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Jóvenes del estado de Rakhine, en Myanmar, abordan las divisiones étnicas

Historias

Jóvenes del estado de Rakhine, en Myanmar, abordan las divisiones étnicas

Grupos de jóvenes formados por miembros de las etnias rakhine y rohingya proponen soluciones a los problemas comunes del Estado de Rakhine, en Myanmar, que está dividido étnicamente.
23 March 2022
Maung Kyaw Maung (a la izquierda), de etnia rohingya, y Myint Swe, de etnia rakhine, son miembros de un comité de desarrollo juvenil local en el estado de Rakhine, Myanmar.

En un día de invierno de cielo azul en el estado occidental de Rakhine, en Myanmar, cientos de personas de dos pueblos vecinos – uno habitado por personas de etnia rakhine y el otro por la minoría rohingya – acuden a un campo abierto. El ambiente es alegre y festivo mientras la multitud se reúne en torno a un gran campo de deportes improvisado.

Mientras comienza un partido de fútbol entre equipos formados por jugadores rakhines y rohingyas, Myint Swe mira con orgullo. “Nos ha tomado varias semanas de planificación para organizar este evento”, comenta este hombre de 32 años de Pyar La Chaung, el pueblo rakhine.

También observa desde la barrera Maung Kyaw Maung, de 20 años, de Pyin Chay, el pueblo rohingya que está a 10 minutos a pie del rakhine. “Los jóvenes de ambas aldeas se unieron para hacer esto posible”, señala.

El dúo forma parte de un grupo de jóvenes de ocho miembros que organizó el evento. Oficialmente llamado Comité de Desarrollo de la Juventud, está formado por cuatro jóvenes de los dos pueblos que fueron elegidos por sus respectivas comunidades para proponer soluciones a los problemas comunes y organizar actividades conjuntas como el partido de fútbol.

Las historias de colaboración a través de las líneas étnicas son relativamente raras en el estado de Rakhine, donde las divisiones étnicas y religiosas han afectado durante mucho tiempo a las relaciones intercomunitarias. Aunque la región se ha librado en gran medida de la violencia experimentada en otras partes de Myanmar tras la toma del poder por parte de los militares el 1 de febrero de 2021, las heridas históricas de conflictos anteriores aún no han cicatrizado del todo.

Desde principios de la década de 1990 se han producido varias oleadas de violencia y desplazamientos. Entre las más significativas están la violencia intercomunal de 2012 y, cinco años después, la crisis que forzó a más de 740.000 rohingyas a huir a través de la frontera con Bangladesh. En total, unos 1,6 millones de personas rohingyas viven como refugiadas, principalmente en Bangladesh, Malasia e India. Otras 148.000 de las 600.000 personas rohingyas que permanecen en Myanmar están desplazadas en el estado de Rakhine.

Sus posibilidades de poder volver a casa en un futuro próximo siguen siendo escasas. Además de la continua inseguridad que afecta tanto a las personas rohingyas como a las comunidades rakhine, el estado de Rakhine es una región con escasas oportunidades económicas.

Las personas rohingyas viven en condiciones especialmente precarias después de décadas en las que se les han negado derechos básicos, como la ciudadanía, la libertad de movimiento, y el acceso a servicios básicos como la educación y la atención sanitaria. Aunque en la última década se han mejorado las condiciones de vida, no se han producido avances tangibles en materia de ciudadanía y documentación.

Como parte de los esfuerzos para hacer frente a estos desafíos, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha estado trabajando con sus socios para fomentar una mayor cohesión social entre los dos grupos étnicos y reducir la probabilidad de futura violencia intercomunitaria.

El éxito de la organización de la jornada deportiva en la que participaron las comunidades rakhine y rohingya es la culminación de un proyecto de empoderamiento de la juventud rural de un año de duración dirigido por ACTED, una ONG internacional y socia de ACNUR.

“La juventud desempeña un papel especial en la configuración de la dinámica intercomunitaria”, explica Htin Kyaw Min, Director de proyectos de ACTED. “Puede actuar como agente de cambio para reforzar el diálogo, la toma de decisiones y la resolución de conflictos, no solo dentro de sus comunidades, sino también entre ellas”.

“Tenemos mucho en común”.

El Comité de Desarrollo Juvenil del que forman parte Maung Kyaw Maung y Myint Swe es uno de los seis creados por ACTED en el marco del proyecto. Los miembros de cada grupo reciben capacitación sobre liderazgo, construcción de la paz, desarrollo empresarial, habilidades profesionales y primeros auxilios, entre otras cosas. Luego, trabajan con personas adultas mayores y la administración del pueblo para identificar las necesidades y aplicar soluciones conjuntas que beneficien a ambas comunidades.

La capacitación ha inspirado a los miembros a idear actividades generadoras de ingresos que sirvan a sus dos comunidades. “La capacitación en desarrollo empresarial nos dio la idea de comprar mesas y sillas que se utilizan para eventos comunitarios como la jornada deportiva de hoy. Cuando no se usen, pensamos alquilarlas a otros pueblos para generar algunos ingresos”, comenta Myint Swe. “Queremos utilizar el dinero recaudado para terminar la construcción de una carretera que una nuestras dos aldeas”.

Al promover la integración social y el empoderamiento económico tanto de las comunidades rakhine como rohingya, el proyecto de empoderamiento de la juventud busca fomentar las condiciones que ayuden a restablecer los derechos fundamentales de las personas rohingyas y facilitar el camino para que regresen a casa con seguridad.

“Tenemos mucho en común”, asegura Myint Swe, señalando que ambos pueblos carecen de educación, pero especialmente el rohingya. “Nos esforzamos por ayudarnos mutuamente a adquirir más conocimientos. El conocimiento es muy importante y ayuda a mantener la paz”.

“Antes, la interacción entre nuestros pueblos era menos frecuente”, comparte Maung Kyaw Maung. “Ahora, mantenemos una relación más amistosa entre nosotros”.

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