Cerrar sites icon close
Search form

Buscar el sitio de un país

Perfil de país

Sitio de país

Directora de coro desplazada funda orquesta de personas refugiadas en Chile

Historias

Directora de coro desplazada funda orquesta de personas refugiadas en Chile

Ana Marvez, exdirectora de coro, no podía soportar ver que las habilidades musicales de sus compatriotas venezolanos se desperdiciaban en su país de acogida, así que creó una orquesta.
9 Marzo 2021 Disponible también en:
La orquesta "Fundación Música para la Integración" fue creada por la refugiada venezolana Ana Marvez para ofrecer una oportunidad de generación de ingresos a músicas y músicos venezolanos en Chile y para retribuir a la comunidad de acogida.

Uno de los aspectos más desgarradores de ser forzada a dejar el hogar es tener que renunciar a tu profesión, dijo Ana Marvez, de 34 años, maestra de música y directora de coro que salió de Venezuela para buscar seguridad en Chile hace alrededor de cinco años.


Ana se considera afortunada. No solo encontró trabajo a las pocas semanas de su llegada a la capital chilena, Santiago, sino que también logró conseguir un puesto que estaba al menos relacionado con su carrera anterior: un trabajo con salario mínimo como secretaria en una escuela de arte.

No se puede decir lo mismo de la mayoría de los músicos profesionales que están entre los más de 457.000 venezolanos refugiados y migrantes viviendo ahora en Chile. La mayoría se ve forzada a tomar cualquier trabajo que encuentre para salir adelante.

“Yo fui realmente afortunada… Ese no fue el caso de la mayoría de mis colegas”, dijo, y añadió que la mayoría de los músicos venezolanos que ella conocía en Chile estaban “trabajando en lo que podían – como cajeros, cuidadores de niños, guardias de seguridad y porteros”.

“Si tú no estás tocando constantemente pierdes tus habilidades y años de entrenamiento”.

Venezuela es cuna de uno de los programas más prestigiosos de educación musical en el mundo, con una red de orquestas juveniles que forman músicos profesionales de clase mundial, muchos de los cuales viven ahora en el extranjero. Poco después de que Ana empezara a trabajar en la escuela de artes, comenzó a recibir currículums de otros músicos venezolanos desplazados que buscaban trabajo desesperadamente. Mientras se amontonaban los currículums, Ana se puso a pensar.

“Me dije a mi misma: ‘Esto no puede ser. Estos talentos se van a desperdiciar’”, recordó. “Como música, yo sé que, si tú no estás tocando constantemente, como pasa con los atletas, pierdes tus habilidades y los años de entrenamiento”.

En un arrebato, se llevó a su casa la pila de los 30 currículums y empezó a llamar a las personas que buscaban empleo.

“Les pregunté si querían reunirse conmigo los fines de semana y empezar una orquesta y dar clases de música”, dijo. No solo todas las personas que llamó se emocionaron con la idea de unirse al nuevo proyecto, sino que muchas de ellas se acercaron a sus propias redes y reclutaron a sus amigos músicos.

Así nació la “Fundación Música para la Integración”.

La orquesta de la Fundación Música para la Integración, dirigida por el venezolano Simón Arias, en una de sus presentaciones en Santiago de Chile, en 2019.

Ahora, 300 músicos, la mayoría de ellos personas refugiadas y migrantes venezolanas, otras procedentes de Colombia, Perú y México, además de chilenas, participan en el proyecto, que incluye una orquesta sinfónica, un coro y varias clases de música para niñas y niños. Aunque la mayoría trabaja de manera voluntaria y gratuita, la Fundación reparte los pagos que recibe de las clases, así como las ganancias de los más de 100 conciertos que el grupo ha presentado en Chile para ayudar a complementar los ingresos de los músicos.

Todavía para muchos de los participantes, los beneficios del voluntariado en la Fundación superan con creces los ingresos adicionales.

“Muchos de ellos estaban muy solos, muy tristes, y el solo hecho de estar con otros músicos ayudó a cambiar eso”.

“Muchos de ellos estaban muy solos, muy tristes y muy deprimidos, y el solo hecho de estar con otros músicos ayudó a cambiar eso”, dijo Ana, quien desde entonces cambió de empleo y ahora trabaja en la comuna de Lo Barnechea, en Santiago, dedicando tardes, fines de semana y días festivos a su apasionante proyecto.

“La Fundación se ha convertido en un tipo de espacio de rehabilitación emocional, a medida que atraviesan el proceso de adaptación a la vida en Chile”.

La pandemia de COVID-19 ha obligado a la Fundación y a sus miembros a adaptarse otra vez. Los cierres sucesivos significaron que el grupo cancelara sus conciertos programados, así como los ensayos presenciales, mientras que las clases de música empezaron a realizarse de forma virtual y con un horario reducido.

Aunque ahora está generando muy pocos ingresos para sus miembros, la Fundación, que recibe apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, sigue haciendo todo lo posible para brindar una red de seguridad a las personas que se encuentran en las situaciones más vulnerables.

“Hemos reservado varias recaudaciones de fondos para poder comprar comida a nuestros músicos y también para que puedan enviarles dinero a sus familias en Venezuela”, dijo Ana, y agregó que varios de los miembros del grupo ahora tienen que compartir vivienda para reducir gastos.

Y, aunque no está claro cuándo la Fundación será capaz de reanudar sus conciertos y otras actividades presenciales, Ana y la junta directiva de la organización, compuesta exclusivamente por mujeres, tienen grandes planes.

“Le hemos mostrado al mundo que las mujeres podemos hacerlo”.

Habiendo visto de primera mano el bienestar que la Fundación ha brindado a sus músicos refugiados y migrantes, esperan llegar a músicos de otros grupos vulnerables, como la comunidad LGBTI y personas con discapacidad.

Pero, por el momento, Ana se siente orgullosa de cómo la Fundación se ha convertido en un poderoso símbolo de fortaleza para las personas desplazadas, particularmente para las mujeres como ella.

“Como venezolanas, damos por sentado nuestras habilidades de liderazo, y es sorprendente ver que en muchos lugares esa no es la percepción”, dijo.

“Le hemos mostrado a la sociedad y al mundo que podemos hacerlo, que una mujer que tiene todas las desventajas por ser extranjera… ha sido capaz de llevar a cabo un proyecto tan hermoso”.