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Refugiados y solicitantes de asilo trabajan para preservar la biodiversidad de Guatemala

Historias

Refugiados y solicitantes de asilo trabajan para preservar la biodiversidad de Guatemala

Como guardaparques en algunos de los parques nacionales de Centro América, las personas refugiadas y solicitantes de asilo tienen una segunda oportunidad en la que protegen especies de plantas y animales amenazadas.
5 Junio 2020 Disponible también en:
Antiguas ruinas mayas emergen de la selva tropical en el Parque Nacional Tikal, Guatemala, julio de 2018.

Aunque su jornada laboral comienza alrededor del amanecer, Josué no necesita una alarma para empezar su día. El canto de cientos de pájaros tropicales despierta desde muy temprano al guardarrecursos de 19 años que ahora trabaja en uno de los lugares con mayor biodiversidad de la tierra: el Parque Nacional El Mirador-Río Azul de Guatemala.


Para Josué, un solicitante de asilo que proviene de una de las ciudades más peligrosas de Honduras, su nuevo trabajo como guardarrecursos es un sueño hecho realidad.

“Cuando era pequeño miraba programas acerca de animales y naturaleza. Eran mis favoritos. Este trabajo se siente como estar en televisión”, dijo Josué, quien fue forzado a huir de Honduras a los 16 años luego de rechazar los intentos de una pandilla de reclutarlo y que esta tomara represalia en su contra con un ataque que podría haberle quitado la vida. “Siempre soñé con un trabajo como este”.  

Josué forma parte de un grupo de nueve personas refugiadas y solicitantes de asilo contratadas para ser guardarrecursos en parques nacionales en Guatemala, los cuales incluyen bosques tropicales en el departamento de Petén, que queda en la frontera norte. La región petenera es el área protegida más grande de Centro América e incluye tres reservas de biósferas reconocidas por UNESCO, así como vestigios espectaculares de la cultura maya. Como guardarrecursos, las personas están a cargo de mantener los caminos que utilizan los visitantes, así como monitorear y proteger la flora y fauna nativa, como el tapir de Baird y la guacamaya roja, así como jaguares y pumas.

“Cuando era pequeño miraba programas acerca de animales y naturaleza... Este trabajo se siente como estar en televisión”.

Los guardarrecursos pasan 15 días consecutivos en los parques, durmiendo en campamentos en medio de la selva, antes de retornar a casa por 15 días.

Un puente colgante se extiende por un barranco dentro del Parque Nacional El Mirador de Guatemala, donde los solicitantes de asilo trabajan como guardabosques.

En su primera incursión en la selva del área protegida Dos Lagunas, Alejandro* encontró huellas y un espacio de tierra aplanado lleno de plumas de faisán, donde cree que un depredador felino, como el jaguar, había estado recientemente. El casi acercamiento con este animal emocionó al joven de 21 años, que en Honduras había trabajado en construcción antes de tener que huir luego de convertirse en el objetivo de una pandilla tras negarse a formar parte de ella.

Unas 720,000 personas se han visto obligadas a huir de sus hogares en el Norte de Centroamérica, más de la mitad a través de las fronteras, para escapar de la violencia de maras y pandillas. Negarse, como lo hicieron Josué y Alejandro, a formar parte de uno de estos grupos a menudo obliga a estos jóvenes a huir o morir.

Pero dejar todo atrás no es fácil.

“Dejar Honduras fue difícil para mí, pero era cuestión de vida o muerte”, recuerda Josué.
Alejandro dice que se dio cuenta que no tenía otra opción más que irse cuando miembros de la pandilla le dijeron, “O te unes o vamos por ti y por tu familia”. Su familia llegó a Guatemala primero, y él los siguió meses después.

“Estamos asegurándonos de que las futuras generaciones puedan conocer las plantas y animales que tenemos”.

Encontrar un trabajo estable es uno de los mayores obstáculos que enfrentan las personas forzadas a huir de sus hogares. La actual pandemia del coronavirus, con sus restricciones de movilidad que buscan prevenir la propagación del virus, han hecho que esta situación se exacerbe para solicitantes de asilo como Josué y Alejandro. Los Empleos Verdes, como se ha denominado a la iniciativa, surgen en medio de una crisis causada por la pandemia del COVID-19 y representan un alivio para las personas refugiadas y solicitantes de asilo que se habían quedado sin ingresos.

Los Empleos Verdes también significan una oportunidad para que las personas refugiadas y solicitantes de asilo puedan contribuir a sus comunidades de acogida. La iniciativa es impulsada por la Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación (FUNDAECO) y Refugio de la Niñez, y apoyada por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. “Debemos olvidarnos de las fronteras cuando se habla de conservación de bosques y recursos naturales. Es un asunto global y todos tenemos algo que aportar”, dijo Francisco Asturias, director de FUNDAECO en Petén.

“Es una gran oportunidad”, dijo Abel Santos, coordinador de Refugio de la Niñez en Petén. “Los guardarrecursos protegen algo que pertenece a la humanidad.”

Alejandro está de acuerdo.

“Es un trabajo muy importante porque estamos salvando las vidas de animales y protegiendo recursos que son de todos”, dijo.

Guatemala es uno de los países más biodiversos del mundo, de acuerdo con Rainforest Alliance, una organización dedicada a preservar los bosques tropicales que aún quedan en el mundo. Pero, lamentablemente, este grupo lamenta que esta increíble diversidad de vida animal y vegetal está siendo amenazada por deforestación, tala ilegal, tráfico de especies y cambio climático.

Dados los peligros que enfrentan los parques nacionales en los que trabaja, Alejandro dice que su trabajo es aún más importante.

“Estamos asegurándonos de que las futuras generaciones puedan conocer las plantas y animales que tenemos”, dijo Alejandro.

* Los nombres han sido cambiados por razones de protección.