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Solicitantes de asilo de Venezuela fortalecen la fuerza laboral de Brasil

Historias

Solicitantes de asilo de Venezuela fortalecen la fuerza laboral de Brasil

Un innovador programa de reubicación voluntaria ayuda a los venezolanos a integrarse exitosamente en ciudades como São Paulo y Brasilia.
16 November 2018
Ángel, solicitante de la condición de refugiado venezolano, trabaja como hojalatero en General Motors, en São Paulo.

La ciudad de Boa Vista, en el norte de Brasil, cerca de la frontera con Venezuela, era diferente de lo que Jefferson*, de 18 años, esperaba después de dejar su país de origen debido a la falta de alimentos y oportunidades de empleo.


2,3 millones de personas han salido de Venezuela desde 2015. Más de 150,000 venezolanos y venezolanas han ingresado a Brasil a través del estado norteño de Roraima, y más de 65,000 han solicitado el reconocimiento de la condición de refugiado, hasta el momento.

“En Boa Vista no había empleos estables y en el albergue vivía mucha gente”, dijo Jefferson. Dos meses después, gracias a un programa de reubicación voluntaria dirigido por el Gobierno y gestionado con el apoyo del ACNUR - la Agencia de la ONU para los Refugiados - y otras agencias de la ONU, aterrizó en São Paulo.

Desde abril de 2018, el Gobierno brasileño ha transferido a unas 3.000 personas de las zonas fronterizas del norte, donde llega la mayoría de los venezolanos, a otras ciudades que ofrecen mejores oportunidades de integración, como São Paulo y Brasilia.

Jefferson había escuchado todo tipo de historias sobre cuán “enorme y peligroso” era São Paulo. En cambio, la ciudad resultó ser muy acogedora para él y para otros cientos de venezolanos en situación de movilidad.

“Lo que todos los venezolanos quieren es una oportunidad de trabajar, de mostrar su potencial”.

Jefferson ahora vive en mejores condiciones en el albergue temporal de São Mateus, un albergue público que acoge exclusivamente a personas venezolanas, y que es gestionado por la municipalidad.

En menos de tres meses, después de aprender un poco de portugués y asistir a un curso de formación vocacional ofrecido por la municipalidad, Jefferson fue contratado en McDonald’s y ahora le puede enviar dinero a su familia en Venezuela. Muy pronto, dejará el albergue para un alojamiento más estable.

Él está agradecido con Brasil: “Lo que todos los venezolanos quieren es una oportunidad de trabajar, de mostrar su potencial”.

El supervisor de Jefferson en el restaurante, Jorge Luiz da Silva, ha tenido una experiencia muy positiva con las personas venezolanas que he se han integrado a su equipo. Él decidió contratar a Jefferson y otros tres venezolanos porque trabajan bien, están dedicados e inspiran al equipo. “Sirven como un incentivo para que otros trabajadores sean igual de dedicados, son un ejemplo”, indicó el gerente.

Iniciativas innovadoras, creadas en Brasil por el sector público, con la participación del Gobierno federal y de las instituciones estatales y municipales, en colaboración con empresas privadas, ACNUR y otros socios locales, están promoviendo el acceso al mercado laboral para los refugiados y migrantes venezolanos en diversas actividades económicas, como industria, servicios, ventas, construcción y agricultura.

Francis* se ha mudado a São Paulo gracias al programa de reubicación del Gobierno federal desde hace apenas dos meses, y ya tiene un trabajo. Ella trabaja como asistente en el quiosco interactivo “Soy una persona refugiada”, donde los visitantes de la Bienal de Artes de São Paulo pueden conocer la situación de las personas refugiadas que viven en Brasil.

Los hijos de Francis, Jorge, de 10 años, y Emily, de 2, se quedaron en Venezuela con sus abuelos. Ella sueña con la posibilidad de traer a su familia a São Paulo, para que sus padres puedan envejecer con dignidad y sus hijos puedan disfrutar de mejores oportunidades de escolarización, como las clases de arte.

