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Clases de portugués impulsan la integración de refugiados en San Pablo

Historias

Clases de portugués impulsan la integración de refugiados en San Pablo

Comenzar en pequeño, soñando en grande: es así que Pablo encara el reinicio de su vida en Brasil, en condición de refugiado.
16 December 2010
En la carta de Pablo, uno de los participantes del curso de portugués para refugiados en San Pablo, está escrito: "(...) el grano de arena que se aporta es una señal de que el mundo puede cambiar". En la carta de Pablo, uno de los participantes del curso de portugués para refugiados en San Pablo, está escrito: "(...) el grano de arena que se aporta es una señal de que el mundo puede cambiar".

SAN PABLO, Brasil, 10 de diciembre (ACNUR) – Comenzar en pequeño, soñando en grande: es así que Pablo* encara el reinicio de su vida en Brasil, en condición de refugiado. La nueva meta de este colombiano que sobrevivió a los conflictos de su país y al terremoto que afectó a Chile a principio de este año es integrarse rápidamente al país donde vive. Y él acaba de cumplir una primera e importante etapa.

Pablo es uno de los participantes en el curso de portugués para refugiados que brindan el Servicio Social de Comercio (SESC) y el Servicio Nacional de Aprendizaje Comercial (SENAC), en San Pablo.

La iniciativa es el resultado de una asociación de 15 años entre la comisión de Cáritas Arquidiocesana de San Pablo, socia implementadora del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) en Brasil, y las dos entidades involucradas en esta iniciativa. Las clases se dan en el SESC Carmo, unidad central y de fácil acceso. El material didáctico de los dos módulos básicos y el profesor son cedidos por el SENAC.

"Para los alumnos, el curso es la primer gran conquista después de un período marcado por pérdidas. Pero esta victoria nadie se las quita", afirma el profesor Hamilton Amadeu Junior, que está en el proyecto desde el 2008. Para él, el secreto de una buena clase es conciliar las diversas culturas y experiencias de los alumnos, manteniendo el portugués como punto de convergencia.

El aula de clase es un espacio neutro, de ejercicio de la tolerancia. En ella no hay diferencia en ser mujer u hombre, tener una religión u otra: el objetivo es promover el trabajo conjunto para la superación de las dificultades del idioma.

"Muchas personas llegan marcadas por conflictos, pero es necesario dejar la guerra fuera del grupo para avanzar" afirma la asistente social Denise Orlandi Collus, técnica del SESC que trabaja directamente con los refugiados en la unidad Carmo.

El dominio del idioma impulsa el proceso de inserción del refugiado en la sociedad brasilera. Desde su creación, el curso ya tuvo 60 grupos y aproximadamente mil alumnos inscriptos. Y de este total, apenas el 20% desisten.

La deserción es más frecuente en la segunda etapa, cuando el refugiado ya está en el país hace un tiempo suficiente como para reconquistar su autonomía e, incluso, tiene que ver con lo que aprendió de portugués. Por un lado, es posible entender la interrupción del estudio como una señal de avance en el proceso de integración.

"En general, los alumnos dejan el curso porque consiguieron empleo, lo que es una buena señal. Pero la puerta está siempre abierta para los que quieren volver y terminar el aprendizaje", dice Denise.

Sergio* vino de Guinea. Para él, el hecho de tener el francés como lengua nativa lo ayudó a aprender portugués y a conseguir una novia brasilera, que conoció paseando en un centro comercial de la capital paulista. "Sin el idioma no conseguimos comunicarnos con las personas y se vuelve más difícil encontrar trabajo", afirma.

"Leo y escribo mucho para practicar el idioma", cuenta Mateu*, otro refugiado colombiano, mostrando el cuaderno enteramente lleno de anotaciones y significados, que funcionan como un diccionario.

En Brasil desde el mes de abril, él participó del curso por segunda vez. "Vengo al SESC todos los días, estudio desde las 9hs hasta las 11hs, almuerzo en el restaurante, encuentro gente, converso. Necesito llenar mi tiempo con actividades interesantes para no sentirme solo", cuenta.

Además del curso de portugués, el convenio entre Cáritas y SESC posibilita al refugiado frecuentar la red de 32 unidades del SESC en todo el Estado de San Pablo, constituida por centros culturales y deportivos. La credencial de asociado da derecho a comidas subsidiadas y acceso gratuito a Internet.

"Este es un espacio de integración, pues el refugiado es una entre las 3.500 personas que pasan por la unidad durante el almuerzo en horario pico", explica Denise. "Aquí aprende la dinámica de la ciudad, rehace su rutina y se siente nuevamente inserto en el mundo".

El proceso de integración no asusta al colombiano Pablo. "Brasileros y colombianos son amables y cariñosos, somos parecidos", dice. Con las personas él ya sabe lidiar, pero para superar las barreras de la lengua siempre lleva consigo el diccionario que le dio el profesor de portugués.

(*) Los nombres fueron cambiados por razones de seguridad

Karin de Pecsi y Fusaro, en San Pablo