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En carrera contrarreloj para evitar que el monzón cause una catástrofe en Bangladesh

Historias

En carrera contrarreloj para evitar que el monzón cause una catástrofe en Bangladesh

ACNUR se encuentra actualmente reubicando refugiados rohingya amenazados por las inundaciones y deslizamientos de tierra en Bangaldesh. Además, mejora los albergues y las infraestructuras antes de que las lluvias aparezcan.
29 March 2018
Las primeras de las 360 familias identificadas como vulnerables a las lluvias monzónicas y a las inundaciones están siendo reubicadas desde el campamento número 7 al 17 en el asentamiento de refugiados de Kutupalong.

Con sus escasas pertenencias empaquetadas en sacos de arroz, Momena Begum y su marido esperan el trasladado en el terreno que ocupan: un terreno de arena húmeda justo al borde del agua.


Rodeados por una corriente de agua tan profunda que llega hasta el pecho, saben que la próxima estación de lluvias en Bangladesh puede traer consigo los mismos peligros mortales de los que a duras penas escaparon en Myanmar.

"Ninguno de nosotros sabe nadar", afirma Mohammad, padre de 3 hijos. "Si seguimos aquí cuando llegue el monzón, seguramente nos ahogaremos".

Unas semanas antes de que llegue el monzón, el Gobierno de Bangladesh, apoyado por ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados y sus socios, trabajan a contrarreloj para evitar una catástrofe que amenaza el campamento de refugiados más grande del mundo.

Desde Agosto, más de 670.000 refugiados rohingya han huido a Bangladesh para escapar de asesinatos, incendios y violaciones en el Estado de Rakhine en Myanmar. Los refugiados se instalan desde entonces espontáneamente en las inapropiadas laderas de las colinas alrededor de Kutupalong.

"Ninguno de nosotros sabe nadar. Si seguimos aquí cuando llegue el monzón, seguramente nos ahogaremos."

Las lluvias monzónicas alcanzan su record en julio y agosto, superando los 50 mm de lluvia al día. Más de 150.000 residentes de estos enormes asentamientos se encuentran en riesgo de sufrir daños por inundaciones y deslizamientos de tierra.

"La cuestión no es si esto va a suceder, sino de cuándo", afirma John Wain hasta hace poco responsable de los albergues de emergencia de ACNUR en Cox's Bazaar.

"Los suelos de este asentamiento son una combinación de arcilla, lodo y capas de arena, y estos suelos se desplazarán. Habrá deslizamientos de tierra, inundaciones, crecidas en los barrancos, y también habrá riadas repentinas".

El riesgo de deslizamientos de tierra se ha agravado debido a la tala de árboles y la recogida de sus raíces para usarlas combustible para cocinar.

El refugiado Mohammad Alam y su familia presienten el peligro inminente. Su albergue se asienta junto a un arroyo bajo. Se desbordó una noche cuando los agricultores liberaron agua de la presa para irrigar los cultivos de arroz, inundándolos.

"El agua sucia nos llegaba hasta las rodillas esta mañana", comenta Alam de 40 años, un padre de tres hijos menores de 4 años. "No estamos seguros aquí".

ACNUR, a través de un proyecto en cooperación con su socio, la Organización no gubernamental Cáritas, ha ubicado ya en terrenos más altos al oeste del asentamiento a las primeras familias de las 360 consideradas en alto riesgo, incluidas las de los Begum y Alam. Más familias serán trasladadas próximamente por la Organización Internacional para la Migración (OIM).

En un llamamiento lanzado a principios de este mes, las agencias de las Naciones Unidas y sus socios intentan reunir 951 millones de dólares para paliar las necesidades más urgentes de los refugiados rohingya y de las comunidades bangladesís de acogida.

El Gobierno de Bangladesh, ACNUR y sus socios están tomando otras medidas urgentes para mejorar la protección de 80.000 personas consideradas en alto riesgo de sufrir inundación y de otras 23.000 amenazadas por deslizamientos de tierra en la zona.

"Habrá deslizamientos de tierra, inundaciones, crecidas en los barrancos y también habrá riadas repentinas."

Para reducir el peligro de los derrumbamientos de tierra en el nuevo asentamiento de 50 Hectáreas donde las familias serán ubicadas, las excavadoras mecánicas trabajan reduciendo el ángulo de las laderas más empinadas y con alto riesgo de derrumbamiento. Además están rellenando los valles con tierra para proporcionar suelos más estables para los futuros albergues.

