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Doy la cara por ellos: Ignacio Casillas

Doy la cara por ellos: Ignacio Casillas

Ignacio da la cara por Leonor para que pueda contarnos su historia.

 

Tú también puedes dar la cara por ellos, y formar parte de #DoyLaCaraPorEllos, usando el filtro de Instagram.

 

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Ignacio Casillas es el Gerente Regional de ManpowerGroup para Centroamérica y el Caribe.

 

Con más de 21 años de experiencia en la gestión de talento, hoy trabaja a favor del acceso de refugiados y solicitantes de asilo al empleo formal.

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Yo soy Leonor, madre de familia de 57 años y originaria de El Salvador. Cuando me separé del padre de mis hijos, me tocó trabajar para sacar adelante a la familia. Trabajé en una maquila, en un restaurante y en un hotel. Mis dos hijos mayores, Johan Alexander y Benjamín, tuvieron que dejar la escuela en la adolescencia, para trabajar, ya que yo sola no podía con los gastos de la casa.

Nuestro barrio estaba controlado por una pandilla, y un muy buen amigo de mi hijo Johan tenía una novia que vivía en la colonia vecina, que pertenecía a una pandilla enemiga. Después de un tiempo amenazaron al amigo de mi hijo por estar dando vueltas donde no debía y por temor, siempre le pedía a Johan lo acompañara.

Yo le pedí que no lo hiciera. 

El  28 de diciembre de 2007, un joven me vino a buscar a la iglesia. Tenía un impacto de bala, venía corriendo y chorreando sangre. Cuando llegó a la iglesia, me dijo “Johan”. Yo supe que algo había pasado y salí corriendo. Mi hijo estaba tirado en la calle frente a mi casa. 

Al parecer, él estaba había estado platicando con unos amigos, cuando pasó un carro y sin más, les dispararon a quemarropa. Cuando llegué no estaba muerto todavía y me pude despedir.

Mi vida cambió. Así, con esa zozobra, pasé los siguientes seis años. Leydi, mi hija, se mudó con su esposo a la casa de al lado. Nos quedamos viviendo en nuestro barrio y yo encontré trabajo en una empresa de seguridad.

Después de cinco años de que murió Johan, los pandilleros comenzaron a molestar a mi otro hijo, Benjamín. Constantemente le pedían que guardara armas, droga y cosas robadas de otras casas. Pero Benjamín habló con ellos, les dijo que no iba a guardar nada y allí empezaron nuevamente los problemas. En varias ocasiones lo persiguieron cuando salía de la casa. 

El 28 de diciembre -el mismo día en que habían asesinado a mi otro hijo-  un grupo de pandilleros apuñaló a Benjamín cuando se dirigía al trabajo. Pudo escapar del primer ataque, pero lo persiguieron y mataron a disparos. 

Pocos meses después, mataron a mi yerno en la puerta de su casa. Los pandilleros pensaban que él tenía que ver con la captura de dos de los que mataron a Benjamín. El jefe de mi yerno mandó custodios a la casa, pero sabíamos que ya no estábamos seguras, que teníamos que irnos. 

Ese día fue terrible. El esposo de una sobrina viajaba de El Salvador a Panamá. Él me dijo que vendiera todo y que él nos podía llevar. Yo no podía más, no salía a la calle, no iba a la iglesia. Todo el camino a Panamá me la pase llorando. No quería dejar mi país, ni a mis hijos enterrados en El Salvador. Yo sé que, si regresamos, nos van a buscar. En los momentos de dolor, no entendemos el porqué de las cosas.

Los nombres mostrados en esta historia fueron cambiados para proteger la identidad de las personas desplazadas que forman parte de ella.


Ahora que ya conoces la historia de Leonor, es momento de que la compartas.

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