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Colombia: Prevención, protección y soluciones para los desplazados internos

Historias

Colombia: Prevención, protección y soluciones para los desplazados internos

Terry Morel, representante del ACNUR en Colombia, explica en una entrevista en qué consiste el trabajo de la agencia en el país y cuáles son sus principales retos y objetivos.
25 agosto 2010
Un niño afrocolombiano juega en una comunidad de personas desplazadas cerca de la costa del Pacífico. Los afrocolombianos son personas de particular interés del ACNUR.

BOGOTÁ, Colombia, 25 de agosto (ACNUR) – El mes pasado, el editor de la página web del ACNUR, Leo Dobbs, viajó a Sudamérica para dar una mirada de primera mano al trabajo que realizan algunas agencias en torno a los refugiados en Colombia y en la vecina Ecuador. Ambos países están vinculados por el conflicto de Colombia desde hace décadas, el cual ha forzado a millones de civiles a huir de sus hogares y buscar refugio en otras partes de su país o en los estados vecinos, como Venezuela y Ecuador. En Bogotá, Dobbs habló con la Representante del ACNUR en Colombia, Terry Morel, una abogada calificada y trabajadora social, acerca del trabajo que su equipo lleva a cabo y de los desafíos que presenta la operación más grande en el hemisferio occidental.

Extractos de la entrevista:

Cuéntenos acerca de los principales temas humanitarios en Colombia

Vale la pena resaltar por qué estamos en Colombia, porque no es una operación típica de refugiados. Se trata básicamente de personas desplazadas internamente, pero sí tenemos un pequeño grupo de refugiados – 204 refugiados y 149 solicitantes de asilo. El gobierno asume la responsabilidad de determinar el estatuto de refugiado, pero estamos aquí para asistir y apoyar a los refugiados como se requiera y trabajamos de cerca con la Iglesia Católica – la Pastoral Social, un socio clave del ACNUR.

En términos de desplazamiento interno, según las estadísticas del gobierno, Colombia registra unos 3,4 millones de personas desplazadas desde que comenzó el proceso de registro en 1997. Existe una serie de desafíos, como por ejemplo, la falta de visibilidad y concientización de la situación en Colombia, las personas de otros continentes no son concientes de las dificultades que enfrentan las personas desplazadas. Si bien es cierto que la situación de seguridad ha mejorado, esto no significa que el desplazamiento haya terminado, sino más bien, que la naturaleza del conflicto ha evolucionado. Se ha extendido a las zonas fronterizas y algunas de las zonas centrales. Podemos ver un efecto indirecto de la violencia en las zonas fronterizas en Ecuador y Venezuela.

Los actores ilegales armados involucrados parecen estar cambiando también. Antes, había guerrillas, grupos paramilitares y bandas narcotraficantes. Luego del acuerdo entre los grupos paramilitares y el gobierno [en 2006], los grupos paramilitares y algunos miembros de la guerrilla comenzaron a beneficiarse con los planes de desmovilización. Pero en los últimos dos años hemos observado un aumento preocupante en lo que el gobierno llama grupos criminales armados . . . No es claro si éstos están vinculados a los grupos paramilitares anteriores. El gobierno establece que existe una clara distinción, pero en algunos casos la gente dice que estos grupos son los mismos paramilitares usando nombres distintos. Esto es importante a la hora de registrar a las personas desplazadas, ya que hay una tendencia a rechazar a aquellas personas que no son desplazados a causa de amenazas por parte de los grupos ilegales armados tradicionales.

¿Entonces cuál es el principal foco de atención del ACNUR?

Nuestras tres prioridades principales en los próximos años son la prevención, la protección y la búsqueda de soluciones. Nuestras prioridades temáticas son transversales e incluyen políticas públicas, registro de las personas desplazadas, un enfoque diferencial sobre el tema de las tierras, que es crucial a la hora de encontrar una salida para los desplazados, ya que uno de los resultados del conflicto ha sido el de la transferencia ilegal de tierras y de propiedad.

