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Un adolescente marfileño refugiado descubre un nuevo mundo en Túnez

Historias

Un adolescente marfileño refugiado descubre un nuevo mundo en Túnez

La fabricación de joyería está a un joven refugiado a hacer frente a la vida en un campamento de refugiados de Túnez y prepararse para un futuro más prometedor.
10 Enero 2013 Disponible también en:
Abdel muestra su primera pieza de joyería con forma de flor de jazmín, uno de los símbolos de Túnez.

CAMPO DE REFUGIADOS DE CHOUCHA, Túnez, 10 de enero (ACNUR) – Hacer joyería está ayudando al adolescente refugiado Abdel* a sobrellevar su vida en el campo de refugiados, sobreponerse de su trágico pasado y prepararse para un futuro que comienza a ser cada vez más prometedor para él.

"Hoy estoy descubriendo otro mundo en Túnez" confesó recientemente este marfileño de 16 años a los visitantes de ACNUR en el campo de refugiados de Choucha, donde ha estado viviendo desde marzo del año pasado. Como un menor no acompañado, es una persona vulnerable de interés para ACNUR, que está trabajando con el gobierno tunecino para encontrar soluciones para aquellos que están aún en Choucha, antes de que cierre el campo en junio.

Durante la mayor parte del tiempo que ha estado aquí, Abdel se ha sentido aislado y simplemente aburrido en el Choucha, un campo situado en una árida zona entre la ciudad de Ben Guerdane y la frontera cercana a Libia. "En Choucha vivimos en un mundo aparte y gradualmente te aíslas del exterior", explicó.

Pero sus ilusiones empezaron a aflorar el mes pasado, cuando comenzó a formar parte de un programa piloto de formación profesional organizado por ACNUR y el Consejo Danés para los Refugiados con la ayuda de la Agencia Tunecina de Capacitación Profesional. Abdel optó por hacer el curso de fabricación de joyas dirigido por el Centro de Instrucción y Formación Artesanal en la ciudad de Gabes, a unos 140 kilómetros al noroeste de Choucha.

El programa de formación profesional de ACNUR también incluye cursos en materias como enlucido y moldeado de yeso, técnicas de ensamblaje y soldadura y tecnología informática. Estos cursos se imparten en Gabes o Ben Guerdane.

Unos 100 refugiados que viven en Choucha y en las áreas urbanas están participando en estos cursos de cinco meses de duración, incluyendo 15 alumnos que asisten a las clases de joyería junto a Abdel. "El objetivo es dotar a los refugiados con nuevas habilidades y conocimientos para que puedan ser autosuficientes", afirmó Nicole dos Remedios, una oficial de programas de ACNUR con sede en el sur de Túnez. El programa también está dirigido a estimular la integración local.

Abdel y sus compañeros, refugiados y tunecinos, están aprendiendo a diseñar y a hacer las piezas de joyería. Comen en el centro y duermen en una residencia mientras se desarrolla el curso. También pueden hacer nuevas amistades valiosas con otros refugiados y tunecinos durante los merecidos descansos.

Para algunos, como Abdel, los cursos también pueden ayudarles a recuperarse de un trauma y darles más confianza y esperanza. Sus padres huyeron de Costa de Marfil por razones sin especificar y se asentaron en Libia, donde nació Abdel. Vivían en la costa de Zliten, donde su madre falleció cuando él tenía cinco años.

Pero aún habría una tragedia peor. Después del alzamiento en contra del régimen de Muammar Gaddafi en febrero de 2011, los subsaharianos que vivían en Libia como trabajadores inmigrantes o solicitantes de asilo comenzaron a ser atacados acusados de ser mercenarios de Gaddafi. Muchos estaban demasiado asustados para dejar sus apartamentos.

En mayo de 2011, una banda armada de asaltantes encapuchados irrumpieron en la casa de Abdel y violaron a su hermana antes de matarla a ella y a su padre, cuando este último intentó intervenir. El chico fue arrastrado hasta una cárcel, donde permaneció durante los 10 meses siguientes. "Había unos 30 de nosotros encerrados en una habitación. Me enteré que estábamos en (la ciudad de) Misrata", recuerda, añadiendo que a algunas personas se las llevaron y no volvieron nunca.

Después de 10 meses, le soltaron y cruzó la frontera a Choucha, que en su punto álgido, en marzo de 2011, acogía a decenas de miles de refugiados que huyeron de los disturbios en Libia. Aquellos que no podían quedarse en Túnez o volver a Libia o a sus países de origen se quedaron en Choucha, aunque cientos de refugiados fueron reasentados en terceros países.

Mientras pasaban los meses en Choucha, donde las condiciones climáticas son difíciles, Abdel decidió que tenía que hacer algo para ayudarse a sí mismo. "No podía quedarme ahí sentado vagueando en el campo, preguntándome cada día lo que hago aquí. Finalmente, comencé a pensar en algo más concreto y esta formación es sólo el principio", explicó entusiasmado.

Hoy hay 1.358 personas residiendo en el campo, 1.123 refugiados y 22 solicitantes de asilo. Unos 400 de los refugiados no han sido aceptados para reasentamiento y ACNUR está estudiando opciones de integración social y económica. Los cursos de formación profesional son parte de esta iniciativa. En el caso de Abdel, ACNUR además está intentando encontrar a sus parientes en Costa de Marfil.

La mayoría de los que asisten a los cursos son hombres jóvenes, pero también se han apuntado algunas mujeres. El director del proyecto del Consejo Danés para los Refugiados, Gianmaria Pinto, dijo que el curso había sido un éxito hasta la fecha. "En su última sesión, antes del final de año, los refugiados no querían volver a Choucha", dijo, añadiendo que más gente ha comenzado a inscribirse a los cursos.

Mientras tanto, Abdel ha comenzado a pensar en su vida después de Choucha. "Este curso me da esperanza y me motiva a continuar con mis estudios. Por primera vez en años, estoy durmiendo bien. Mi vida está comenzando a mejorar y espero que continúe así".

*Nombres cambiados por razones de protección

Por Dalia Al Achi en el Campo de Choucha, Túnez