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"Espero que la gente no se olvide": Diario de una trabajadora humanitaria en Siria

Historias

"Espero que la gente no se olvide": Diario de una trabajadora humanitaria en Siria

Este diario de una trabajadora de la Agencia de la ONU para los Refugiados en Alepo muestra cómo es vivir y trabajar en una zona de guerra.
19 Agosto 2019
Yumiko Takashima conoce a Subhi, que tiene siete años y es discapacitado visual, en Alepo (Siria).

Yumiko Takashima trabaja para ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en Siria: a más de 8.700 kilómetros de su Tokio natal. Se incorporó a la organización hace veinte años y ha trabajado en Timor-Leste, Sudán, Tailandia o Afganistán, entre otros lugares. Está basada en Alepo desde el año 2018.

Más de 5,6 millones de personas han huido de la guerra en Siria desde 2011 en busca de seguridad en Turquía, el Líbano, Jordania y otros destinos. Millones más están desplazadas dentro de Siria.

Para conmemorar el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, que se celebra cada 19 de agosto, Yumiko nos cuenta cómo es la vida y el trabajo día a día en uno de los lugares más difíciles del mundo.

Un hombre camina entre las ruinas de una calle de Alepo en febrero de 2019.

05:00 a.m. Suena la alarma de mi celular y me arrastro de la cama para ir a correr. El ejercicio es muy importante, ¡en especial en una ciudad como Alepo donde la comida local es tan deliciosa! Mi última pasión es el “Kabab bil Karaz” (kebab de cereza). Antes de que comenzara la crisis, Alepo era el centro económico de Siria y era conocido por su gran mercado cubierto, por productos tradicionales como sus jabones y por delicias como el “Kebeh” y el “Mahashi” (berenjenas y calabacines rellenos de carne picada).

En la actualidad nos alojamos en un hotel a consecuencia de la situación de seguridad, así que corro algunas vueltas en el pequeño jardín que rodea el edificio. La vida en un hotel no es tan glamurosa como podría parecer; enseguida se empiezan a echar de menos las cosas que contribuyen a formar un “hogar”, como el hecho de poder cocinar y disfrutar de una comida en tu propia cocina. Pero intentamos sacar el máximo partido a la situación. Por ejemplo, organizando una pequeña cocina en la zona común donde podemos preparar algo de comer.

Yumiko aprende sobre algunas de las actividades de este centro de menores en Alepo.

08:00 a.m. Tras un desayuno rápido, voy en automóvil camino de la oficina. Aunque es un recorrido de tan solo 10 minutos, tenemos que variar la ruta a diario por razones de seguridad. Vamos a todas partes en vehículos blindados.

La mitad de Alepo está destruida como consecuencia de la crisis. La otra mitad está intacta. Una calle divide ambos escenarios. Cuando me encuentro en el medio de esa calle, siento como si estuviera en una película (un lado destruido y el otro intacto) … parece ciencia ficción, pero es real. Las necesidades son enormes. Más de 990.000 personas en Alepo y sus alrededores se han visto desplazadas de sus hogares por la fuerza. Unas 161.000 han podido volver a casa. ACNUR presta apoyo a las familias que deciden volver mediante programas de apoyo a aldeas orientados a mejorar las condiciones de las personas que regresan. Calculamos que hay unos 1,4 millones de personas en situación de necesidad en Alepo y sus alrededores. Tras cada una de estas cifras se esconden personas de verdad con vidas de verdad.

Por eso estoy aquí: todo se reduce a cómo los humanos podemos ayudarnos unos a otros. Lo que más me maravilla es la resiliencia de la gente. Las noticias que puedan haber oído sobre Alepo no coinciden con la realidad aquí. La gente aquí ha enfrentado situaciones muy difíciles, pero no vuelven la vista atrás: solo quieren avanzar y recuperar la normalidad en sus vidas. En nuestra condición de trabajadores humanitarios, podemos ayudar a avanzar a otros seres humanos que están atravesando una crisis.

Yumiko conoce a Um Bassam, de 79 años, que ha vuelto a Alepo para reconstruir su vida en medio de la devastación.

08:15 a.m. Una vez que llego al trabajo, tardo un cuarto de hora en revisar con calma lo que me depara el día, priorizar el trabajo y pensar en cómo gestionar posibles reuniones complicadas. Esos 15 minutos son muy importantes para mí, me permiten concentrarme. Hoy el día comienza con una reunión de equipo. Aquí en Alepo trabajamos ahora unas 60 personas, entre ellas 52 compañeros nacionales. Muchos de ellos han perdido a amigos y familiares como consecuencia de la crisis. Pero siguen adelante. Para mí es un honor formar parte de un equipo tan fuerte, seguro y apasionado.

