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A seis años del conflicto en Yemen, las mujeres luchan por sobrevivir

Historias

A seis años del conflicto en Yemen, las mujeres luchan por sobrevivir

Cuatro millones de personas han tenido que abandonar sus hogares a causa de la peor crisis humanitaria en el mundo. Las mujeres y la niñez conforman tres cuartos de las poblaciones desplazadas, por lo que enfrentan grandes riesgos.
31 Marzo 2021 Disponible también en:
Una madre soltera sentada frente a su albergue en el asentamiento de personas desplazadas internas en la ciudad de Ibb, Yemen. Las mujeres encabezan un cuarto de las familias desplazadas al interior del país.

Nabiha, de 38 años, hace lo posible por reconstruir su vida, un ladrillo a la vez, en un pequeño terreno a las afueras de Al Hudayda, el puerto yemení más importante en el Mar Rojo. Nabiha enviudó un par de días después de que estalló el conflicto en Yemen y ha tenido que huir en múltiples ocasiones. Hoy, esta madre construye la casa que espera le devuelva la estabilidad a su familia.

Nabiha nació en Al-Mokha, una ciudad costera a 185 kilómetros de distancia, que es famosa por comercializar el café desde hace mucho tiempo. En 2015, después de que su esposo murió en una explosión mientras trabajaba, Nabiha huyó junto a su madre, su hermano, su hija y sus dos hijos.

“Lo llevaron de urgencia al hospital, pero murió después de debatirse entre la vida y la muerte durante una semana”, dijo Nabiha. “Fue muy difícil y doloroso para nuestra familia. Decidimos irnos. Me preocupaba que mi hija o mis hijos también murieran si nos quedábamos”.

Después de haber destinado la mayor parte de sus ahorros a la renta de un lugar donde vivir en Al Hudaydah, el conflicto que estalló en la ciudad en 2017 atrapó nuevamente a Nabiha y a su familia. La violencia ha matado a más de 2.900 civiles y ha dañado más de 6.600 hogares, 33 escuelas, y 43 caminos y puentes; en consecuencia, Al Hudaydah ha sido una de las ciudades más afectadas en seis años de conflicto.

“Mataban y herían a otras familias alrededor nuestro”.

Al no contar con los medios para escapar y empezar de cero otra vez en un lugar distinto, Nabiha tuvo que permanecer en la ciudad y trasladarse con su familia conforme los frentes del conflicto iban cambiando de posición.

“Vivíamos muy cerca del lugar donde se estaban dando los enfrentamientos. Tuvimos que trasladarnos a otra zona porque mataban y herían a otras familias alrededor nuestro. Cambiamos de vecindario tres veces para escapar de las balas y de los ataques aéreos”, contó Nabiha.

Hace casi siete años que estalló el conflicto en Yemen; y, al igual que Nabiha, millones de familias luchan por sobrevivir en medio de la peor crisis humanitaria en el mundo.

Desde 2015 se han registrado más de 20.000 muertes y lesiones en la población civil, y más de cuatro millones de personas han tenido que huir al interior del país. Tres cuartos de las personas yemeníes desplazadas internas son mujeres, niñas y niños; y las mujeres encabezan un cuarto de las familias desplazadas.

En una sociedad patriarcal como la yemení, donde las normas y prácticas socioculturales determinan la vida de las mujeres, el conflicto ha aumentado el riesgo de abuso y explotación al que están expuestas.

Para tratar de sostener a su familia, Nabiha suele desempeñarse como trabajadora doméstica y utiliza los pocos conocimientos de enfermería que tiene (los adquirió de su esposo, quien trabajaba como enfermero en un hospital privado en Al-Mokha) para cubrir algunos turnos en las clínicas privadas de la localidad, donde aplica inyecciones, proporciona primeros auxilios y mide la presión sanguínea.

Al día gana entre 250 y 500 riales yemeníes (de dos a cuatro dólares estadounidenses); sin embargo, la gente del vecindario sabe de sus habilidades, así que la buscan para solicitar su ayuda y con cariño la llaman “doctora”. En un país donde escasea el personal médico capacitado y donde funciona solo la mitad de las instalaciones del sector salud, las pocas habilidades que tiene Nabiha han adquirido relevancia.

Los pocos ingresos de Nabiha apenas alcanzan para cubrir las necesidades básicas de su familia. Su alimentación consiste en arroz y frijoles principalmente; con frecuencia, solo comen una vez al día. De hecho, Nabiha suele no comer para que su hija y sus dos hijos puedan alimentarse mejor.

La crisis alimentaria en Yemen se ha agravado, así que este tipo de estrategias es cada vez más común. La probabilidad de que las familias desplazadas sufran inseguridad alimentaria es cuatro veces mayor en comparación con otras poblaciones en Yemen; de hecho, los análisis sugieren que cerca de 2,6 millones de personas desplazadas en el país están a un paso de la hambruna.

Como parte de los esfuerzos de ACNUR por brindar asistencia y protección a las familias en mayor situación de vulnerabilidad debido al desplazamiento interno al que han sido forzadas, Nabiha ha recibido apoyo financiero de la Agencia de la ONU para los Refugiados.

En los últimos dos años, en vista de que han aumentado las necesidades de las personas, el programa de ayuda financiera de ACNUR en el país ha crecido a tal grado que, por brindar asistencia a más de un millón de personas al año, es uno de los cinco programas más grandes en el mundo. Este tipo de asistencia es de suma importancia para dos tercios de las familias yemeníes desplazadas que, en contraste con Nabiha, no tienen ningún tipo de ingreso.

“Deseo que su vida sea mejor”.

Gracias a la ayuda financiera que recibió, después de haber usado los ahorros que le quedaban y después de haber asegurado un préstamo, Nabiha pudo comprar el terreno donde está construyendo un hogar permanente para su familia, lejos de las áreas donde persiste el conflicto.

“Está lejos de la ciudad, cerca de un basurero, pero ya no tengo que pagar renta”, dijo Nabiha. “Antes, pagaba renta, pero había ocasiones en que no tenía suficiente dinero para hacerlo, así que el propietario amenazaba con desalojarme. En ese entonces, no podía dormir porque estaba pensando cómo obtener dinero para pagar la renta”.

De momento, la estructura de ladrillo consta de una habitación con un techo temporal que gotea cuando llueve. Sin embargo, a pesar de las dificultades que aún enfrentan y a pesar de estar construyendo una casa con un presupuesto apretado, Nabiha espera que su hija y sus dos hijos puedan ir a la escuela y que, al hacerlo, tengan la oportunidad de alcanzar sus sueños.

“Mi hija quiere ser farmacéutica, uno de mis hijos quiere ser médico y el otro quiere trabajar en los medios de comunicación”, dijo Nabiha. “Quiero que mi hija y mis hijos sean independientes. Son excelentes estudiantes. Quiero que sean autosuficientes cuando yo muera. Deseo que su vida sea mejor, mejor que la mía”.