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"Es muy duro. La guerra no solo destruye su casa: lo destruye todo"

Historias

"Es muy duro. La guerra no solo destruye su casa: lo destruye todo"

Rama huyó de la guerra en Siria con sus dos hijas después de ser alcanzadas por una bomba mientras caminaban por Damasco. Hace dos años y medio que vinieron a Brasil para volver a empezar sus vidas en un entorno de seguridad.
8 May 2019
Rama en su casa de São Paulo.

Rama, de 33 años, tenía una vida normal en Siria. Era profesora de historia y geografía en una escuela de Damasco, la ciudad en que nació y creció. Hoy la capital del país está devastada tras ocho años de dura guerra.

“Era una ciudad grande, bonita… el centro era muy antiguo. En Siria hay ciudades muy antiguas, con mucha historia. Pero eso era antes: después de la guerra es todo muy diferente. La guerra es algo muy duro”.

Rama siguió viviendo en Damasco después de que empezara el conflicto junto con sus hijas Lamar y Celin, que hoy tienen 7 y 5 años respectivamente. No es fácil verse obligado a abandonar su casa, su país, sus raíces. La madre y la hermana de Rama ya se habían venido a Brasil cuatro años antes de que ella decidiera unirse.

“Vivir allí era muy difícil. No tenía ni casa, ni trabajo, ni familia. No tenía dinero para comprar nada. Mi hermana, que estaba aquí en Brasil, me ayudaba. Es muy duro, porque la guerra no solo destruye su casa o su camino: destruye su corazón. Todas las familias de Siria se han visto afectadas de algún modo: han perdido su casa, no saben dónde está su marido, dónde está su hijo…”.

Rama, con sus hijas Lamar y Celin en su casa de São Paulo.

La crisis en Siria sigue siendo la mayor crisis de desplazamiento del mundo. La guerra encadena ya ocho años, más de 5,6 millones de personas refugiadas registradas y más de seis millones de personas desplazadas dentro del país. Casas, escuelas y hospitales fueron destruidos ante los ojos del mundo. Ciudades enteras desaparecieron con los bombardeos, al tiempo que miles perdieron la vida o fueron heridos.

“Mi marido está desaparecido, mis hijas no se acuerdan de él. No sabemos si está vivo o muerto. Hace dos meses, mi madre volvió a Siria para buscar a su familia. Es una historia muy triste”.

En el día a día en medio de la guerra, Rama y sus hijas fueron alcanzadas por una bomba. Andaban por las calles de Damasco cuando comenzó un bombardeo que las alcanzó. Las niñas, que entonces tenían 3 y 5 años, acabaron tendidas en el suelo, y ella perdió el conocimiento durante un tiempo que no sabe precisar:

“Vi a mis hijas tiradas en la calle, llamaba a Lamar y a Celin pero no respondían. Lamar sangraba mucho. Yo también estaba herida, pero en ese momento no lo noté: solo veía a mis hijas. Fue muy difícil porque no había ningún hospital cerca a causa de otra bomba. Entonces esperé en casa de un vecino que me ayudó hasta que pudimos ir hasta otro hospital, en el que pasamos dos meses”.

Después del ataque, las niñas quedaron ingresadas luchando por sus vidas durante dos meses. Celin, la más joven, sufrió graves heridas en una pierna, una mano y el vientre, y aún tiene un resto de metralla de la bomba. Su hermana mayor, además de sufrir heridas en el cuerpo, perdió un ojo y en la actualidad utiliza una prótesis ocular. Cuando crezca se tendrá que operar para retirar un resto de metralla que le quedó en la cabeza.

“Ellas solo se acuerdan de la bomba, no consiguen olvidarla. Como consecuencia, Lamar tiene ahora problemas psicológicos. A medida que se hace mayor, pregunta más por su ojo. Hace dos meses, cuando su abuela volvió a Siria, lloró mucho y pensaba que se iba a morir y que ella también sería alcanzada por una bomba”.

Lamar mira dibujos animados desde un celular en su casa, en São Paulo.

Cuando las pequeñas se recuperaron y recibieron el alta, lo primero que hizo Rama fue juntar lo poco que tenía con ayuda de unas amigas y poner rumbo a Brasil. Para ello tuvo que ir hasta Beirut (el Líbano), ya que en Damasco ya no había consulado.

“Conseguí llegar al consulado en Beirut y allí me ayudaron en cuanto vieron a mis hijas. Estaban muy mal”.

Su madre y su hermana ya se encontraban en São Paulo, de modo que vio en esta ciudad una oportunidad de volver a empezar sus vidas. En cuanto llegaron buscaron Cáritas, asociada de ACNUR, donde las ayudaron con la documentación:

“Me ayudaron a tramitar todos nuestros documentos. Ahora nos están ayudando con la nacionalidad de Celin”.

Hoy la familia lleva ya más de dos años y medio en Brasil, pero los primeros dos años no fueron fáciles. Después de tener que pasar seis meses en casa de una amiga, una generosa conocida cedió a Rama una casa en la que instalarse con su familia. Al poco tiempo fue reestructurando su vida, las pequeñas empezaron a ir a la escuela y tuvieron acceso a los servicios sanitarios que precisan para tratar las secuelas del ataque.

Pero cuando todo cambió realmente fue cuando en 2018 participó en el proyecto Empoderando Refugiadas, una iniciativa de ACNUR y del Pacto Mundial. Gracias a este proyecto, Rama consiguió un trabajo como auxiliar administrativa en la empresa Fox Times.

Rama trabaja en la empresa Fox Times.

“El pueblo de Brasil es muy bueno, tiene un corazón muy grande. No me siento refugiada, no me siento extranjera: me siento en casa, en mi país. En Siria ya no me queda nada, pero aquí tengo familia, tengo amigas en el trabajo”.

Cuando piensa en el futuro, Rama sigue sin ver un camino despejado. Para conseguir convalidar su diploma debería cursar un año de portugués e historia en la universidad, algo que de momento le resulta imposible por las responsabilidades derivadas de sus hijas.

“El futuro es difícil, pero prefiero no pensarlo. Las cosas aquí no son fáciles, pero de momento no cambio Brasil”.

ACNUR actúa en la emergencia siria desde el primer momento. Somos la principal agencia de Naciones Unidas en cuestión de protección, acogida, servicios comunitarios y distribución de elementos de primera necesidad en Siria. Pero eso no es todo: estamos al lado de los refugiados y los acompañamos en cada paso de su viaje. En Brasil, a través de nuestros socios locales, apoyamos clases de portugués, convalidación de títulos y documentación, en un esfuerzo por que las familias se integren y tengan la oportunidad de vivir en mejores condiciones.