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Médica iraquí brinda atención y alivio a sobrevivientes yazidíes

Historias

Médica iraquí brinda atención y alivio a sobrevivientes yazidíes

Durante años, la ginecóloga Nagham Hasan ha brindado atención médica y emocional a personas que fueron capturadas por ISIS; y, aunque su labor puede ser desgarradora, tiene el compromiso de seguir llevándola a cabo a largo plazo.
4 October 2022
La Doctora Nagham Hasan es una ginecóloga iraquí que ofrece atención médica y psicosocial a las mujeres y niñas que sobrevivieron a las persecuciones, la esclavitud y la violencia de género a las que fueron sometidas por grupos extremistas al norte de Iraq.

En una cabaña de una sola habitación en el campamento de desplazados de Rwanga, en la región del Kurdistán iraquí, cuatro mujeres están sentadas, una muy cerca de la otra, en torno a la ginecóloga Nagham Hasan. Portando una bata blanca, la doctora tranquiliza a cada una de sus pacientes. Toma la mano de Leila y se inclina para acercarse a ella; luego, se gira ligeramente para comprobar el pulso de otra paciente. Su ceño fruncido denota concentración, al mismo tiempo que con su tacto transmite seguridad.


Han pasado ocho años desde que estas mujeres fueron esclavizadas por militantes de ISIS. Es septiembre y, fuera del recinto, el calor del verano es intenso. Cuando el generador se apaga, el único sonido que se escucha proviene de los susurros de estas mujeres, quienes hablan apresuradamente, con un extraño atisbo de esperanza inspirado por la visita de la ginecóloga. Aunque han pasado cuatro años desde que lograron escapar del cautiverio, la vida sigue siendo precaria.

“Muchas gracias, doctora, por lo que ha hecho por nosotras. Usted es la primera que ha venido a tranquilizarnos, guiarnos y asesorarnos. No seríamos quienes somos sin usted”, le dice Nergiz, una mujer de 42 años que fue capturada por ISIS en 2014. Como es el caso de todas las supervivientes en esta historia, debido al estigma y al riesgo de represalias – incluso en su propia comunidad –, Nergiz optó por usar un pseudónimo.

“Todas fuimos prisioneras. Cada una de nosotras pasó más de cuatro años en las garras de ISIS”, cuenta Nergiz mientras señala al grupo de mujeres que la rodea. En 2014, por sus creencias religiosas, la minoría yazidí fue señalada y se convirtió en presa de una devastadora campaña genocida.

En agosto de ese año, los combatientes de ISIS se apoderaron de Sinjar, al noroeste de Iraq, donde ejecutaron a miles de mujeres, niñas, niños y hombres yazidíes. Además, secuestraron a más de 6.000 personas, y las mujeres y las niñas fueron sometidas a terribles atrocidades, como la violencia y la esclavitud sexuales. Sinjar fue recuperada un año después, pero 3.000 personas yazidíes siguen desaparecidas, y más de 200.000 aún están desplazadas.

La doctora Nagham, de 45 años, se gira hacia Nergiz y le dice suavemente: “Siempre estaré aquí para apoyarte. Si no puedo hacerlo, será porque se escapa de mi control. Mi objetivo es ayudarte a superar el trauma que viviste”. Enseguida, coloca un tensiómetro en la parte superior del brazo de Nergiz; luego, lo aprieta y espera.

Cuando era niña en el pueblo de Bashiqa, al norte de Iraq, la doctora Nagham, quien es también yazidí, se dio cuenta de los abusos y las injusticias a las que el grueso de la sociedad somete a las mujeres, así que decidió hacer algo al respecto. En Mosul estudió medicina, y su trayectoria empezó con el sueño de atender a mujeres que no podían concebir. Sin embargo, su vida cambió de rumbo en 2014.

“Vi la catástrofe de la que fueron víctimas las mujeres yazidíes. Fui testigo de las violaciones y del abuso verbal que sufrieron”, comparte Nagham. Mientras otras personas huían, ella se dirigió a los campamentos para atender a las supervivientes. Por la tortura, la violencia sexual y las deplorables condiciones en que vivían, quienes habían estado en cautiverio tenían lesiones e infecciones que necesitaban tratamiento.

