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Campaña de documentación beneficia a población rural en Costa de Marfil

Historias

Campaña de documentación beneficia a población rural en Costa de Marfil

Una campaña alienta a la población rural en riesgo de apatridia a inscribirse para obtener documentación que les permita participar en la vida del país; la iniciativa ha sido un éxito.
22 May 2019
Mujeres bailan para celebrar el término de una reunión pública organizada por la Asociación Femenina de Asistencia Jurídica en Olleo, Côte d'Ivoire.

Parecía que se trataba de un festival. Participó una banda local, las mujeres bailaban, hubo discursos.

Así fue el animado ambiente de la reunión celebrada en Olleo, al norte de Costa de Marfil, en la que se dieron cita muchas personas que carecen de todo tipo de documentación, incluso de certificados de nacimiento.

La reunión fue organizada por la Asociación Femenina de Asistencia Jurídica de Costa de Marfil con el apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.

Asistieron más de 500 personas. Cuando Rosine Zouassi, miembro de la Asociación, pidió que las personas indocumentadas levantaran las manos, una gran multitud se apresuró a rodearla; muchas de las personas alzaban ambas manos sobre la cabeza.

Una sensación de exclusión con un punto de miedo y algo de esperanza fue lo que hizo acudir a los aldeanos. Durante generaciones, muchas personas han vivido en estas tierras en gran medida sin educación formal, aisladas y sin capacidad de inscribir con facilidad el nacimiento de sus hijos.

“Aquí si no tienes papeles no vales más que un pájaro”. 

“No tengo papeles, y sin ellos la gente no te considera un verdadero miembro de la aldea”, cuenta Zana Kongo acompañado de su hija Djenika. Dice que su padre tenía certificado de nacimiento pero que murió en un accidente de motocicleta y le robaron todas sus pertenencias. “Aquí si no tienes papeles no vales más que un pájaro”, añade.

En todo el mundo hay millones de personas que carecen de nacionalidad y muchas más que están en situación de riesgo de apatridia, a menudo porque no disponen de documentos que demuestren su ciudadanía o su derecho a una nacionalidad. Enfrentan una vida de desigualdades y dificultades.

Como muchos otros en situación de riesgo de apatridia en Costa de Marfil, la familia Silué cultiva una gran parcela de terreno a varios kilómetros de la aldea. Plantan maíz, arroz y algodón.

Ngolo Silué dice que tiene 50 años pero es probable que sea mayor. Durante los años ha ahorrado dinero suficiente para comprar una motocicleta pero, como a otros muchos, le da miedo usarla fuera de los límites de la aldea y los campos adyacentes.

“Aquí nos sentimos como presos”, dice su hijo mayor Yeo. “No tener papeles nos aterra. Si vas a la ciudad en motocicleta, puedes tener un problema si te paran”.

Sin documentos no se puede solicitar un puesto de trabajo oficial, estudiar en la universidad ni obtener un permiso de conducir. De ahí la sensación de miedo y de estar presos en su pequeño universo.

Avanzando por la carretera hacia otro conjunto de aldeas llamado Fodoulokaha donde tienen el mismo problema. El jefe de las aldeas es Yeo Kalimon. Cree que tiene 63 años, o puede que 66. Como casi todo el mundo aquí, carece de documentos como una tarjeta de identidad que puedan demostrar su edad o darle un estatus oficial.

“Si tuviera papeles la gente me respetaría”, nos cuenta. “Me considerarían un verdadero jefe”.

“Si tuviera papeles la gente me respetaría. Me considerarían un verdadero jefe”.

El caso de Sungary Koulibaly es más preocupante. Siendo un niño perdió la vista de forma repentina. Nunca se identificó la causa. Esto no le ha impedido cultivar cosechas en sus campos durante toda su vida adulta.

“Es algo casi mágico”, nos cuenta su amigo Yeo Logba. “Puede detectar las malas hierbas con solo tocarlas. Es como si lo pudiera ver todo en su cabeza”.

Sungary tiene un plan recurrente en la cabeza acerca de sus ojos. Le gustaría que le examinara un médico, pero el hospital está en la ciudad, a una docena de kilómetros, y le da miedo hacer ese viaje.

“Si tuviera documentos oficiales podría ir, pero ahora me podrían parar y podrían pasarme cosas malas”.

Es probable que este temor esté infundado, nos dice Rosine Kouassi, pero es algo que lo mantiene anclado a su aldea. Al describir su condición, el recurre a otro animal.

“Sin papeles no me consideran más que a una oveja”, nos dice.

Algunos factores dan pie a la esperanza. A diferencia de los Fula, una comunidad de pastores cuya vida se extiende a caballo entre fronteras internacionales, estos aldeanos son considerados marfileños de sangre y, por lo tanto, no se encuentran en grave riesgo de apatridia. No obstante, conseguir los papeles de la plena nacionalidad sería costoso, requeriría tiempo y dependería de la decisión de un juez. La mayoría no lo intenta nunca.

Rosine Zouassi explica que hace mucho que superaron el plazo de tres meses para declarar un nacimiento y, así, obtener directamente un certificado de nacimiento. En Olleo le cuenta a la gente que deben inscribirse en su agencia, donde llevarán las solicitudes oficiales hasta un tribunal para agilizar el proceso.

Al terminar el día se habían inscrito 418 aldeanos.

“Viven aislados en sus aldeas”, nos cuenta Rosine. “Cuando comprenden la importancia de estos documentos, nos piden encarecidamente que los ayudemos a conseguirlos”.

“El camino será largo y habrá que hacer frente a ciertos costes para conseguir un certificado de nacionalidad o incluso una tarjeta de identidad. Gracias a ACNUR, podemos decirles que correremos con los costes derivados”.

Sin esta ayuda cada persona tendría que pagar para inscribirse en el juzgado, además de para obtener un certificado médico en el que se estime su edad. El coste sería de por lo menos 80.000 CFA (120 €), lo cual supone una cantidad prohibitiva para casi todos ellos.

Rosine, de la Asociación Femenina de Asistencia Jurídica, pasa semanas en la carretera yendo de una aldea a otra para hablar de la necesidad de que las personas tengan documentos. Su trabajo es el núcleo de la campaña apoyada por ACNUR.

“Me duele mucho no haber ido a la escuela. Quiero que mi hijo pueda ir para ayudarme más adelante”.

Comenzó en 2015 con la Declaración de Abiyán en la que los 15 países africanos que componen la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS, por sus siglas en inglés) se comprometieron a trabajar para reducir la apatridia. Dos años después el compromiso pasó a ser vinculante. Ahora el objetivo en Côte d’Ivoire es conseguir que se adopte una nueva normativa que facilitaría mucho el trámite para conseguir tarjetas de identidad o incluso la nacionalidad.

En Olleo el mensaje está calando poco a poco. Aldeanos como Sinali, el segundo hijo de Ngolo Silué, se inscribieron en la Asociación Femenina de Asistencia Jurídica. Quiere poder enviar a su hijo a la escuela.

“Me duele mucho no haber ido a la escuela”, dice. “Quiero que mi hijo pueda ir para ayudarme más adelante”.

Esta ayuda podría consistir en leerle documentos o ayudarlo a acelerar la tramitación de papeles oficiales.

 

Prevenir y reducir la apatridia es parte del mandato mundial de ACNUR. Para saber más, consulte aquí.

Puede saber más sobre la campaña del ACNUR #IBelong para erradicar la apatridia aquí.