Cerrar sites icon close
Search form

Buscar el sitio de un país

Perfil de país

Sitio de país

En Etiopía, cooperativas energéticas suministran energía limpia y proporcionan medios de vida a personas refugiadas y locales

Historias

En Etiopía, cooperativas energéticas suministran energía limpia y proporcionan medios de vida a personas refugiadas y locales

Personas refugiadas y locales unen esfuerzos para suministrar energía verde y asequible a sus comunidades en la región somalí de Etiopía.
3 Junio 2021 Disponible también en:
Ali Mohamed Hussein (derecha), refugiado, y Ahmed Hussein, integrante de la comunidad local, gestionan conjuntamente la miniplanta de energía solar en el campamento de refugiados de Buramino.

En la árida y aislada región somalí al sudeste de Etiopía, la energía no es algo que puedan dar por sentado las más de 168.000 personas somalíes refugiadas en cinco campamentos en las áreas de Dollo Ado y Bokolmayo ni las comunidades a su alrededor.


La red nacional de suministro eléctrico no cubre estas áreas, donde escasea la leña y donde muchos hogares no pueden costear las baterías ni los pequeños cargadores solares para teléfonos que se venden en los mercados locales. Hasta hace poco, los generadores eléctricos diésel eran la única opción con la que contaban tanto personas locales como refugiadas a cargo de negocios o tiendas.

“No contar con luz ni electricidad impide que las personas refugiadas puedan refrigerar alimentos, cargar sus teléfonos, estudiar o trabajar después del atardecer”, señaló Muhammad Harfoush, oficial de protección en ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en Melkadida, donde se encuentra uno de los campamentos. “Además, las mujeres y las niñas se encuentran más expuestas a la violencia de género”.

A nivel mundial, más del 90% de las personas refugiadas vive en zonas rurales, como Dollo Ado, donde es limitado el acceso a fuentes limpias y confiables de energía.

En 2017, ACNUR y la Fundación IKEA proporcionaron equipo para la instalación de una red de suministro de energía solar en todos los campamentos en Dollo Ado. En una región que se ve cada vez más afectada por el cambio climático, la energía solar es una respuesta a la necesidad que tienen los campamentos de contar con energía limpia y sostenible; además, la creación de cooperativas para su gestión está generando ingresos, que también son sumamente necesarios.

Desde 2018, la gestión de las instalaciones solares ha estado a cargo de cinco cooperativas, una por campamento, cuya integración comprende personas refugiadas y de la comunidad de acogida. Las cooperativas reciben apoyo del ACNUR; de la Fundación IKEA; y del Gobierno de Etiopía, por conducto de la Agencia de Asuntos de Personas Refugiadas y Retornadas (ARRA, por sus siglas en inglés). Estas instituciones apoyan conjuntamente la creación de más medios de vida, oportunidades de autosuficiencia y estrategias energéticas en el área.

Después de recibir capacitación en una institución local, las cooperativas dan mantenimiento a las instalaciones y gestionan el suministro de electricidad verde y asequible a los hogares dentro y fuera de los campamentos. En ese sentido, se han convertido en los principales suministradores de energía a nivel local, lo que ha transformado la vida cotidiana de cientos de familias que ahora cuentan con energía para cocinar, alumbrar sus espacios y administrar sus negocios.

Al mismo tiempo, las 62 personas que integran las cooperativas dependen cada vez menos de la asistencia y han construido relaciones de trabajo entre ellas.

“Se restauraron mi dignidad y autoestima”.

Ahmed Hussein, ciudadano etíope, y Ali Mohamed Hussein, refugiado somalí, codirigen la cooperativa energética en el campamento de refugiados en Buramino como presidente y vicepresidente.

“Decidí unirme a la cooperativa para sostener a mi familia”, comentó Ahmed. “Ahora, mi responsabilidad es guiarla y motivarla para que genere ingresos e invierta las ganancias”.

Ali comenta que haberse integrado a la cooperativa ha sido “la mejor decisión que he tomado”. “Se restauraron mi dignidad y autoestima, y mejoró el bienestar de mi familia”, añadió. “Me ha abierto los ojos y me hizo darme cuenta de que puedo ser más autosuficiente”.

Al tiempo que las cooperativas generan ingresos para quienes las integran mediante la venta de electricidad, las cooperativas también suministran energía sin costo a los hogares en mayor situación de vulnerabilidad, que, de otro modo, no podrían costearla. El número de hogares en esa situación ha aumentado desde el inicio de la pandemia de COVID-19. Por su parte, ACNUR ayuda a las cooperativas a obtener las piezas de repuesto para las instalaciones solares que son difíciles de encontrar en los mercados locales.

Fatuma Farah, de 38 años, se encuentra entre las personas que se benefician del suministro de electricidad sin costo. Fatuma y sus hijos han vivido en el campamento de Buramino desde 2014.

“Mi vida ha mejorado gracias a la electricidad. Ahora, tenemos luz por las noches; eso permite que mis hijos estudien y hagan tarea. Además, podemos cargar nuestros teléfonos y utilizar los ventiladores”, dijo. “También me ha permitido ayudar a mis vecinos cuando necesitan electricidad”.

Desde que la pandemia golpeó al mundo el año pasado, las cooperativas energéticas han apoyado en el suministro para los centros de salud dentro de los campamentos, lo cual les ha permitido responder mejor en casos de emergencia. Aunado a ello, las cooperativas suministran energía a los centros de cuarentena construidos recientemente; al centro de distribución de alimentos del ACNUR; y al centro de recepción de personas refugiadas que llegan a Dollo Ado.

“La pandemia de COVID-19 ha causado mucho daño en el mundo, pero hemos tratado de seguir trabajando y de servir a la comunidad tomando medidas preventivas, generando consciencia y suministrando la energía que se requiere”, señaló Ahmed.

El proyecto representa los objetivos del Reto de Energía Limpia, un esfuerzo que encabezan el ACNUR y el Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas (UNITAR, por sus siglas en inglés) con el fin de que, hacia 2023, las empresas, los gobiernos y las organizaciones lleven energía confiable, limpia y sostenible a los asentamientos de personas desplazadas y a las comunidades de acogida. Ampliar el acceso de las personas refugiadas y de las comunidades de acogida a fuentes de energía sostenible y a oportunidades laborales forma parte de los compromisos que adquirió el gobierno etíope durante el Foro Mundial sobre los Refugiados en diciembre de 2019.

Conforme aumentan el número de clientes y la demanda de electricidad, los ingresos de las cooperativas se han incrementado considerablemente en el transcurso del último año, lo cual les ha permitido invertir en equipo nuevo.

“Gracias a estos ingresos pudimos comprar un generador completamente nuevo que se usará como respaldo en la temporada de lluvias para que el suministro que recibe la clientela sea constante”, explicó Ahmed.

Ahmed y Ali tienen muchos otros planes para expandir la cooperativa de Buramino. Uno de ellos es comprar una motocicleta para poder llegar rápidamente a áreas más alejadas, donde sea necesario instalar sistemas solares o dar mantenimiento a los ya existentes, así como cobrar el pago de sus clientes. Ahmed y Ali planean invertir una parte de las ganancias en la donación de materiales de aprendizaje para la niñez huérfana y con discapacidad en la comunidad.

El crecimiento a futuro de las cooperativas no depende de la demanda, sino del tamaño de las instalaciones solares en los campamentos, las cuales están por alcanzar la capacidad máxima.

“Si ampliamos y actualizamos el sistema, podremos suministrar electricidad a toda la comunidad”, comentó Ahmed.

Reportaje adicional de Ahmed Issack