Poco después, mientras dirigía el Hospital General de Sheikah, la doctora Nagham constituyó Hope Makers, una ONG que se dedica a brindar atención a supervivientes. Además de poner a disposición sus conocimientos técnicos y especializados, esta profesional de la medicina también ofrece consuelo y apoya a las supervivientes.

En ocasiones, no obstante, no encuentra palabras de alivio para sus pacientes, sobre todo cuando se trata de niñas de apenas ocho años. “Esto me afectó profundamente e hirió mi humanidad, porque ¿cómo se puede reconfortar a una niña tan pequeña que fue violada en más de una ocasión por un hombre de 60 años?”.

Cuando el dolor y las preocupaciones se apoderan de ella, la doctora Nagham acude a Suham, su madre, quien es también su guía. Suham le dice que no debe darse por vencida porque las supervivientes la necesitan. Suham recalca que su hija siempre ha sido muy sonriente. Además, cuenta que, siendo niña, la doctora Nagham trataba a sus hermanos como si fuera su madre.

“Estaré aquí todo el tiempo que sea necesario”.

Aunque tuvo la oportunidad de salir de Iraq, esta médica optó, categóricamente, por permanecer en el país: “Estaré aquí todo el tiempo que sea necesario”, confiesa. “Tengo un mensaje, una causa: Considero que las supervivientes aún necesitan ayuda, y no quiero abandonarlas. Soy una mujer yazidí, así que comparto creencias con las supervivientes, y eso me ha permitido conversar con ellas y comprender sus necesidades”.

Por el extraordinario servicio que presta y por su compromiso hacia la comunidad y hacia las personas desplazadas en Iraq, la doctora Nagham ha sido seleccionada como ganadora regional – en Oriente Medio y el Norte de África – del Premio Nansen de ACNUR, un prestigioso galardón que año con año honra a quienes han emprendido acciones admirables para ayudar a las personas desplazadas y apátridas.

Las personas yazidíes desplazadas siguen viviendo en pobreza extrema en campamentos, asentamientos informales y zonas urbanas; además, algunas familias aún están buscando a sus seres queridos desaparecidos. Por la falta de servicios públicos (como educación y atención médica), por la destrucción de sus hogares, por los continuos desafíos en materia de seguridad y por la falta de acceso a la justicia, muchas personas yazidíes aún no pueden volver a casa, en Sinjar. Por otra parte, algunas mujeres yazidíes – en particular aquellas que criaron a sus hijos en medio de terribles experiencias – se enfrentan a dificultades para poder reintegrarse a sus comunidades.

Hasta ahora, la doctora Nagham ha atendido a 1.200 supervivientes. Hope Makers, su ONG, actualmente cuenta con 50 colaboradores y con dos clínicas en Sinjar, donde se ofrece asesoría, tratamiento psiquiátrico y vinculación para que las supervivientes puedan volver a casa. Algunas de sus antiguas pacientes se han convertido en promotoras de la paz o defensoras de derechos humanos, lo cual la llena de orgullo y alegría.

En el campamento de Rwanga, Leila (42 años) está sentada a la izquierda de la doctora Nagham. Esta mujer fue esclavizada y torturada continuamente durante cuatro años. Ella narra que ISIS asesinó a su esposo y a sus tres hijos mayores. “He perdido mucho y a muchas personas. No tengo el valor para hablar de las atrocidades que he visto”.

La doctora Nagham empieza a llorar. Leila asevera que su mente y su cuerpo están sufriendo los estragos de su cautiverio. También resalta que las supervivientes como ella sienten que el mundo se ha olvidado de su situación y simplemente siguió adelante. Por ese motivo son tan valiosos la atención y los cuidados que brinda la doctora Nagham.

“La doctora nos ha apoyado desde que volvimos a casa; de hecho, nos sigue apoyando”, asegura Leila. “Siempre está ahí para nosotras”.