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Familias desplazadas en Myanmar luchan por sobrevivir

Historias

Familias desplazadas en Myanmar luchan por sobrevivir

Unas 440.000 personas que se han visto forzadas a abandonar sus hogares en el interior del país desde febrero de 2021 han buscado seguridad donde han podido, a menudo huyendo una y otra vez.
11 February 2022
Anna Ruth* con sus hijos en el exterior del monasterio del estado de Shan donde buscó alojamiento tras haber sido desplazada varias veces en el estado de Kayah.

Anna Ruth* recuerda vívidamente el día en que su esposo fue asesinado mientras la familia trataba de escapar de los disparos por segunda vez en menos de un año.

Cuando los combates entre las Fuerzas Armadas de Myanmar y otros grupos armados llegaron a la aldea en la que habían encontrado seguridad cerca de Loikaw, la capital del estado de Kayah, al sureste de Myanmar, ella y su familia huyeron con otros aldeanos al bosque cercano para esconderse. Pero su esposo y algunos de sus vecinos querían volver para recoger alimentos y otros artículos de primera necesidad.

“Le dije que no fuera porque era demasiado peligroso, pero no me hizo caso”, recuerda. “Por la noche, el grupo regresó, pero mi esposo no. Más tarde me enteré de que le habían disparado mientras recogía algunas pertenencias de la casa de mi suegra, donde nos habíamos resguardado”.

En el estado de Kayah se ha ido acumulando una crisis humanitaria desde que estalló el nuevo conflicto armado en mayo de 2021. Con seis de los siete municipios del estado afectados por intensos combates, decenas de miles de personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares. Algunas han buscado seguridad en lugares de culto y centros comunitarios, mientras que otras se ocultan en la selva.

En todo Myanmar se han producido patrones similares de enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas de Myanmar, grupos étnicos y otros grupos armados locales, seguidos de oleadas de nuevos desplazamientos. Desde la toma del poder por parte de los militares el 1 de febrero de 2021, unas 440.000 personas se han visto forzadas a huir de los ataques aéreos, los bombardeos y el incendio de aldeas, más de la mitad de ellas en el sureste del país, siendo los estados de Kayah y Kayin los más afectados.

Anna Ruth y su familia, como muchas otras personas en el estado de Kayah, han sido desplazados varias veces. “Llevamos huyendo desde junio de 2021”, explica. “Primero de nuestra aldea, en el municipio de Demoso, a la de mi suegra, en el municipio de Loikaw, y de ahí al bosque donde permanecimos durante meses”.

Al quedarse viuda y con cuatro hijos pequeños, finalmente buscó seguridad en otra aldea del municipio de Loikaw, solo para ser desplazada de nuevo unas semanas después, cuando los combates se intensificaron en el estado de Kayah el mes pasado. Desesperada por la seguridad y sin saber a dónde ir después, Anna Ruth siguió a otras familias desplazadas y cruzó al vecino estado de Shan.

“Lo he perdido todo, excepto a mis hijos”.

“Nunca imaginé que me pasaría esto. Antes, mi familia vivía felizmente en nuestra aldea. Ahora, lo he perdido todo excepto a mis hijos”, comenta.

Ahora se alojan en un monasterio donde, en escenas que se repiten en todo Myanmar, la comunidad local y las organizaciones de beneficencia locales muestran su solidaridad y lideran la respuesta humanitaria. A pesar de sus esfuerzos, los recursos son cada vez más escasos a medida que llegan más personas desplazadas.

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha estado trabajando con socios y comunidades locales para aliviar parte de esta presión y complementar los esfuerzos de ayuda de base para asistir a unas 30.000 personas que han llegado al estado de Shan desde el estado de Kayah desde principios de año. La agencia ha establecido una base temporal en la capital del estado de Shan, Taunggyi, para coordinar la distribución de la ayuda de emergencia en la zona y hacer frente a la escasez de materiales básicos del hogar y ropa.

En las últimas semanas, unas 10.000 personas desplazadas internas de Kayah, distribuidas en varios municipios del estado de Shan, han recibido mantas, utensilios de cocina, mosquiteras, bidones, cubetas, colchonetas para dormir, lonas y kits de preparación para el invierno. Como muestra de apoyo, la población de la zona también ha aportado artículos como cepillos de dientes, jabón y champú.

Tras llegar con pocas posesiones, Anna Ruth agradece la ayuda. “Al principio, no estábamos seguros de alojarnos en el monasterio budista, ya que somos cristianos”, explica. “Pero los monjes nos acogieron calurosamente. Ahora convivimos en armonía con otras personas desplazadas. Las mantas, las cubetas, las colchonetas y la ropa que nos han brindado nos han sido de gran ayuda, ya que solo pude traer parte de la ropa de mis hijos”.

Dado que el conflicto en curso en el estado de Kayah no da señales de disminuir, se esperan nuevos desplazamientos hacia el estado de Shan en las próximas semanas, e incluso meses.

Aunque se siente aliviada por haber encontrado un lugar de resguardo, Anna Ruth anhela regresar a su estado natal de Kayah. “Mis hijos no dejan de preguntar cuándo podrán volver a casa. Esperamos poder regresar pronto”.

*Nombres cambiados por motivos de protección.