaria de moda indonesia brinda capacitación y empoderamiento a personas refugiadas y crea nuevas oportunidades.
17 Enero 2019 Disponible también en:
La refugiada afgana Khatira Mahmudi, de 24 años, es una de las aprendices que participan en el proyecto Benang en Yakarta, Indonesia.

Al ritmo de música animada, las modelos desfilan por la pasarela en un bote en el río Sena en la capital francesa de París, mientras los compradores y periodistas las observan en medio de los flashes de las cámaras.

A miles de kilómetros de distancia, en un taller de costura en Yakarta, un grupo de refugiados mira un video del show con asombro. Algunos de ellos han trabajado en atuendos y carteras para el show. Para ellos es un momento en el que se dan cuenta de que pueden soñar en grande, y tener una plataforma global para su trabajo.

“Me siento muy feliz de ver esto”, dijo Khatira, una refugiada afgana con dos hijos, y que ha vivido en Indonesia por los últimos tres años. “Haré mi mejor esfuerzo para el futuro, para ser exitosa”, dijo ella, con el rostro iluminado por la emoción. “Me gustaría tener mis propios desfiles de moda. ¡Ese es mi sueño!”

El proyecto para darles a los refugiados experiencia en el campo de la alta moda fue idea de la empresaria indonesia Franka Soeria, cofundadora del Modest Fashion Week, que muestra estilos femeninos más largos y holgados en varias ciudades en todo el mundo. Ella también tiene su propia marca, Markamarie.com, una agencia de moda creativa y trabaja como consultora para otras marcas internacionales.

“Esperamos unir esos dos componentes, la sociedad y a las personas refugiadas”.

Al detectar una oportunidad, Soeria comenzó en septiembre lo que ella llama el Proyecto Benang, brindando capacitación en moda a seis refugiados. El proyecto incluye diseño, creación de patrones, adaptación, creación de una marca, realización de sesiones de fotos y desfiles de moda para ayudarles a integrarse en la sociedad indonesia.

“Benang significa hilo”, explicó. “Esperamos poder unir esos dos componentes, la sociedad y a las personas refugiadas, para que se convierta en unidad. Juntos, podemos crear algo grande”.

La diseñadora ya ha extendido una mano de ayuda a los jóvenes diseñadores indonesios y personas con discapacidades. Pero después de una reunión con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y escuchar sobre los problemas que enfrentan los refugiados en zonas urbanas, ella quería hacer más para ayudar.

Ciudades como Yakarta están jugando un importante rol en la inclusión de las personas refugiadas. De los 25,4 millones de personas refugiadas en todo el mundo, cerca de un 60 por ciento vive fuera de campamentos, en ciudades y zonas urbanas en Asia, América, Europa, y el Medio Oriente y el Norte de África.

Los alcaldes, las autoridades locales, las empresas sociales y los grupos de ciudadanos en estas Ciudades de luz, que incluyen a São Paulo, Viena, Erbil y Kigali, están en la primera línea de la respuesta mundial para las personas refugiadas, fomentando la cohesión social, y protegiendo y asistiendo a las personas desplazadas a la fuerza.

Además de Soeria, empresas ubicadas en Yakarta, como la cadena de restaurantes Gourmand Group y organizaciones sin fines de lucro como Art for Refugees, Indonesia for Refugees y The Learning Farm también brindan capacitación para ayudar a las personas refugiadas a desarrollar sus habilidades de cocina, arte, fabricación de jabón, costura y agricultura orgánica.

Con el apoyo del Gobierno de la Ciudad de Yakarta, cerca de 50 personas refugiadas también están aprendiendo Bahasa, el idioma oficial de Indonesia. Ellos pueden tener acceso a las escuelas primarias en la capital, con apoyo adicional de los socios de ACNUR, Dompet Dhuafa, Catholic Relief Service and PKPU Human Initiative.

“Necesitamos encontrar maneras para que las personas refugiadas se hagan cargo de sí mismas y puedan retribuir a sus comunidades de acogida”.

Las oportunidades de capacitación que se ofrecen son un salvavidas para los refugiados. Menos de 14.000 refugiados, aproximadamente la mitad de ellos de Afganistán, viven en Indonesia, uno de los países más poblados del mundo. Si bien el país acoge generosamente a estos refugiados hasta que se puedan identificar soluciones a más largo plazo, no tienen el derecho legal para trabajar y es difícil para ellos asistir a la universidad.

Con la disminución de las oportunidades de reasentamiento y el financiamiento general cada vez más impredecible, ACNUR está buscando nuevas formas de ayudar a los refugiados en Indonesia a ser más autosuficientes y listos para aprovechar el momento.

“Estamos tratando de preparar a los refugiados para el futuro”, dijo Thomas Vargas, Representante de ACNUR en Indonesia. “Necesitamos encontrar maneras para que las personas refugiadas se hagan cargo de sí mismas y puedan retribuir a sus comunidades de acogida, compartiendo las habilidades y el conocimiento que tienen. Eso también puede fomentar el desarrollo económico que ayudará a todos”.

Añadió: “Cuando los refugiados pueden mejorar sus habilidades, mejoran sus posibilidades de reconstruir vidas dondequiera que estén, incluso si son reasentados”.

"Me dieron la llave, así puedo abrir la puerta y mis sueños pueden hacerse realidad".

Ya el impacto positivo que el proyecto ha tenido en la vida de los aprendices seleccionados es claro. Ahmad Musawer Faizi, de 21 años, huyó de Afganistán en 2015 y llegó solo a Indonesia. Aprendió a coser cuando era niño, mientras observaba a su madre hacer ropa en casa, y también asistió a un breve curso de moda apoyado por el ACNUR en la escuela de moda de Yakarta, Esmod.

"Me encanta el diseño de moda", dijo Ahmad. “Podemos venir aquí, hacer algo por nosotros mismos, mejorar nuestras habilidades. Estoy feliz porque estoy ocupado con este proyecto. No tengo tiempo para pensar en cosas negativas; Estoy ocupado pensando en cosas positivas”.

"Ahora siento que puedo mejorar mis habilidades... ¡Me dieron la llave, así que puedo abrir la puerta y mis sueños pueden hacerse realidad!", Agregó.

La pasión que los aprendices tienen por su trabajo es evidente, tanto por la intensa atención que prestan a sus diseños en el taller como por su entusiasmo por asistir a su primera sesión fotográfica, contando también con una modela refugiada y una maquillista refugiada.

Si bien el proyecto comenzó a pequeña escala, Soeria espera expandirlo, y tal vez incluso alentar a otros líderes empresariales a buscar oportunidades similares de capacitación en habilidades. "Tal vez... esta idea puede tener un efecto bola de nieve. Quizás más personas se unan y podamos ayudar a más personas", dijo.

También cree que la energía y el entusiasmo que los refugiados en el proyecto de Benang han demostrado, así como su mentalidad de "poder hacer", es algo de lo que ella y otros indonesios también pueden aprender.

"Lo que aprendemos es su fuego para hacer las cosas", dijo Soeria. "Esto... puede inspirar a otras personas indonesias. No deberíamos darlo por sentado. Es muy inspirador ver el fuego dentro de ellos para tener éxito, y sé que lo tendrán”.

Con reporte adicional de Mitra Suryono

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