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"Caminamos desde Venezuela hasta Boa Vista, al igual que muchas otras personas en ese momento"

Historias

"Caminamos desde Venezuela hasta Boa Vista, al igual que muchas otras personas en ese momento"

Yenni dejó atrás su hogar y a sus dos hijos mayores. Después de dormir en la calle por dos semanas con su hijo de 3 años, fue acogida en un albergue temporal apoyado por ACNUR en Boa Vista.
28 Enero 2019
Yenni con su hija Branyelis, de 7 días, en Boa Vista, Roraima.

A mediados de diciembre, con un calor sofocante y un sorprendente cielo azul en Boa Vista, Roraima, Yenni se refugió en la sombra de una tienda con su bebé Branyelis, de 7 días. Como muchos venezolanos que dejaron su país, Yenni lo hizo por falta de opciones. En la mayoría de los casos, verse forzado a dejar su hogar es una experiencia violenta y traumatizante.


“En Venezuela, la situación empeoraba cada día y lo que ganábamos nos alcanzaba sólo para comer. Lo que una persona ganaba en un mes daba para la comida de un día y teníamos que salir y buscar más y más, nunca teníamos suficiente”.

Esta es la tercera vez que Yenni viene a Boa Vista. La primera, vino para trabajar y juntar dinero para poder comprar comida y llevar a su familia en Venezuela. Ella es cocinera y los fines de semana hacía decoración y dulces para fiestas. Para ello, dejó a sus hijos Brian, de 19 años, y Claribel, de 15, con su madre y vino con su hermana. El agotador trayecto lo hizo en autobuses y caminando.

“Lo que se gana aquí en un día, alcanza para unos quince días en Venezuela”.

Más de 3 millones de venezolanos han dejado su país desde 2014 debido a la inseguridad, la escasez de comida, la ausencia de servicios de salud y medicamentos e incluso la pérdida de sus casas. La mayoría son familias con niños, mujeres embarazadas y adultos mayores.

Después de tomar un descanso para llevar ayuda a su familia, Yenni volvió a quedar embarazada sin saberlo. Aguantó el trabajo y el calor por cinco meses, pero después de pasar mal constantemente por los mareos y los dolores, decidió volver a casa. Sin embargo, en dos meses allí la situación se volvió insostenible.

“Cada día la cosa se pone peor, no conseguimos ni pagar un pasaje. Yo ganaba en una semana, trabajando de lunes a domingo, por ejemplo, 1000 bolívares, pero el arroz costaba 1800”.

Además de la alta inflación y la falta de alimentos, no hay más medicamentos y el acceso a los servicios de salud es precario.

“Para el parto me pedían una lista de medicamentos y artículos médicos que yo no conseguía comprar. Yo vine porque vi varios casos de vecinas que daban a luz y por no tener los medicamentos y artículos exigidos, sus niños murieron”.

Yenni volvió, pero no consiguió empleo y no tenía dinero. Tuvo que vivir en la calle con su pareja y su hijo Moises, de 3 años, por dos semanas. Hasta que consiguió una vacante en un albergue temporal apoyado por ACNUR. Hoy, ella, su compañero, Moises y su bebé comparten una unidad habitacional con otra familia.

“Yo prefiero estar aquí, donde tengo un techo y un colchón. Cualquier cosa es mejor que tener que dormir en la calle, donde pasan los autos, donde hay tantos problemas. Yo he vivido tantas cosas malas allí”.

A pesar de haber dado a luz recientemente, Yenni espera ansiosa el fin de la cuarentena para volver a trabajar y juntar dinero. Como muchas otras madres venezolanas, ella tuvo que dejar a sus dos hijos mayores, pero su plan es traerlos cuanto antes:

“Todo mi esfuerzo ha sido por mi familia y mis hijos. Tengo dos hijos en Venezuela ahora con mi madre, Brian, de 19 años, y Claribel, de 15. Estoy esperando poder traerlos. Los necesito cerca. Y esta es mi historia hasta ahora. Y ahora la tengo a ella, que es otra historia que está empezando".

ACNUR trabaja en el norte de Brasil, ofreciendo servicios de registro e información, albergue y protección para familias venezolanas en situación de vulnerabilidad, apoyando al Gobierno Federal. Muchas veces, la ayuda prestada salva vidas. Actualmente más de 6 mil venezolanos viven en los albergues apoyados por ACNUR y sus socios, como UNFPA, ONU Mujeres y Unicef, donde tienen acceso a alimentación, agua potable, atención psicosocial y espacios seguros para niños.