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Refugiados que huyen de Ucrania en dirección a Moldavia encuentran una vía para llegar a Rumanía

Historias

Refugiados que huyen de Ucrania en dirección a Moldavia encuentran una vía para llegar a Rumanía

Mientras se organizan los traslados para aliviar la presión sobre Moldavia por cientos de miles de personas que huyen del conflicto, el personal de ACNUR está disponible para ayudar a los refugiados que se enfrentan a un futuro incierto.
15 March 2022
Batyr Sapbyiev, oficial de protección, charla con personas refugiadas de Ucrania en un autobús que va de Moldavia a Rumanía.

Bajo un cielo plomizo en el remoto paso fronterizo de Palanca, en el sureste de Moldavia, grupos de refugiados procedentes de Ucrania desafían el viento helado mientras ven cómo cargan sus maletas y otras pertenencias en cinco autobuses que pronto emprenderán el viaje de cinco horas hacia Huși, en Rumanía.


Se trata de una parte de las 250 personas refugiadas – que incluyen personas mayores, familias con niños pequeños y mujeres solas – a quienes se está dando prioridad para su traslado a Rumanía desde Moldavia, un país situado en la frontera sur de Ucrania, con recursos limitados para atender a los cientos de miles de refugiados que han llegado en las últimas semanas.

Luego del abordaje de todos los pasajeros, el sol se asoma brevemente entre las nubes, iluminando el grisáceo entorno mientras el convoy se aleja. Algunas de las personas en el grupo ceden ante el cansancio y duermen, mientras que otras revisan sus teléfonos en busca de noticias de seres queridos que aún están en Ucrania.

“Nos ha ocurrido lo peor”.

Natalia sostiene en brazos a su hija de 8 meses; su hijo de seis años está sentado junto a ella. Esta contadora de 35 años salió de la ciudad de Mykoláiv junto a tres amigas y sus hijos. Atrás quedaron los hogares y los esposos de estas cuatro mujeres.

“Nos ha ocurrido lo peor”, comenta Natalia mientras hace lo posible por contener las lágrimas. Antes de incorporarse al resto del grupo para emprender un viaje de dos días hacia la frontera, Natalia y su familia se albergaron en un búnker en la ciudad. “Había bombas, artillería, cohetes y ataques. Nuestros hijos tenían mucho miedo”, señala, y agrega que quiere volver a casa “quizás dentro de dos o tres semanas”, pero más que una convicción, se trata de una esperanza.

Natalia, de 35 años, junto a su hija e hijo en el autobús con destino a Huși, en Rumanía, tras salir de Mykoláiv, una ciudad al sur de Ucrania, en dirección a Moldavia.

En otro de los autobuses, Viktoria, de 37 años, lleva en su regazo una gata negra cubierta con un abrigo. En el segundo día de los enfrentamientos, Viktoria envió a su hija adolescente en un vuelo de evacuación de Odesa, su ciudad de origen, a Turquía, junto con su hermana y su cuñado. Ahora, antes de viajar a Estambul para recoger a su hija, Viktoria planea encontrarse con otra de sus hermanas que vive en Italia.

“Mi gata logró cruzar la frontera. No tengo documentación veterinaria, así que es una bendición que podamos traer a nuestras mascotas con nosotros”, comenta Viktoria. “Esta gata forma parte de nuestra familia. La encontramos en la calle hace un año; es callejera”.

Aunque sabe que su hija está a salvo y que ella misma está huyendo, Viktoria no logra relajarse. “Todo esto es aterrador. Ya crucé la frontera, pero sigo sin sentirme segura”, dice. “Honestamente, no siento alivio. Llegará cuando termine la guerra”.

Al salir de casa en Odesa, la ciudad ucraniana en el Mar Negro, Viktoria, de 37 años, llevó consigo a la gata de la familia.

Los gobiernos de Ucrania y de Rumanía, con apoyo de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) organizaron los traslados en autobús como gesto de solidaridad hacia el pueblo de Moldavia. Desde el 10 de marzo, hasta tres convoyes salen diariamente de Palanca. Los traslados continuarán en tanto sean necesarios para reducir la congestión en la frontera de Moldavia y para proteger a mujeres, niñas y otras personas de diversos riesgos, como la trata de personas y la violencia de género.

“Rumanía está ayudando a Moldavia en el traslado de personas refugiadas a su territorio”, explica Roland Schilling, Representante de ACNUR para Europa Central. “Esto se requiere con urgencia porque han llegado 300.000 personas a Moldavia, de las cuales 100.000 permanecerá en el país. La carga es tremenda para un país pequeño como Moldavia, que tiene recursos limitados”.

El personal de ACNUR y de OIM se encuentra disponible para asesorar a quienes tratan de decidir qué paso tomar. Asimismo, brindan información sobre la obtención de medicinas, la reserva de boletos gratuitos y la compra de tarjetas SIM, entre otras cuestiones.

“Este es el primer convoy que va de la frontera entre Ucrania y Moldavia a Rumanía”, comenta Batyr Sapbyiev, oficial de protección de ACNUR Rumanía, quien viajó en uno de los autobuses. “Esto es muy importante porque ayuda a liberar la situación. Moldavia está hacinada; la capacidad de recepción ha quedado superada. Los servicios se prestarán en Rumanía, y las personas podrán optar por permanecer ahí o viajar a otros países”.

Cuando los autobuses lleguen a Huși, una ciudad a pocos kilómetros de la frontera oriental de Rumanía con Moldavia, las personas refugiadas serán recibidas en un centro de tránsito por el Departamento Rumano de Situaciones de Emergencia, que cuenta con apoyo del personal de ACNUR y de OIM. Algunas personas pasarán la noche ahí, pero otras tienen previsto llegar a Bucarest, la capital, u otras ciudades.

Mihail, un joven de 16 años proveniente de Odesa, se encuentra entre las personas que seguirán su camino. Él viaja con su madre para llegar con una tía que vive en Eslovaquia. “Antes de salir de Odesa, en la escuela nos hablaron de medidas de seguridad. Entre otras cosas, nos dijeron qué hacer si escuchamos las sirenas antiaéreas, dónde debemos escondernos, cómo dar primeros auxilios”, contó.

“Antes de la guerra, pensaba que mi futuro era luminoso y colorido. Estaba por terminar onceavo grado y por presentar los exámenes obligatorios. Pero, ahora... no podemos estudiar. Estoy perdiendo buena parte del plan de estudios”, añadió. “En cuanto la guerra termine, regresaremos inmediatamente a Ucrania. Espero que sea pronto”.

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