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Florista solicitante de asilo ayuda a que otras mujeres florezcan en Belice

Historias

Florista solicitante de asilo ayuda a que otras mujeres florezcan en Belice

Mientras reconstruye su vida en el país centroamericano, Emily enseña a otras solicitantes de asilo cómo transformar plantas y flores con el más básico de los productos esenciales para la pandemia: jabón.
30 Marzo 2021
Esta solicitante de asilo prepara sus ingredientes para dar una clase de fabricación de jabón utilizando ingredientes naturales.

Emily cierra sus ojos mientras inhala el olor de la barra de jabón que acaba de sacar del molde.

“El olor del limoncillo siempre me relaja”, exclamó apuntando a su jardín casero donde sus estudiantes cultivan menta, limoncillo y cilantro.

Emily Pérez, una salvadoreña solicitante de asilo de 53 años lidera una clase que busca que mujeres refugiadas y beliceñas reciban herramientas para aprovechar los poderes de las plantas al usar hierbas y flores en productos como exfoliantes faciales, remedios naturales y jabones, uno de los productos esenciales más críticos en medio de la actual pandemia por la COVID-19.

“…les dieron hasta las 6 de la mañana del día de Navidad para huir o los iban a matar”.

Ella aprendió estas habilidades en El Salvador, donde cultivaba sus propias flores y las vendía en el mercado local antes de que la violencia de las pandillas la forzara a huir en 2017. Los problemas de Emily comenzaron en la víspera de Navidad en 2016 cuando unos pandilleros atacaron a su hijo y a su yerno, los persiguieron desde una tienda cercana hasta la casa de la familia y abrieron fuego contra la casa después de que los dos lograran meterse dentro.

Los pandilleros habían estado acosando a su hijo durante algún tiempo, siempre amenazándolo porque no quería unirse a su pandilla.

“Ellos [los pandilleros] les dieron hasta las 6 de la mañana del día de Navidad para huir o los iban a matar”, cuenta Emily. La familia no vio otra opción más que huir, y los ocho miembros huyeron de El Salvador hacia el norte, reencontrándose en Belice.

Más de 830.000 personas del norte de Centroamérica han huido de la brutal violencia y persecución de maras y pandillas. En países como El Salvador, esta violencia afecta principalmente a las y los jóvenes que suelen ser los principales objetivos para el reclutamiento. Si se rehúsan a unirse, a menudo son acosados con amenazas de muerte que a veces también llegan a toda su familia extendida. Más de 2.000 personas de El Salvador han buscado un lugar seguro en Belice.

Emily y su familia inicialmente lograban ganarse la vida preparando y vendiendo comida tradicional salvadoreña, como pupusas, salbutes o nuégados, mientras esperan que su solicitud de asilo sea procesada.

Pero Emily complementa los ingresos familiares aprovechando los conocimientos que adquirió durante años de trabajar con plantas en El Salvador. Recientemente fue invitada a dirigir un curso sobre la fabricación de jabón natural, y su próxima sesión es sobre cómo hacer exfoliantes faciales naturales.

“Es un pecado tener conocimiento sobre algo y no enseñarlo a otras personas”, exclamó.

La clase de fabricación de jabón se lleva a cabo en el verde y cálido pueblo de Bella Vista como parte del apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados y su socio Humana People to People para fomentar los medios de vida en Belice. Emily enseña la lección de una hora a 11 refugiados como Stacy*, una compañera solicitante de asilo que se enamoró de los remedios naturales.

“Emily es una persona humilde y amable, y su estilo de enseñanza es llamativo para cualquiera que tiene el privilegio de ser su estudiante. Mi esperanza es hacer jabones tan hermosos como los de Emily para que yo pueda comenzar un negocio propio”, declaró.

Desde que Stacy se enteró de la producción de jabón, ha podido fabricar barras para su familia.

Emily también va puerta a puerta para vender jabón de aloe vera y chipilin. Son muy populares en el área al ser una alternativa natural y ecológica a otros jabones más comunes.

“La vida puede ser difícil, pero siempre hay una forma de sobrepasar los obstáculos”.

E incluso a los 53 años de edad, Emily y su esposo siguen comprometidos con reconstruir sus vidas por completo en Belice, y ahora son los estudiantes de mayor edad en las clases de inglés como segundo idioma impartidas por ACNUR y su socio Humana People to People.

“Es más difícil para mi esposo y para mi aprender inglés”, admitió. “Sabemos que es importante y disfrutamos tomar estas clases, y hacer que todos se rían mientras aprendemos”.

“La vida puede ser difícil, pero siempre hay una forma de sobrepasar los obstáculos”, añadió. No se rinde y en su camino de superación de obstáculos incluye a otras mujeres para que, juntas, todas logren sus objetivos apoyándose y empoderándose mutuamente.

* Nombre cambiado por razones de protección.