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Hospital de campaña en Brasil salva las vidas de indígenas afectados por la COVID-19

Historias

Hospital de campaña en Brasil salva las vidas de indígenas afectados por la COVID-19

Las personas indígenas se encuentran entre las más afectadas por el coronavirus. Un hospital de campaña en Boa Vista, en el norte del país, está ayudando a salvar sus vidas.
8 agosto 2020
Dialisa Mata, una mujer warao de Venezuela, se aterró cuando supo que tenía COVID-19, pero se recuperó rápidamente de la enfermedad en un hospital de campaña en el norte de Brasil.

Cuando su prueba de COVID-19 dio positivo, Dialisa Mata no pudo contener sus lágrimas. Había escuchado lo peligroso que podía ser el virus, y como mujer indígena cuyo pueblo ha sido duramente afectado por enfermedades infecciosas desde hace siglos, Dialisa estaba particularmente angustiada.


“Pensé que iba a morir”, dijo la madre de tres hijos de 25 años, una warao de Venezuela que presentaba dos síntomas reveladores de COVID-19, fatiga y falta de aire extrema. Ella contrajo la enfermedad mientras vivía en un albergue abarrotado en el norte de Brasil. “Empecé a pensar en mi familia, mis hijos… ¿Qué les pasaría? ¿Qué me pasaría?”

“Comencé a llorar porque tenía mucho miedo”, dijo, y agregó que también le preocupaba transmitir la enfermedad a otras personas en el albergue donde ella y su familia han vivido desde que huyeron de Venezuela en 2018.

Según la Organización Mundial de la Salud, a principios de julio se reportaron más de 70.000 casos de COVID-19 y más de 2.000 muertes por la enfermedad entre la población indígena del mundo para principios de julio, y la Organización Panamericana de la Salud dijo que casi 8.000 casos de COVID-19 y 177 muertes se han reportado entre los pueblos indígenas que viven en Brasil.

“Pensé que iba a morir”.

Para salvar vidas, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha estado apoyando un hospital de campaña en Boa Vista, la capital del estado fronterizo de Roraima, que tiene la capacidad de tratar y aislar a hasta 1.782 pacientes confirmados y sospechosos de COVID-19. Hasta la fecha, 625 venezolanos y muchos brasileños, incluyendo indígenas, han recibido atención en el hospital.

ACNUR tiene conocimiento de al menos 19 muertes relacionadas con COVID-19 entre refugiados, de los cuales nueve eran indígenas venezolanos. Pero gracias a la atención oportuna que recibió en la instalación, Dialisa estuvo entre las más de 570 personas que se han recuperado. Afortunadamente, los miembros de su familia, que fueron puestos en cuarentena en el hospital, escaparon de la infección.

Cuando Dialisa Mata dio positivo a la prueba de COVID-19, su principal preocupación fue tener que separarse de su hijo pequeño, pero pudieron pasar juntos la cuarentena en el hospital de campaña.

Para las personas indígenas, la COVID-19 representa la última de una larga serie de dificultades que se remontan al período colonial, cuando las poblaciones nativas de las Américas fueron diezmadas por enfermedades como el sarampión y el resfriado común.

En los últimos años, a medida que se profundizaba la crisis de Venezuela, miles de warao se han sumado a unos cinco millones de venezolanos que han huido de la escasez generalizada de alimentos y medicinas, la inflación galopante y la inseguridad en el país. Se estima que 3.300 warao han buscado seguridad en el vecino Brasil, junto con casi 1.700 otros indígenas venezolanos, de grupos étnicos como los pemón, e'ñepa y kariña.

Muchos han sido impulsados ​​por graves dificultades económicas a vivir en barrios concurridos, o en las calles, donde las medidas de prevención del coronavirus, como el lavado de manos y el distanciamiento social, pueden resultar imposibles. También han visto caer sus ingresos en medio de las órdenes de confinamiento, y quienes viven en viviendas alquiladas a menudo temen ser desalojados.

“La salud es una prioridad importante para ayudar a las comunidades indígenas”.

La escasez y la creciente inseguridad finalmente empujaron a Dialisa y su familia a abandonar su pequeña y pacífica aldea en la región norte de Monagas.

“Los mercados comenzaron a cerrar y no quedaba nada para comer”, recordó. “A medida que la gente comenzó a tener más hambre, empezaron a darse muchos robos, y la comunidad ya no era tan segura como solía ser”.

En 2018, su familia vendió sus pertenencias para pagar el viaje hacia el sur junto con varias otras familias Warao. Llegaron a Boa Vista y aseguraron lugares en un albergue aquí.

Más de la mitad de los refugiados y migrantes indígenas en Brasil han recibido algún tipo de apoyo del ACNUR, incluyendo artículos de socorro de emergencia, alojamiento y acceso a atención médica, una provisión vital en la pandemia.

“La salud es una prioridad importante para ayudar a las comunidades indígenas”, dijo José Egas, representante del ACNUR en Brasil. “Es una de las formas en las que ACNUR está trabajando de la mano con la ‘Operação Acolhida’ u ‘Operación de Acogida’ del Gobierno brasileño, que ofrece asistencia con la recepción e integración local de refugiados y migrantes venezolanos, y que ha sido reconocida como un ejemplo a seguir por otros países de la región”.

Si bien Dialisa se recuperó por completo, todos los días se preocupa por lo que la pandemia podría significar para su madre, que todavía se encuentra en Venezuela.

"Siempre llamo para ver cómo está, y ella siempre me dice que me quede aquí con mi familia, que allí es muy difícil", dijo Dialisa.

Con información adicional de Victoria Hugueney en Brasilia, Brasil.