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Campaña busca combatir el aumento de suicidios provocados por la guerra en Sudán del Sur

Historias

Campaña busca combatir el aumento de suicidios provocados por la guerra en Sudán del Sur

Los expertos creen que el efecto negativo del conflicto de Sudán del Sur en la salud mental de los civiles ha venido en aumento.
10 October 2018
Nyakor, de 28 años, sigue atormentada por las atrocidades que presenció antes de huir de Yuba, Sudán del Sur.

James recuerda cada detalle de su huida. La noche estaba completamente oscura. Empujó su bicicleta cargada con las pertenencias de su familia.


Su esposa, que llevaba a sus tres hijos pequeños, caminaba a su lado. Fue a comienzos del 2014 y los combates en la ciudad de Malakal, la segunda ciudad más grande de Sudán del Sur, rugían con fuerza desde hace días.

Los soldados ebrios atacaban a los hombres, las mujeres y los niños. Saqueaban las casas. Violaban a las mujeres. Los cuerpos yacían intactos donde habían caído.

Cuatro años después, James, de 32 años, aún puede sentir el temor.

“Pasamos dos días sin agua”.

Él huyó a la seguridad del sitio de Protección de Civiles de la ONU (POC), a un par de kilómetros de Malakal. Allí recibió raciones básicas y lonas plásticas.

“Pasamos dos días sin agua”, recuerda James. “Los niños lloraban. Hacía mucho calor. No sabía cómo podía ayudar a mi familia”.

El POC de Malakal, que fue establecido en diciembre de 2013, acoge a 24.000 civiles en una ciudad abarrotada y sin árboles, con albergues de lonas y de hierro corrugado.

La temperatura puede alcanzar los 43 grados Celcius. Las calles están hechas de tierra empacada de color café que se convierte en un río de lodo durante la temporada lluviosa. El sitio POC está rodeado de terraplenes de tierra alta y alambres de navaja.

James se sintió abrumado por la ansiedad después de huir de Malakal con su esposa y sus tres hijos.

Las fuerzas de paz de las Naciones Unidas se hacen cargo de las torres de vigilancia y los portones. Puede ser un albergue seguro, pero para muchos también es una prisión voluntaria. De pie en el terraplén, James puede ver su ciudad natal en la orilla este del Nilo Blanco.

Desde 2014, Malakal ha sido invadido por ejércitos contrarios al menos 12 veces. Si regresa, James sabe que corre el riesgo de ser arrestado, enlistado o asesinado.

En los meses posteriores a su llegada, James se sentía abrumado por la ansiedad. Al igual que muchos sursudaneses, su familia quedó destruida por la guerra civil. Una de sus hermanas quedó incomunicada en Yuba, tres de sus hermanos se enlistaron en el ejercito y otro de ellos fue arrestado. Al estar varado en el POC, él no puede encontrar empleo.

“Mi madre comenzó a beber cada vez más, y me pedía dinero”, dice él. “Pero yo no podía ni siquiera alimentar a mi familia. Yo peleaba con mi esposa. Ella no estaba feliz, así que se fue”.

“Me culpaba a mí mismo y bebía. Me arrestaron por pelear, me golpearon y me enviaron a prisión. Estaba muy solo. Entonces decidí suicidarme”.

“Estaba muy solo”.

En su cabaña de una sola habitación, James, que había estado bebiendo mucho durante el día, intentó suicidarse. Lo salvó un amigo, que tenía un mes de vivir con él debido a que se preocupaba por su estado mental. Otro de sus amigos le prestó dinero para que comenzara un pequeño negocio de carpintería. Dejó de beber y se reconcilió con su esposa.

El intento de suicidio de James es parte de una crisis mayor, no solo en el POC de Malakal, sino en todo el país. Los expertos creen que el efecto negativo del conflicto de Sudán del Sur en la salud mental de los civiles ha venido en aumento. Sin embargo, 2 millones de personas han huido a los países vecinos y 1,9 millones están desplazadas dentro del país, así que no se cuenta con datos oficiales. Las fuerzas de paz acogen a más de 202.000 personas en seis POC.

En 2016, la ONU, en conjunto con sus socios humanitarios comenzó a recolectar información en el POC de Malakal e identificó cuatro casos de suicidio. En 2017 hubo 34 intentos de suicidio, muchos de los cuales se dieron cerca del día de Navidad.

Quince de los casos eran mujeres y dieciséis hombres, y la mayoría tenía alrededor de 20 años. En lo que va del 2018, se han reportado 23 intentos de suicidio, pero para mayo, únicamente un hombre de 40 años, cometió realmente el suicidio. La clínica del POC cuenta con dos médicos psiquiatras.

“El suicidio es solamente la punta del iceberg”.

“El suicidio es solamente la punta del iceberg”, dice Dmytro Nersisian, psicólogo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). “Es la forma en la que las personas lidian con el estrés y el sufrimiento. Es estrés acumulado”.

Los horrores de la guerra civil son solo uno de los factores que contribuyen. Muchas personas se sienten desarraigadas y luchan por recuperar su identidad perdida, que se ve magnificada por la depresión y la ansiedad. Los hombres no pueden mantener a sus familias. La infancia termina temprano y el futuro está nublado por la incertidumbre. El alcohol hecho en casa se consigue fácilmente, lo que se suma a la violencia y el abuso doméstico.

ACNUR y sus socios humanitarios están desarrollando un plan de acción conjunto para ayudar a prevenir los suicidios mediante la detección de personas en riesgo y la construcción de sistemas de referencia. Se reconoce que la protección física no es suficiente y que existe la necesidad de ayudar a crear medios de vida.

“Las personas también deberían poder vivir con dignidad”, dijo Koen Sevenants, otro psicólogo. “Pero la salud mental no es algo que se instala y funciona inmediatamente. Restaurar la dignidad llevará tiempo”.

Una campaña de sensibilización titulada “Operación Esperanza” se centra en cómo las personas pueden cambiar la forma en que viven y ven sus vidas. La estación de radio Nile FM transmite una mezcla de ritmos árabes y congoleños intercalados con mensajes positivos. Las competiciones de fútbol y los espectáculos de danza tradicional se utilizan para dar a conocer formas de hacer frente a los problemas. El objetivo es estimular a los jóvenes y aumentar su resiliencia.

Cuatro años después de su intento de suicidio, James habla de cómo dominar las habilidades de supervivencia cotidianas. Es un líder en su iglesia y el actor principal en un grupo de drama semanal al aire libre, donde se desempeña como un esposo desempleado con una esposa enojada y lleno de deudas. Un amigo lo ayuda a conseguir un trabajo. Después de la actuación, los actores se unen a la multitud para preguntarles sobre lo que han aprendido.

“El mensaje es ser paciente”, dijo James. “La paciencia es la clave para resolver todos los problemas. Pero no debes tratar de resolver tus problemas solo. Siempre compártelos con las personas de la comunidad”.