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Restaurante ofrece a refugiada burundiana un sabor de autosuficiencia

Historias

Restaurante ofrece a refugiada burundiana un sabor de autosuficiencia

Dirigir un pequeño restaurante de barrio en la República Democrática del Congo le devuelve a una cocinera su orgullo y su independencia.
5 Abril 2017 Disponible también en:
Odette Bucumi*, de 34 años, refugiada burundiana, prepara comida en su restaurante en la ciudad de Goma, en la frontera entre la República Democrática del Congo y Ruanda.

Cada mañana, Odette Bucumi*, se despierta mucho antes del amanecer para poder estar en su restaurante con techo de lámina a las 5 a.m. Una vez que llega al trabajo, ella hornea sus famosos panecillos "Chapati burundiano" y hierve el agua para el té y el café.


Más tarde, para el almuerzo, ella cocina ugali – un alimento básico del Este de África hecho con harina y agua – servido con papas, frijoles y salsa de carne. Nada cuesta más del equivalente de $0.50 dólares.

Odette, de 34 años, huyó de su hogar en Burundi en 2010 después de la desaparición de su esposo durante la agitación antes de las elecciones presidenciales. Con sus dos pequeños hijos, ella escapó sobre la frontera en la República Democrática del Congo (RDC), y terminó en la ciudad más grande en el este, Goma.

"Este trabajo realmente me ayuda a ser independiente. Soy capaz de pagar la renta . . . y comprar ropa para mis hijos"

"Cuando llegué a la RDC, lloraba todos los días pensando en mi esposo y en cómo yo sobreviviría con mis dos hijos en un país extranjero", ella comentó. "Al principio, era bastante difícil y estaba a punto de rendirme. Había días en los que regresaba a casa sin nada y mis hijos se ponían tristes".

En casa en la capital de Burundi, Bujumbura, ella dirigía un restaurante. Aquello la inspiró en hacer lo mismo en Goma, y ha sido un gran éxito.

Entre los conductores de autos y camiones en el vecindario, taxistas en motocicleta, guardias de seguridad, mecánicos y trabajadores de tienda, el restaurante que es dirigido por "la burundiana", como ella es conocida, es muy popular. También le ha dado a Odette una medida vital de control sobre su vida y sus finanzas.

"Estoy muy orgullosa porque este trabajo realmente me ayuda a ser independiente", ella comenta. "Soy capaz de pagar la renta de mi casa, de pagar los gastos de la escuela, y comprar ropa para mis hijos, alimentarlos y responder a sus necesidades sin depender de nadie. Mis hijos son toda mi vida, y sueño con un mejor futuro para ellos. Decidí no darme por vencido, y luchar por su bienestar".

Su éxito es también algo que ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, reconoce como pieza clave en su rol de proteger y apoyar a más de 450.000 refugiados en la RDC, incluyendo 36.000 de Burundi.

ACNUR está redoblando esfuerzos para ayudarlos a volverse autosuficientes, brindando capacitación, financiamiento y equipo. Mientras que, en áreas rurales, esto usualmente significa ganar acceso a tierras y herramientas para la agricultura, en las ciudades el apoyo está más centrado en ayudar a pequeños negocios. Los refugiados urbanos, muchos de los cuales ya tienen habilidades profesionales, aprenden a elaborar planes de negocio, y ganar los medios para ponerlos en práctica.

"Esta inversión puede tener enormes beneficios, especialmente para mujeres vulnerables"

"Esta inversión puede tener enormes beneficios, especialmente para mujeres vulnerables", comenta Clementine Cremer, Oficial de Protección del ACNUR en la RDC. "Queremos ayudarlos a satisfacer sus necesidades básicas en situaciones en las que no tienen otro apoyo".

Cremer comentó que las mujeres a menudo viven en extrema pobreza, lejos de sus hogares, sin ninguna red familiar que las proteja. Para sobrevivir, ellas deben recurrir a medidas desesperadas, como la prostitución. "Ellas fácilmente se convierten en víctimas de explotación y abuso", comenta.

Odette está entre las 71 jefas de hogar en Goma, quienes representan el sostén para más de 300 miembros de sus familias, que ACNUR ha ayudado en los últimos tres años con proyectos generadores de ingresos. "Cuando ACNUR decidió apoyarnos, yo decidí aprovechar eso y comenzar una nueva vida", ella comenta.

Odette cree que es un ejemplo tanto para otros refugiados, que quieran seguir sus pasos, y para sus anfitriones congoleños. Ella sueña con abrir un restaurante más grande, no uno en una choza pequeña sino uno muy elegante, y después ser capaz de mandar a sus hijos a la universidad.

Ella ha ganado más que dinero de su exitoso negocio. Le ha dado autoestima y la certeza que ella puede proveer para ella y sus hijos en tiempos difíciles. "Aun cuando siento que las cosas no están yendo bien, yo prefiero retirar dinero de mi cuenta de ahorros en lugar de acudir al ACNUR y pedir de nuevo apoyo ".

*El nombre fue cambiado por razones de protección.

Por Gloria Ramazani y Andreas Kirchhof

Gracias al Voluntario en Línea David A. Romero por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.