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Para-karate le da segunda oportunidad de brillar a venezolano en Ecuador

Historias

Para-karate le da segunda oportunidad de brillar a venezolano en Ecuador

Carlos perdió la movilidad de sus piernas, pero a pesar de su discapacidad, él y su familia se vieron obligados a irse de su natal Venezuela a Ecuador. Ahí el para-karate le ha ayudado a integrarse
3 December 2022
Carlos Acosta, refugiado venezolano, sostiene las medallas que ha ganado en competiciones de para-karate después de un entrenamiento en Quito.

Carlos Acosta es un incansable soñador. Estar en una silla de ruedas no lo frena de salir de su casa para alcanzarlos. Mientras alista su maleta con la indumentaria deportiva, este campeón sonríe de la emoción de empezar a practicar un deporte en el que es pionero en Ecuador, el para-karate. Él tiene dos años en esta disciplina y aunque ya ha ganado varias competencias nacionales, aún siente que debe practicar mucho para calificar a unos Juegos Olímpicos.

“Esta disciplina la tomé como motivación y para demostrarle al Ecuador que nosotros como venezolanos podíamos aportar ese granito de arena para que Ecuador sea grande también”, explica el atleta quien cree firmemente que a través del deporte puede retribuir al país que lo acogió junto con su familia.

Carlos nació en Barinas, Venezuela, y a sus 16 años conoció a quien sería su compañera de vida. Se desempeñaba como técnico automotriz y, a la vez, era voluntario en una fundación que lucha contra el cáncer. Su vida cambió radicalmente en 2017, cuando un disparo a su columna lo privó del uso de sus piernas. Poco después, se vio obligado a salir de Venezuela, junto con su familia. Como persona con movilidad reducida, los cuatro días en autobús hasta Ecuador fueron un trauma adicional. En el país andino, Carlos y su familia solicitaron protección como refugiados.

La ciudad de Quito recibió a Carlos, su esposa e hijo con su característico clima frío, lluvias inesperadas y colinas inclinadas de los Andes que luego serían su principal reto para movilizarse. Su deteriorado estado de salud le dificultaba su adaptación a las nuevas condiciones de vida, pero gracias a la ayuda de un nuevo amigo ecuatoriano, pudo asistir a fisioterapias.

El para-karate llegó a la vida de Carlos cuando más lo necesitaba.

“Yo me he propuesto en la vida superarme y sé que con nuevas oportunidades yo puedo mejorar físicamente sea en lo personal, como en el deporte”, cuenta el para-karateka.

Un día se encontró por casualidad con quien sería su senséi. Rainy Camacho, quien apenas estaba empezando a difundir el para-karate en Quito, lo invitó a participar. Aunque, para Carlos, era descabellado practicar el karate sin hacer uso de sus extremidades inferiores, aceptó probarlo.

El karate es un arte marcial conocido por el uso estratégico de bloqueos, puños y patadas en medio de combates, pero en él también destaca la implementación del Kata, que son movimientos realizados con el objetivo de formar poses de combate sin la necesidad de enfrentarse físicamente a un oponente. En este caso, el para-karate se enfoca específicamente en la implementación del Kata.

Practicar para-karate le dio a Carlos la luz que necesitaba en su vida. Las practicas dejaron de ser cada sábado y se convirtieron en dos y hasta tres sesiones semanales. Debido a su discapacidad, Carlos tenía que llevar a cabo una rigurosa preparación desde el día anterior para asistir a las prácticas. Entre estas estaba preparar una maleta con su indumentaria, bajar las escaleras de un segundo piso cargado por algún tercero, pero muchas veces arrastrado por ausencia de familiares, subir y bajar diferentes colinas hasta llegar a la calle principal y tomar el transporte público que lo llevaría a las instalaciones de la Federación Deportiva de Pichincha.

“A veces nosotros somos quienes nos colocamos las limitaciones”, explica el senséi, Rainy Camacho, destacando la evolución personal, emocional y deportiva de Carlos desde que empezó el para-karate. “Carlos es el vivo ejemplo. Él hace cosas que a veces ni nos imaginamos que podemos hacer. Es un ejemplo de vida para todos nosotros”.

El atleta forma parte del más de medio millón de personas refugiadas y migrantes provenientes de Venezuela y de las más de 74.000 personas refugiadas reconocidas (la mayoría de Colombia) que han encontrado nuevas oportunidades en Ecuador. De ese total, se estima que casi el 5 por ciento presentan dificultad para caminar, según los resultados de la Encuesta de Monitoreo de Resultados de 2022, realizada por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.

Carlos tiene 33 años y en 2018 huyó de su natal Venezuela junto a su familia, tras recibir un disparo en la columna que lo quitó la movilidad de sus piernas. En Ecuador encontró en el para-karate, la oportunidad de convertirse en deportista y campeón suramericano.

La dedicación de Carlos en este deporte lo convirtieron en atleta oficial de la Federación Ecuatoriana de Karate; cuatro veces medalla de oro nacional de Para Karate representando a Pichincha; campeón provincial de Pichincha; y medalla de oro del campeonato suramericano 2022 representando a Ecuador. Todos estos logros, cuenta Carlos, en honor al país que le ha brindado una segunda oportunidad.

“Las personas refugiadas y otras en movilidad humana salen de sus países con mucho talento y sueños por cumplir”, comenta Giovanni Bassu, representante de ACNUR en Ecuador. “Desde el arte hasta el deporte, tienen mucho para aportar a sus países de acogida si tienen la oportunidad”. ACNUR y sus socios en Ecuador llevan a cabo programas que permiten a las personas en movilidad cultivar sus habilidades deportivas para facilitar su protección e integración en el país.

Los logros de Carlos le han demostrado que su movilidad reducida no es un obstáculo, sino una herramienta que le permite demostrar que los talentos se cultivan y los sueños se cumplen. Además, le han enseñado a seguir proyectándose a futuro.

“Tengo un sueño de ir a unos Juegos Olímpicos”, comparte. “Espero que la vida me dé esa oportunidad de ir”.