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Belice vacuna a los primeros grupos de personas refugiadas durante campaña de inmunización en todo el país

Historias

Belice vacuna a los primeros grupos de personas refugiadas durante campaña de inmunización en todo el país

Belice vacuna a las personas refugiadas y locales en todo el país. Para las personas forzadas a huir como Lorena, la vacuna contra la COVID-19 significa que puede seguir reconstruyendo su vida después de escapar de la violencia de pandillas en Honduras.
5 Julio 2021
La campaña de vacunación contra la COVID-19 en Belice, incluye a personas refugiadas y solicitantes de asilo.

Cuando las autoridades anunciaron que las vacunas contra la COVID-19 estarían disponibles para todos, independientemente de su estatus migratorio o nacionalidad, Lorena Mejía, de 42 años, no podría haber estado más emocionada. A mediados de mayo ella estuvo en el primer grupo de personas refugiadas que recibieron la vacunas en este pequeño país centroamericano.

“Ahora me siento segura porque puedo moverme con más libertad y seguridad, y siento que mi hija está más segura también”, expresó Lorena.

Tras esperar su turno, Lorena recibió su cita y solo necesitó presentar un documento de identidad de su país de origen para registrarse.

“Muchos de mis amigos temen la vacuna”, compartió Lorena. “Ahora que estoy vacunada, los animaré a hacer lo mismo”.

Hasta mediados de junio, más de 72.500 personas en Belice habían recibido su primera dosis, que es poco más del 17 por ciento de la población. De ellos, 15.930 personas han recibido la dosis completa de la vacuna contra la COVID-19, incluidas algunas personas refugiadas y solicitantes de asilo.

Belice acoge a unas 2.400 personas solicitantes de asilo registradas, y a otras 3.400 no registradas. Al igual que Lorena, todas ellas son elegibles.

“Pensé que no podía recibir la vacuna porque no era beliceña, y me sentí muy bien cuando supe que calificaba”, señaló.

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha estado trabajando con el Ministerio de Salud y Bienestar para compartir comunicados de prensa y anuncios de radio conjuntos, especialmente en las comunidades de acogida de personas refugiadas, para que sepan que pueden vacunarse en Belice.

Para Lorena, estar vacunada tiene beneficios más allá de estar protegida de las complicaciones del coronavirus. Significa que ahora puede seguir cuidando a su familia por su cuenta, algo que no podía hacer en su país de origen en Honduras.

Obligada a permanecer en una relación abusiva con un pandillero en Honduras, Lorena pasó casi una década temiendo por su vida y la de su hija pequeña.

“Me golpeó mucho y trajo a otras mujeres a nuestra casa. No pude irme porque me amenazó con matarme”, recordó.

Un día, Lorena llegó a casa del trabajo y su hija de ocho años corrió hacia ella, diciéndole que los amigos de su padre estaban tratando de violarla. “Él se molestó y nos golpeó, delante de sus amigos pandilleros. Sabía que teníamos que irnos”. Otro día, le disparó y estuvo a punto de matarla. Lorena y su hija corrieron por sus vidas y empezaron de nuevo en Belice hace doce años.

Desde que llegó a Belice, Lorena ha estado vendiendo comida para generar ingresos. Pero cuando la pandemia por COVID-19 azotó el país, sus ingresos disminuyeron rápidamente.

A través de un proyecto apoyado por ACNUR y HUMANA People to People, Lorena está aprendiendo a coser en un centro de recursos comunitarios donde las personas refugiadas y de la comunidad local pueden aprender nuevas habilidades para iniciar un negocio y mantenerse a sí mismas y a sus familias.

“Nunca había aprendido a coser. No solo estoy aprendiendo la habilidad, sino que también me está dando paz y esperanza. Cuando estoy en el centro, ni siquiera siento que pase el tiempo”. Lorena espera poder iniciar su propio negocio algún día.