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Los cameruneses desplazados luchan en Nigeria

Historias

Los cameruneses desplazados luchan en Nigeria

ACNUR ha pedido un apoyo urgente para los desplazados de Camerún, ya que la violencia en las regiones del norte y suroeste sigue obligando a miles de personas a huir.
15 May 2019
ACNUR ha pedido un apoyo urgente para los desplazados de Camerún, ya que la violencia en las regiones del norte y suroeste sigue obligando a miles de personas a huir.

Cuando los hombres armados atacaron la remota aldea en el suroeste de Camerún, tomaron al esposo de Agah Rachel, lo apuntaron con un arma y lo mataron mientras ella veía.

Mientras él caía al suelo, la viuda de 27 años supo que tenía que moverse rápido. Ella llevó a sus hijos al monte con apenas el suficiente tiempo como para tomar algunas pertenencias personales.

Desesperada por llegar a la seguridad, ella se ocultó allí por varios días, junto con su hermano mayor y su familia. Eventualmente ellos cruzaron la frontera al vecino país de Nigeria.

“Todo el día y toda la noche pienso. Pienso en la crisis en Camerún, pienso en mi esposo fallecido”, dice Agah.

Los violentos enfrentamientos entre el ejército de Camerún y los separatistas armados han desplazado a más de 437.000 personas dentro del país y han obligado a cerca de 35.000 personas, como Agah, a buscar la seguridad en Nigeria. Quienes se han desplazado, en su mayoría mujeres, niños y niñas, son mayormente de zonas anglófonas. En ambos países enfrentan grandes dificultades.

“Yo no tengo los medios para hacerle frente, no tengo fuentes de ingreso”.

Habiendo huido con muy poco, su presencia en comunidades de acogida ya empobrecidas está agotando los recursos alimentarios y las instalaciones de salud, educación, agua y saneamiento, que ya se encontraban limitados en estas áreas.

ACNUR ha lanzado un llamamiento urgente para aumentar el apoyo a los cameruneses desplazados que han sobrevivido a casi dos años de violencia en curso. Sin embargo, de los 184 millones de dólares requeridos para las operaciones del ACNUR en Camerún y Nigeria, incluidos los 35,4 millones de dólares que se necesitan con urgencia para brindar asistencia vital para salvar vidas a los cameruneses recién desplazados, solo se ha recaudado el 4%.

Ahora que vive en el asentamiento de refugiados de Adagom, Rachel ha encontrado seguridad, pero le molesta la preocupación constante por el futuro de sus hijos.

“Durante los nueve meses que hemos estado aquí, mis hijos no han ido a la escuela debido a la escasa capacidad escolar”, dice ella. “Yo no tengo los medios para hacerle frente, no tengo fuentes de ingreso”.

Aunque ACNUR ha agregado extensiones a algunas escuelas para atender a más estudiantes, los números aún son demasiado altos para acomodarlos.

Al igual que Rachel, Emmanuel Apusa apenas escapó con su vida después de un ataque a su comunidad en Miyerem, cerca de la frontera con Nigeria.

“Vinieron a nuestro pueblo y comenzaron a disparar”, recuerda. “En este momento, mientras hablo, hay cadáveres pudriéndose en la aldea”.

Llegó a Nigeria después de un agotador viaje de tres días por el monte, con algunos vecinos que también lograron escapar.

El asentamiento que aloja a Emmanuel, uno de los tres sitios de refugiados que albergan a los refugiados de Camerún, ha duplicado su capacidad de 4.000 y actualmente alberga a más de 7.000 refugiados. Las cifras han aumentado a medida que muchos refugiados que vivían anteriormente en las comunidades de acogida se han trasladado a los asentamientos desde noviembre.

 “La situación es desesperada”, dice Josiah Flomo, jefe de la suboficina de ACNUR en Ogoja. “La falta de fondos está limitando gravemente nuestra capacidad para satisfacer adecuadamente las necesidades de la gente en casi todos los sectores”.

“La falta de fondos está limitando gravemente nuestra capacidad para satisfacer adecuadamente las necesidades de la gente en casi todos los sectores”.

Flomo agrega que la presión sobre las instalaciones existentes, incluidas las escuelas, los centros de salud y los puntos de agua, está aumentando y que los recursos actuales están sobrecargados.

Muchos de los recién llegados carecen de un albergue adecuado. Se alojan en grandes salas de recepción hechas de lonas de plástico, e incluso éstas están llenas a capacidad.

“La situación no es fácil para nosotros”, dice Emmanuel. “Mire a la población aquí, no podemos dormir dentro de este salón, así que dormimos afuera”.

Rachel mientras tanto vive en una tienda prestada. Sin embargo, las condiciones distan mucho de ser ideales ya que comparte la carpa mediana con diez personas, incluidos sus propios hijos, su cuñada y sus hijos.

“Pongo un pedazo de tela en el suelo para que mis hijos y los de mi hermano se recuesten”, explica.

ACNUR está trabajando estrechamente con el Gobierno de Nigeria para registrar a todos los recién llegados y brindar asistencia básica. Esto incluye a la población de refugiados más difícil de alcanzar que vive en las comunidades de acogida en más de 47 aldeas a lo largo de la frontera, que representan más del 60% de la población de refugiados.

“El acceso a los refugiados en estas áreas es muy difícil debido al tiempo que lleva llegar y las malas condiciones de las carreteras durante la temporada de lluvias”, explica Flomo.

“Mientras los refugiados sigan llegando, tendremos que cuidarlos... Pero necesitamos apoyo urgente”.

Para aliviar la presión sobre los recursos, ACNUR planea instalar nuevos albergues para las llegadas y descongestionar el asentamiento de Adagom. Los refugiados ya están siendo reubicados de Adagom a otro sitio, Okende. Sin embargo, existen temores de que, si continúa la crisis en Camerún, más personas se desplazarán en los próximos meses y, con los recursos limitados, ACNUR no podrá satisfacer sus necesidades.

“Mientras los refugiados sigan llegando, tendremos que cuidarlos”, agrega Flomo. “Pero necesitamos apoyo urgente para ayudar a reducir esta situación desesperada”.

Para la mayoría de los refugiados, incluidos Rachel y Emmanuel, la lucha para hacer frente a la vida en el exilio continuará.

“Estoy sufriendo. Estamos sufriendo”, se lamenta Rachel. “No es fácil dejar tu país para irse y sufrir en otro país”.