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El invierno agrava los temores de las personas sirias que huyen del conflicto en el nordeste

Historias

El invierno agrava los temores de las personas sirias que huyen del conflicto en el nordeste

Los residentes del campamento de Bardarash, en la región del Kurdistán iraquí, se preparan para los rigores del clima ante la necesidad de conseguir 222 millones de dólares para ayudar a que miles de personas sirias e iraquíes desplazadas sobrevivan al invierno.
22 November 2019
La refugiada siria Nadira cepilla el cabello de su hija en su tienda en el campamento de Bardarash, en la gobernación de Duhok.

Sentada sobre una losa de hormigón ante su tienda en el campamento de Bardarash, hogar de más de 13.000 personas refugiadas llegadas recientemente del nordeste de Siria, Jamila contempla a su hijo adoptivo Arosh, que juega bajo un sol impropio de la temporada y que todavía calienta en esta región del Kurdistán iraquí. Pero sabe bien que ni siquiera esta pequeña muestra de misericordia durará.


“Aquí llovió la semana pasada y el agua entró por un lado de la tienda”, dice. “Fue solo un chaparrón, pero se notó el cambio del estado de ánimo en el campamento cuando la gente se dio cuenta de dónde están ahora y a lo que se enfrentan”.

Hasta el mes pasado, Jamila, de 50 años, había vivido toda su vida en Ras al-Ain, una ciudad al norte de Siria junto a la frontera con Turquía. Permaneció en su hogar pese a los extensos períodos de dificultades e inseguridad a lo largo del conflicto en el país, que ya va para nueve años. Incluso cuando otros habitantes de la ciudad optaban por marcharse.

Pero a principios de octubre llegó el día en que ya no pudo aguantar más. “Sucedió al final de la tarde, empezaron a bombardear la ciudad”, cuenta Jamila. “Tomé a mi hijo y las cosas que fui capaz de llevar con nosotros y me marché de la ciudad al anochecer junto con mi hermana y su familia. Desde el coche vimos cuerpos al lado de la carretera”.

“Creo que este invierno no va a ser fácil”.

Jamila pasó varios días junto a la frontera iraquí antes de cruzarla a pie en mitad de la noche, bien aferrada a su hijo Arosh, de 8 años. Los montaron en autobuses junto a cientos de personas recién llegadas y los condujeron hasta el campamento de Bardarash, a medio camino entre la ciudad de Duhok y Erbil, capital del Kurdistán iraquí.

La última escalada de violencia en el nordeste de Siria ha dejado más de 74.000 personas desplazadas de sus hogares dentro del país y ha empujado a unas 15.500 personas refugiadas a huir al vecino Irak en busca de seguridad.

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha respondido de inmediato a esta nueva emergencia y ha proporcionado protección y asistencia para salvar las vidas de las personas más necesitadas. Sin embargo, la inminente llegada de las tormentas de invierno y el brusco descenso de las temperaturas amenazan con agravar una situación ya de por sí muy difícil.

En el campamento de Bardarash ACNUR colabora con las autoridades kurdas y con ONG socias locales para proporcionar a todas las personas refugiadas del campamento una tienda, objetos básicos como sets de cocina y colchones, así como servicios de atención sanitaria y protección, incluido apoyo psicosocial.

Además, las familias reciben mantas térmicas y esterillas, recubrimientos aislantes para las tiendas, láminas de plástico y estufas de queroseno con su combustible, con objeto de ayudarlas a prepararse para el invierno que se avecina, estación durante la que esta zona experimenta fuertes lluvias y temperaturas próximas a los 0 ºC.

Pese a los preparativos, Jamila tiene un mal presentimiento sobre el invierno que llega. “Ahora estamos a salvo, pero la seguridad no es la única preocupación cuando se enfrentan tantos riesgos”, nos dice. “Es la primera vez que vivo en una tienda y no creo que vaya a ser un invierno fácil para nosotros ni para las demás personas del campamento”.

ACNUR calcula que 3,8 millones de personas refugiadas y desplazadas internas sirias e iraquíes en toda la región necesitan ayuda para prepararse para el inminente invierno en Egipto, Irak, Jordania, el Líbano y Siria. Para muchas de ellas, este será el noveno invierno consecutivo en situación de desplazamiento.

ACNUR precisa de 222 millones de dólares para proporcionar asistencia a tiempo a todas las personas que lo necesitan por medio de su programa de preparación para el invierno, que abarca desde septiembre de 2019 hasta marzo de 2020. El apoyo prestado incluye el suministro de artículos de socorro básicos y artículos de invierno, además de asistencia en efectivo temporal para ayudar a las familias a cubrir los costos de la calefacción y otras necesidades durante los meses fríos.

“Es muy duro pasar el invierno en una tienda”.

“Las continuas preparaciones de asistencia iniciaron en septiembre y el apoyo continuará durante el invierno”, dijo a la prensa el portavoz de ACNUR Andrej Mahecic el pasado viernes en Ginebra. “Los preparativos incluyen entregas de artículos básicos de invierno, como mantas térmicas, láminas de plástico y ropa de abrigo”.

En Bardarash, otra madre solitaria que cuida de sus dos hijos pequeños en el campamento comparte el mismo temor por la llegada del invierno. Nadira, de 25 años, pasó un invierno bajo una lona en los primeros años del conflicto, cuando se vio desplazada desde su hogar en la zona rural cerca de Alepo. Así que sabe qué puede esperar.

“Sé que es muy difícil pasar el invierno en una tienda, y aquí el clima es muy duro”, nos cuenta. “Me preocupa que mis hijos enfermen. Me despiertan varias veces por la noche para decirme que tienen frío y yo los tapo [con más mantas]”.

“Cuando llegamos al campamento nos dieron mantas, colchones, esterillas aislantes y estufas con queroseno”, añade Nadira. “Cuando nos despertamos por las mañanas ya hace frío, pero no quiero desperdiciar el combustible. Sé que muy pronto hará mucho más frío”.