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Filipinas: Desplazados retornados reciben ayuda para volver a cultivar algas marinas

Historias

Filipinas: Desplazados retornados reciben ayuda para volver a cultivar algas marinas

El ACNUR está ayudando a los retornados en las aldeas insulares de Zamboanga a recuperarse apoyando sus medios de vida tradicionales y construyendo secadores de algas marinas.
2 April 2015
Una mujer prepara las algas marinas antes de ponerlas a secar al sol en la localidad de Leha-Leha, participando así en un proyecto de ACNUR para ayudar a los retornados de los pueblos de la isla de Zamboanga a recuperar su forma tradicional de ganarse la vida.

ZAMBOANGA, Filipinas, 2 de abril de 2015 (ACNUR) – Durante la mayor parte de su vida, la existencia de Faizal Pasaki ha estado estrechamente ligada al mar. Su día empieza al amanecer, surcando con su barca las tranquilas aguas por entre un bosque de innumerables botellas de plástico vacías que, meciéndose en la superficie, sostienen las cuerdas que utiliza para recolectar algas.

Hasta hace poco tiempo, grupos de habitantes indígenas de tribus musulmanas como los Tausug y los Sama Dilaut vivían en palafitos y se dedicaban al cultivo de algas marinas a lo largo de las costas de idílicas poblaciones como Leha-Leha y Layag-Layag, en la isla de Mindanao, en el sur de Filipinas.

Esta tradición se hizo añicos cuando, en septiembre de 2013, estallaron los enfrentamientos entre grupos armados y fuerzas gubernamentales en Zamboanga. Unas 120.000 personas resultaron desplazadas de 11 barangays costeros. Muchas de ellas acabaron en centros y campos de evacuación, sin saber si podían volver a casa o reanudar su forma tradicional de ganarse la vida.

Tras muchos meses de vivir en condiciones miserables en estos campos, unos 370 desplazados, entre ellos mujeres y niños vulnerables, han vuelto a las aldeas de la isla desde el pasado diciembre.

"Estoy muy feliz de haber vuelto", dice Faizal Pasaki, un cultivador de algas que intenta rehacer su vida en Leha-Leha. Está deseoso de acabar con la dependencia que su familia tiene ahora de los alimentos que les facilita el gobierno local.

"Tenemos nuestra manera de ganarnos el sustento aquí", dice. "Nuestra vida está aquí. No podemos seguir subsistiendo a base de sardinas en lata y fideos instantáneos".

El jefe de operaciones de ACNUR en Mindanao, Peter Deck, añade: "El cultivo de algas marinas ha sido su fuente de ingresos. Es su manera tradicional de ganarse la vida y es con esta actividad que mantienen a sus familias".

Siendo consciente de esta situación, ACNUR está apoyando un proyecto de medios de vida para construir plataformas de hormigón sobre pilares que posibilitarán que los cultivadores sequen sus algas al sol. Miembros de la comunidad están colaborando en la construcción de estas plataformas. Hoy, por ejemplo, Faizal está vertiendo hormigón en columnas de madera vacías. Otros atan planchas de bambú para hacer el suelo.

Se trata de una inversión que vale la pena: un kilo de algas frescas se puede vender por 4 pesos (menos de 10 centavos de dólar norteamericano) mientras que el mismo peso de algas secas puede suponer multiplicar por nueve sus ingresos.

Un aire de normalidad está volviendo a Leha-Leha a medida que la gente empieza a recuperarse: los niños están volviendo a la escuela, las mujeres están en casa preparando manojos de algas para plantar mientras los hombres están en el mar recolectando algas.

Pero Faizal está preocupado por el carácter temporal de su retorno. Por razones de seguridad y por peligros medioambientales, el gobierno local ha anunciado unas medidas para designar las aldeas de la isla como zonas de "no retorno".

Aun no está claro si estas medidas serán derogadas en el futuro. Las autoridades han dicho que primero se debe llevar a cabo un mapa de riesgos geológicos para aclarar si las áreas son realmente propensas a sufrir accidentes de este tipo y, por lo tanto, no son habitables. La Comisión de Derechos Humanos de Filipinas está monitorizando estos temas que afectan a los derechos de las familias desplazadas.

"Somos gente de la mar", dice Faizal. "No existe ningún otro lugar en el que quisiéramos estar. Si nos llevan a otro lugar, volveremos aquí".

Actualmente hay más de 30.000 desplazados internos en Zamboanga, que esperan poder retornar o ser reubicados en alojamientos permanentes. Las autoridades planean terminar la construcción de estos alojamientos en junio.

ACNUR, junto con otras agencias de la ONU y la comunidad humanitaria, aplaude las soluciones planeadas por las autoridades locales.

"Cualquier solución duradera implementada debe reconocer el derecho de los desplazados internos a la libertad de movimiento y respetar el derecho al retorno a sus hogares de origen", declara Deck. "Allá donde el retorno no sea factible, se debe considerar la reubicación voluntaria y se debe tener sensibilidad cultural para con este grupo vulnerable de personas indígenas".

Tanto si optan por el retorno como si lo hacen por la reubicación, a los desplazados de Zamboanga probablemente les espera un largo camino hacia la recuperación.

Keneath John Bolisay, desde Ciudad de Zamboanga, Filipinas.

Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona Reyes por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.