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Emociones encontradas para una familia parcialmente reunida tras huir del conflicto en Tigray

Historias

Emociones encontradas para una familia parcialmente reunida tras huir del conflicto en Tigray

Un reencuentro agridulce para una madre etíope y su hija después de meses de separación
12 April 2022
Eymaret y su madre Letha se sientan afuera de su alojamiento en el este de Sudán después de un período de siete meses de una angustiosa separación debido al conflicto en el norte de Etiopía.

Letha estaba embarazada de siete meses cuando tomó la difícil decisión de abandonar su hogar en la región occidental de Tigray, en Etiopía, sin su familia completa.

Cuando estalló el conflicto en noviembre de 2020, se separó de su esposo, su hijo y su hija, y huyó con sus dos hijos menores, Ermyas, de 9 años, y Mahelet, de 7, al otro lado de la frontera con Sudán.

“Tenía miedo de que nos pasara algo malo si nos quedábamos”, recuerda. “No tuvimos más opción que escapar”.

Después de cruzar la frontera, fueron alojados en un centro de recepción donde ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, les brindó asistencia, incluyendo comida y alojamiento.

Más tarde nació su niño sano, pero seguía sintiéndose desamparada.

“No estaba en paz, porque no sabía dónde estaba el resto de mi familia”, cuenta.

Casi 60.000 personas refugiadas etíopes han huido al este de Sudán desde que comenzó el conflicto en la región etíope de Tigray en noviembre de 2020.

Los combates han dispersado a la familia de Letha por distintas partes de Tigray. Su hija Eymaret, de 11 años, se había ido a quedar con su tía en otra ciudad después de que el conflicto cerrara las escuelas, mientras que su hijo estaba con su padre en Shire, una ciudad de la región etíope de Tigray.

“El silencio era difícil de manejar”.

A pesar de que a menudo las líneas de comunicación estaban cortadas en Tigray, Letha estaba decidida a seguir intentando contactar con sus seres queridos. Los socios de ACNUR, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Sociedad de la Media Luna Roja de Sudán (MLRS), crearon un servicio de transmisión para el Restablecimiento del Contacto entre Familiares (RCF) en los centros de recepción cercanos a la frontera para ayudar a las personas refugiadas como Letha a localizar a sus seres queridos con quienes habían perdido contacto haciendo llamadas telefónicas gratuitas o escribiendo cartas. En los casos en que no se puede restablecer el contacto, el CICR y la MLRS registran las solicitudes de localización y realizan búsquedas activas tanto dentro de los campamentos como al otro lado de la frontera, en cooperación con el CICR en Etiopía.

“El silencio era difícil de manejar”, comenta Letha. “Tenía miedo de que hubiera ocurrido algo terrible, pero no podía rendirme”.

Finalmente se puso en contacto con Eymaret, quien había viajado con su tía a Humera, cerca de la frontera con Sudán. Eymaret cruzó después el río Tekeze por su cuenta y se dirigió a pie al centro de tránsito de Hamdayet, donde se reunió con su tío.

“No tuve tiempo de pensar. Simplemente crucé el río y oré para conseguirlo”, recuerda.

Con la ayuda de ACNUR, UNICEF y el Consejo Estatal Sudanés para el Bienestar de la Infancia (SCCW, por sus siglas en inglés), Eymaret se reunió finalmente con su madre, poniendo fin a los siete meses de angustiosa separación.

Letha y su hija Eymaret, con el bebé Mahder, después de reunirse.

“Estaba feliz de verla”, comparte Letha. “Perder a un hijo es la peor pesadilla de toda madre y yo tenía miedo de que ese fuera mi destino”.

Además del trabajo de los socios en la reunificación de las familias separadas, ACNUR brinda asistencia a niñas y niños no acompañados y separados como Eymaret, como educación y colocación en familias de acogida.

“Nos complace que esta historia tenga un final feliz y que hayamos podido garantizar la protección y el bienestar de Eymaret”, afirma Sameh Fahmy, Oficial de protección de ACNUR en Gedaref, quien ha trabajado en estrecha colaboración con sus socios para reunir a Letha y Eymaret.

Sin embargo, para Letha, el reencuentro es agridulce, ya que piensa constantemente en su esposo y en su hijo, a quienes sigue buscando y quienes aún no conocen al nuevo miembro de la familia.

Le preocupa la situación de seguridad y el hecho de que “es peligroso y cada vez más difícil para las personas, especialmente para los hombres, viajar debido al conflicto”.

“En casa teníamos una buena vida y vivíamos en paz. Mi sueño es que toda nuestra familia vuelva a estar junta”, asegura.