En términos de soluciones, el gobierno tiene un programa de retorno, pero no necesariamente satisface las expectativas de muchos de los desplazados internos. Algunas encuestas indican que sólo un pequeño número de desplazados tiene interés en retornar. Esto nos preocupa y por lo tanto necesitamos observar más de cerca los esquemas de reubicación y las opciones de integración local. Sabemos que muchos jóvenes no desean regresar. Esto es normal a medida que pasa el tiempo y cambian sus expectativas. Debemos enfocarnos en facilitar soluciones en un contexto urbano, lo cual es particularmente complejo dada la amplia gama de necesidades y porque muchos desplazados son ocupantes ilegales. Por lo tanto, trabajamos de cerca con las autoridades locales y las instituciones civiles.

¿Qué presencia tiene el ACNUR en Colombia?

Para apoyar nuestra estrategia de prevención, hemos aumentado recientemente el número de oficinas. Se han abierto un par más en el terreno profundo, del tal modo que ahora tenemos 13 oficinas en el terreno, además de la de Bogotá, y 160 funcionarios en todo el país.

Tantas oficinas presuponen que los desafíos se han extendido

Así es, y también refleja la realidad geográfica de Colombia. La violencia es más intensa a lo largo de las fronteras, la costa del Pacífico y algunas áreas centrales. Con más de 3 millones de desplazados y sin campamentos, las personas están dispersas y tenemos poblaciones tanto urbanas como rurales. Esto hace que la operación sea complicada. Hay oficinas en las grandes ciudades como Medellín y Barranquilla. En las zonas urbanas, las personas desplazadas conviven con la población local en terrenos ilegales ubicados en vecindarios pobres. El desplazamiento no necesariamente conlleva a la seguridad, ya que también hay violencia en las zonas urbanas debido a la presencia de grupos armados ilegales. Además de perseguir a las personas, algunos de los actores ilegales tratan de imponer un control social, amenazando a los drogadictos, trabajadores sexuales, a aquellos que se cree tienen VIH. El resultado es el desplazamiento inter-urbano.

En Soacha, en las afueras de Bogotá, se registraron cientos de asesinatos entre 2000 y 2004. Ninguna agencia de la ONU tenía presencia en esa zona y la policía no entraba. Es un ejemplo interesante de cómo ACNUR comenzó su trabajo con los desplazados internos en las áreas urbanas pobres. Establecimos una presencia y trabajamos con otras instituciones para abrir una casa de la ONU. Esto fue seguido por la Casa de los Derechos para brindar acceso a las instituciones locales. Abrir nuevos caminos en el trabajo con los desplazados internos en las zonas urbanas fue fundamental, porque significó que las personas no se sintieran abandonadas. Les da a los desplazados la posibilidad de hacer escuchar sus voces y de empezar a atender necesidades críticas, especialmente en educación y salud, así como también a conocer sus derechos.

¿De qué se trata la estrategia de prevención que mencionó anteriormente?

Brevemente, vamos a donde otras personas no van para apoyar a las instituciones civiles, así como acompañar a las comunidades en las zonas más asiladas. La noción de prevención no es común para ACNUR. Es también una manera de ayudar a mantener el espacio humanitario abierto a las comunidades en las zonas remotas, y esto es vital. Tratamos de alentar a las instituciones civiles a que establezcan una mayor presencia en estas zonas que de alguna manera han quedado relegadas. Por ejemplo, para asegurar la documentación, hemos apoyado los registros civiles móviles y así más de 800.000 personas han recibido documentación. Ésta es una herramienta de protección importante, en especial para los jóvenes. Tener presencia en zonas remotas también nos permite realizar un muy buen análisis de protección sobre los riesgos que enfrentan las comunidades y cuáles son las brechas existentes en términos de prevención y protección.