“Un refugiado es alguien que quiere una oportunidad para reconstruir su vida y Brasil es una tierra hermosa donde esperamos retribuir todo lo que hemos recibido”, dijo Francis.

“Sirven como un incentivo para que otros trabajadores sean igual de dedicados, son un ejemplo”.

General Motors valora la diversidad en su fuerza laboral y sabe que contratar a personas refugiadas y migrantes es una ventaja para los negocios.

“Hemos notado que la llegada de personas refugiadas y migrantes ha generado una dinámica diferente en los departamentos en los que trabajan”, dijo la gerente de recursos humanos de GM, Priscilla Barros. “Nuestros dependientes se están apoyando más entre sí y trabajan con más entusiasmo. Cuando las personas trabajan en un entorno donde se sienten bienvenidas, aportan mejores resultados a la empresa”.

Ángel* es uno de los nuevos trabajadores recién contratados por GM. En Venezuela, solía ser chef. Desde agosto, trabaja como hojalatero en la línea de montaje de automóviles.

Ahora que tiene un trabajo estable, Ángel espera traer a sus dos hijos a São Paulo. “Tal vez incluso uno de ellos trabaje en mi misma compañía”, dijo. Su hijo mayor, Daniel, de 21 años, estaba estudiando ingeniería eléctrica en Venezuela, pero tuvo que renunciar debido a la falta de profesores y opciones de transporte.

Ángel acaba de mudarse del albergue público de São Mateus a un apartamento con otros tres venezolanos, que ahora pueden pagar el alquiler y esperan poder traer a sus familias a Brasil pronto.

Ángel extraña a su país de origen. Está agradecido de que otros países de la región, como Brasil, reciban a sus compatriotas. “Lo que está sucediendo allí podría suceder en cualquier otro país del mundo”, dijo.

“Es genial sentir que nos aceptan y ver que podemos ser parte del futuro del país”.

Gracias al programa de reubicación, Rolando* y su familia - su esposa y sus dos hijas - se han establecido en la capital de Brasil, Brasilia, en julio de 2018. En Venezuela, Rolando era un técnico mecánico en operaciones portuarias. Cuando llegó por primera vez a Boa Vista, en el norte de Brasil, trabajó como albañil y lavando automóviles.

Las oportunidades de empleo aumentaron cuando llegó a Brasilia. Al participar en un programa de empleo apoyado por ACNUR y sus socios locales, Rolando recibió tres ofertas de trabajo y decidió trabajar en Cia da Terra, una cadena de tiendas de mascotas.

“Ya veo a Brasil como mi segundo hogar”, dice. “Es genial sentir que nos aceptan y ver que podemos ser parte del futuro del país”.

La dueña de la tienda de mascotas, Priscilla Davis, se conmovió cuando vio en televisión que tantos venezolanos llegaban a Brasilia.

“Sabemos que Brasil está lejos de ser perfecto, pero creo que si estas personas dejaron a sus familiares, sus casas y todo lo demás, entonces la situación en su país debía ser realmente insostenible”, dijo. “Está claro que necesitan trabajar para poder seguir adelante”.

Priscilla quería contratar a dos personas como asistentes generales en su tienda de mascotas y quedó encantada con la proactividad, el compromiso y la alegría que todos los venezolanos mostraron durante las entrevistas de trabajo. Al final del proceso de selección, terminó contratando a tres personas venezolanas.

“Somos un equipo”, añadió Priscilla. “Cuando una persona nueva llega con fuerza de voluntad, expresando alegría por estar allí, en un país diferente, eso contagia a todos en la empresa, termina por motivar a todos. Sin duda, voy a salir mucho más motivada que cuando entré”.

Para Rolando, su principal motivación son sus hijos: “Ya hice lo que tenía que hacer. Estudié y logré muchas cosas buenas en Venezuela. Ahora, mis sueños son los sueños de mis hijos”.

*Se omitieron los apellidos por motivos de protección.