Equipos de trabajadores formados por refugiados y otros trabajadores están cavando y limpiando canales obstruidos en el campamento. El objetivo es permitir que el agua de las inundaciones fluya sin obstáculos hasta el río Teknaf y hacia el mar en un proyecto conjunto de las Naciones Unidas y las agencias hermanas de las Naciones Unidas IOM (Organización Mundial para la Migración) y WFP (Programa de Alimentación Mundial).

"Es una actividad prioritaria", asegura Wain "Si no comenzamos ahora, no conseguiremos un suelo seco antes del monzón".

Las carreteras de acceso a los asentamientos también podrían llegar a bloquearse debido a los deslizamientos de tierra impidiendo el paso de vehículos y complicando el acceso de la ayuda de emergencia. Para mantenerlas operativas, el Gobierno de Bangladesh ha afirmado que las pavimentará con ladrillos.

Algunos proyectos de ingeniería se han puesto en marcha para construir senderos reforzados con bambú, puentes y robustos muros de contención para sujetar las pendientes de las colinas, despojadas de árboles e incluso de raíces en la búsqueda diaria de leña para cocinar.

Constructores y refugiados están utilizando sacos de arena anclados con bambú para reforzar las escaleras excavadas en las pronunciadas pendientes de las colinas, que se convirtieron en aludes de lodo durante la estación de lluvias como afirma la abuela Siraj Begum tras comprobarlo ella misma a un alto precio.

Se tropezó durante un chaparrón y cayó desde lo alto de la colina hasta un arroyo de agua sucia. Se lesionó la pierna y aún siente molestias.

"No sé si podremos vivir aquí durante el siguiente monzón", se lamenta desde su hogar en una pendiente que se está derrumbando e identificada para ser nivelada. "Estoy preocupada por si la ladera de la colina se derrumba completamente".

ACNUR y sus socios están proporcionando palos de bambú y lonas a 80.000 familias del campamento para aislar los débiles albergues del mal tiempo. Entre los beneficiaros se encuentra Mohammad Ishaq, padre de 7 hijos, cuyo hogar se aferra a una cresta expuesta.

Ayudado por sus vecinos ha reparado su tejado, elaborado robustas paredes de bambú y sellado el sucio suelo con cemento. "mi única preocupación ahora es el viento", añade lanzando una ojeada sobre el valle.

Los deslizamientos de tierra también podrían arrastrar las tuberías de los pozos y letrinas hacia los arroyos, en las cuales los residentes lavan ropa, aumentando el riesgo de epidemias de diarrea como la que causó el año pasado miles de casos.

Los equipos realizan perforaciones a mayores profundidades para extraer agua más limpia a través del suelo arenoso. Mientras tanto, trabajadores de salud públicos anticipan y preparan medicinas para asegurar su disponibilidad en caso de necesidad y que los tratamientos sean efectivos.

"Hemos gestionado epidemias de diarrea con anterioridad pero no en un contexto de cerca de un millón de personas."

"Hemos gestionado epidemias de diarrea con anterioridad pero no en un contexto de cerca de un millón de personas", afirma Mwiti Mungania oficial superior de salud pública de ACNUR en Cox's Bazaar, quien ha trabajado anteriormente con refugiados en Chad. "Si sucede, será un enorme problema".

Entre las familias que han sufrido inundaciones, los problemas de salud ya son evidentes. Mientras esperan a ser trasladados, Mohammad Anas el hijo de Begum sufre tos y vómitos. "Por la noche los síntomas se agravan", afirma.

Un vecino, Nurul Absar, de cuatro años siente escalofríos, cuya causa su madre atribuye al agua contaminada. "Tiene fiebre debido al agua, y solo puede empeorarse con el monzón", señala.

ACNUR trabaja con 230 miembros de la comunidad de refugiados que peinan el campamento identificando los casos más vulnerables como adultos mayores y enfermos.

Antes de que lleguen las tormentas que se avecinan, los planes incluyen identificar albergues seguros para niños que han sido separados de sus padres y preparar alimentos y medicinas en caso de que los necesitados se queden aislados por las inclemencias del tiempo,

Otros planes incluyen la formación de refugiados en primeros auxilios y asesoramiento de la población para que guarden sus documentos de identidad y otros papeles de vital importancia en bolsas de plástico.

"Nos hemos estado preparando" señala el refugiado Azizur Rahman. "Ahora está en las manos de Dios".

Por Tim Gaynor

Gracias a la Voluntaria en Línea Rebeca Virseda por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.