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Richard Towle, director adjunto de ACNUR, reflexiona sobre las dos tragedias que han golpeado Christchurch

Historias

Richard Towle, director adjunto de ACNUR, reflexiona sobre las dos tragedias que han golpeado Christchurch

Rick Towle, Director Adjunto de ACNUR en Nueva York, reflexiona sobre las dos tragedias que han golpeado Christchurch, y a las familias de refugiados que residen en esta ciudad, en los últimos diez años.
20 March 2019
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas guarda un minuto de silencio por la tragedia de Christchurch.

El viernes 15 de marzo, Rick Towle, Director Adjunto de la Oficina de ACNUR en Nueva York, guardó un minuto de silencio junto a sus colegas de Nueva Zelandia en el Consejo de Seguridad, el órgano más poderoso de las Naciones Unidas. Los miembros del Consejo de Seguridad expresaron su dolor por las 50 personas que habían perdido la vida ese mismo día en el ataque terrorista perpetrado en dos mezquitas de Christchurch.

En ese momento solemne, Towle recordó las circunstancias que vivió en marzo de 2011, cuando visitó Christchurch después de otra tragedia. “Me acordaba del trauma pero también me acordaba del extraordinario valor y la resiliencia de los residentes de Christchurch en aquellos días aciagos. Todos los neozelandeses manifestaron un gran sentido de la solidaridad”, dijo.

“Todos los neozelandeses manifestaron un gran sentido de la solidaridad.”

Por segunda vez en menos de diez años, todos los neozelandeses están demostrando una unidad y una compasión increíbles en respuesta a la profunda sensación de pérdida y horror que ha golpeado Christchurch. Y Towle no ha olvidado esa tristeza.

El 22 de febrero de 2011, Towle se encontraba en su oficina en Canberra (Australia), en su calidad de Representante Regional para Australia, Nueva Zelandia y el Pacífico, cuando se enteró de que un terremoto devastador, de magnitud 6,3, había arrasado Christchurch. A consecuencia del terremoto, muchos de los edificios de la ciudad quedaron en ruinas, 185 personas perdieron la vida y varios miles resultaron heridas, quedaron atrapadas bajo los escombros o desaparecieron. Entre estas personas había refugiados que habían llegado a Nueva Zelandia en el marco del generoso programa de reasentamiento puesto en marcha por este país.

Los refugiados, al igual que todos los habitantes de Christchurch, trabajaron hombro con hombro para limpiar los escombros y el barro de la ciudad y reconstruir su centro físico y espiritual. Estos refugiados  — para los que ahora Nueva Zelandia es su país —  llegaron de muchos países asolados por la guerra, como el Afganistán, Somalia y el Sudán. Todos formaban parte de la comunidad de Christchurch, cuyos miembros, unieron sus esfuerzos para reconstruir la ciudad.

“La Primera Ministra, Jacinda Ardern, hablaba en nombre de su país cuando dijo que “ellos son parte de nosotros”.

Ocho años después, Rick está impresionado por el abominable ataque perpetrado contra dos mezquitas en Christchurch. Haciéndose eco de la tristeza que comparten todos los neozelandeses, Rick ve una triste ironía en el caso de los musulmanes, algunos de ellos refugiados. “Es muy doloroso ver que estos refugiados, que han escapado de los horrores de la violencia y el conflicto en sus propios países y han encontrado la seguridad en Nueva Zelandia, hayan sido víctimas de un ataque en sus lugares sagrados de culto”.

Tras los terremotos de 2011, Christchurch había reiniciado el pasado año su programa de reasentamiento. Entre las víctimas había una familia de refugiados sirios llegados recientemente que habían sido reasentados tan solo hacía unos meses. Una vez más, los neozelandeses se han  movilizado en solidaridad con las víctimas de las atrocidades del pasado viernes. La Primera Ministra, Jacinda Ardern, hablaba en nombre de su país cuando dijo que “ellos son parte de nosotros”. Las manifestaciones de apoyo han sido notables. Por todo el país se ha interpretado con gran fuerza el ritual haka, una danza tradicional maorí, a cargo de estudiantes, atletas, familias e incluso un grupo de ciclistas, para mostrar la fuerza y la unidad entre todas las comunidades.

Towle formuló con orgullo, aunque teñido de tristeza, la siguiente reflexión, “Nueva Zelandia, encabezada por nuestra Primera Ministra, ha demostrado por qué necesitamos un liderazgo compasivo y realista si queremos preservar la tolerancia, la inclusión y la diversidad, que son los pilares sobre los que se asientan nuestras comunidades”.