11:00 a.m. Salgo con mi compañero Mustafa para visitar un centro comunitario gestionado por ACNUR, con objeto de comprobar que nuestras actividades avanzan según lo previsto. En estos centros ofrecemos diversos servicios, como asesoramiento legal, terapia, capacitación laboral y clases de recuperación para niños y niñas que han faltado a la escuela por culpa de la crisis. Niños y niñas son el futuro de Siria y queremos asegurarnos de que no se queden atrás.

Un centro comunitario es más que un edificio en el que la gente puede acceder a información y servicios de protección. Es un espacio en el que la gente se encuentra y comenta qué quieren hacer en sus comunidades. En la actualidad, ACNUR da apoyo a 22 centros comunitarios y a 10 centros satélite de menor tamaño en Alepo. También contamos con 28 equipos móviles que llegan a aldeas pequeñas y remotas, para asegurarnos de que las familias que hay allí reciben el apoyo que necesitan. Estos equipos están formados por voluntarios de divulgación que conocen muy bien sus comunidades.

Yumiko habla con niñas y mujeres jóvenes en un centro comunitario de Alepo.

2:00 p.m. Me reúno con el personal de una organización nacional que está ayudando a ACNUR a distribuir suministros de invierno. Seguimos gestionando situaciones de emergencia en varias partes de Alepo. Estamos presentes para prestar ayuda, dar cobijo y aportar elementos básicos como mantas, bidones para almacenar agua, etc. Esta ciudad es extremadamente fría en invierno. Por eso facilitamos materiales como láminas de plástico transparente para ayudar a las familias a cubrir ventanas y puertas destruidas, para que no entre el frío. El invierno pasado asistimos a más de 215.000 personas en la zona con elementos esenciales como sacos de dormir, chaquetas de invierno, mantas y láminas de plástico.

6:00 p.m. La mayoría del personal se va antes de que oscurezca; es por nuestra seguridad. Al llegar al hotel sigo trabajando, contestando correos y preparando la jornada siguiente, a veces hasta altas horas de la noche. Si me pidieras describir este trabajo te diría que no es un trabajo sino una vocación. Me siento afortunada de poder hacerlo. A pesar de lo difícil que es estar alejada de mi familia y amigos.

Muchos de nosotros queremos hacer algo cuando vemos el sufrimiento de la gente, porque somos todos seres humanos. Quizás no siempre podamos hacer tanto como quisiéramos, pero incluso pararse a escuchar a la gente y mostrar que nos importa es un gesto importante. Tenemos la suerte de poder hacer eso aquí en Alepo. Espero que la gente no se olvide de las familias desplazadas que hay aquí y que necesitan ayuda. Son personas como usted y como yo, que se encuentran en una situación difícil por causas ajenas a su voluntad. Ya sé que es muy fácil olvidarse de lo que está pasando en el pueblo de al lado, el país de al lado, el continente de al lado… Pero yo puedo ver lo que sucede cuando se presta ayuda. Las personas son fuertes. Con un poco de apoyo, son capaces de continuar con sus vidas.

Hace poco, ACNUR ayudó a instalar farolas en una zona de Alepo. La iluminación de las calles significa que la vida puede continuar cuando cae la noche: la gente se siente más segura y se desplaza con más facilidad, niños y niñas pueden hacer las tareas de la escuela por la tarde y las familias ya no tienen que permanecer sentadas en la oscuridad. Así que no se trata solo de la luz, sino de la esperanza que aporta a las personas. Cuando se prendieron las luces, una señora mayor salió de su casa y me abrazó entre lágrimas mientras señalaba las farolas. No hablaba una palabra de inglés y mi árabe es terrible, pero no necesitábamos decir nada para entendernos. Por momentos como ese, me siento una verdadera privilegiada por trabajar en Alepo.

Usted puede ayudar a Yumiko y al equipo de ACNUR en Siria a dar apoyo a más personas sirias necesitadas. Haga una donación ahora.

  • Solo 6 USD pueden llevar una manta a una persona desplazada en Siria
  • Con un desembolso de 10 USD puede dar acceso a una atención sanitaria vital para una persona en Siria
  • Solo con 42 USD puede brindar apoyo con tareas, clases de recuperación y otras ayudas orientadas a estudiantes de primaria en Siria cuya educación se ha visto afectada por la crisis
  • Una subvención en efectivo de entre 50 USD y 200 USD puede marcar la diferencia para familias que tienen dificultad para pagar el alquiler y comprar alimentos en un país asolado por la guerra como Siria

Gracias por su increíble apoyo y generosidad

 

*Esta nota salió inicialmente en Medium.