Como parte de nuestro enfoque de prevención, trabajamos con las comunidades locales y, mediante conversaciones con ellos, vemos cuáles son sus prioridades y luego los apoyamos a través de proyectos prácticos de protección. Se trata de un tipo de asistencia bastante rápida a las comunidades para ayudarlas a evitar el desplazamiento, o al menos no tener que salir de sus territorios y perder la posibilidad de regresar en el corto plazo. Cuanto más lejos huyes, es más probable que pasarás más tiempo en situación de desplazamiento, lo que significa mayor destrucción de la trama social de la comunidad y más sufrimiento en general.

Un ejemplo podría ser facilitar el acceso de los niños indígenas a la educación en escuelas donde puedan pasar la noche. Otro aspecto crucial del trabajo es la protección de las tierras de los indígenas, afro-colombianos u otras comunidades. Estamos trabajando con la agencia gubernamental Acción Social y con los donantes para tratar de asegurar que las personas desplazadas no se empobrezcan aún más debido a la pérdida de sus tierras. Hasta la fecha, el proyecto ha protegido unos 3.6 millones de hectáreas. Ahora, estamos tratando de apoyar el sistema de registro móvil de tierras.

Cuéntenos más acerca del trabajo con las poblaciones indígenas y los afro-colombianos

Las personas afro-colombianas e indígenas han sufrido especialmente por el traslado del conflicto hacia sus zonas (a lo largo de las fronteras y la costa del Pacífico). No sólo esto tiene un impacto sobre ellos en términos de desplazamiento, sino que destruye sus estructuras comunitarias y sus redes sociales, en particular la de las personas indígenas. Y además afecta la práctica de sus tradiciones, especialmente aquellas relacionadas con las tumbas de sus ancestros. Por sobre todo, Colombia enfrenta el desafío de que 34 grupos indígenas han sido identificados por el Tribunal Constitucional como grupos en peligro de extinción.

¿Cómo trabaja el ACNUR con el gobierno?

En términos de desplazamiento, nuestro rol aquí es brindar apoyo técnico al gobierno. Creo que es importante destacarlo, ya que a veces no queda claro por qué no realizamos actividades más operativas directamente con la población. Colombia es un país con recursos financieros y cuenta con una gran capacidad profesional en las instituciones. Tenemos mucho respeto por su habilidad para resolver las cosas. La lucha es lograr asegurarnos que las políticas públicas se traduzcan en práctica y tengan un impacto en las personas en términos prácticos, en especial en las zonas remotas. De modo que mientras trabajamos de cerca con el gobierno, también acompañamos a las comunidades para mejorar la respuesta por parte de las autoridades a nivel local.

¿Qué tan importantes son nuestros socios?

Son cruciales, porque nosotros no hacemos demasiada implementación directa. Mantenemos una estrecha relación laboral con muchas ONG locales, las autoridades a nivel municipal y departamental, como así también con la Iglesia, las ONG internacionales y agencias hermanas de la ONU.

Si hablamos de personas desplazadas dentro de su propio país, trabajar con las estructuras gubernamentales e instituciones estatales, es el punto de partida. Sin embargo, hay sentimientos mezclados en torno a los desplazados. Algunas personas me dicen: "No queremos financiar la integración local, porque qué sucedería si como resultado de ello, llegan más desplazados a la zona". Ése es siempre el gran temor – el factor de atracción. Pero sabemos que en la práctica no se produce ese factor, porque las personas no abandonan su hogar porque sí. . . De modo que debemos trabajar mucho sobre ese tipo de actitudes y mostrar que un buen ejemplo de integración local es para beneficio de todos.

Es muy importante que las personas en Colombia entiendan que nadie desea ser desplazado, los desplazados aquí a veces son discriminados y estigmatizados. Las personas quieren soluciones. Quieren poder decir con orgullo "Soy ciudadano de Medellín" o "soy ciudadano de Soacha" y no: "soy una persona desplazada".