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ACNUR y sus socios apoyan a familias indígenas de Venezuela en su búsqueda de independencia socioeconómica en Brasil

Historias

ACNUR y sus socios apoyan a familias indígenas de Venezuela en su búsqueda de independencia socioeconómica en Brasil

Se crean oportunidades de integración local para las familias indígenas refugiadas y migrantes acogidas por la Operación Acogida en Roraima.
8 Septiembre 2022
Yohanna con sus hijos en la primera casa alquilada por la familia.

Português

BOA VISTA, Brasil – Mientras se alojaba en un albergue de la Operación Acogida en Boa Vista (capital del estado de Roraima), la familia de Yohanna (de etnia kariña) soñaba con alternativas a tener una casa alquilada. Su esposo, Ronald, trabajaba como albañil en Venezuela y ya había encontrado una ocupación en la ciudad. Sin embargo, el miedo a salir del alojamiento de emergencia y enfrentarse a un país con otro idioma y sin acompañamiento fue un reto a superar.

A través de una charla en el albergue Waraotuma a Tuaranoko, Yohanna conoció el proyecto ‘Narunoko’ (Camino, en warao), una iniciativa de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados apoyada por el Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes (SJMR). A través de mentorías y apoyo financiero, el proyecto acompaña a las familias indígenas en el proceso de salir de los albergues e integrarse en las comunidades locales.

Un mes después de abandonar Tuaranoko, uno de los albergues de la Operación Acogida (la respuesta humanitaria de Brasil a la afluencia de personas refugiadas y migrantes de Venezuela), la familia de Yohanna vive en Boa Vista en una casa alquilada, compró sus propios electrodomésticos e inscribió a sus hijos en escuelas públicas de la ciudad.

“Me gusta salir del albergue porque aquí tengo mi intimidad, autonomía y libertad”.

La situación se hizo más cómoda con el avance profesional de Ronald, quien superó el periodo de prácticas, y ahora tiene firmada su Tarjeta de Trabajo, con todas las garantías de la legislación laboral. “Hacía tiempo que quería salir del albergue y tener mi propia casa. La ayuda financiera era importante para comprar artículos básicos, como una estufa. Pero sabemos que ahora depende de nosotros, y con un contrato firmado es posible”, comenta satisfecha Yohanna.

Yorgelis A., indígena warao venezolana, también participó en el proyecto Narunoko. Ella, quien trabaja como facilitadora cultural para poblaciones indígenas en un hospital de Boa Vista y vive en el barrio de Cinturão Verde, recibe apoyo y orientación de los equipos de ACNUR y SJMR para el nuevo capítulo de su trayectoria.

“Me gusta salir del albergue porque aquí tengo mi intimidad, autonomía y libertad. Fue importante ahí, pero ya puedo caminar por mi cuenta”, asegura la joven, quien vivía ya en el albergue de Tuaranoko.

En Roraima, ACNUR apoya a las comunidades indígenas con iniciativas que van desde la capacitación para el mercado laboral hasta proyectos que ayudan a las familias a encontrar trabajo, crear sus propias empresas u obtener los medios para una vida con independencia y autonomía de la asistencia humanitaria.

“La población es étnica y socioeconómicamente diversa, por lo que ACNUR impulsa soluciones para las familias indígenas en sus diferentes deseos, que pueden reflejar sus experiencias previas de trabajo en entornos urbanos o de vida en sus comunidades de origen”, explica Rebeca Durán, Asociada de Medios de Vida de ACNUR. “Narunoko pretende impulsar el proceso de integración socioeconómica de estas familias, que necesitan ayuda para consolidarse localmente”, añade.

La Asociada de Asuntos Indígenas de ACNUR en Boa Vista, Lis Viana, explica que siempre ha habido una demanda de proyectos que fomenten el acceso a la vivienda para las familias indígenas que viven en zonas urbanas. “Algunas personas vivían en ciudades o muy cerca de ellas, incluso antes de trasladarse a Brasil. En cuanto a la integración local, hablamos de promover el acceso a los servicios y a los espacios públicos, para que se apropien de estos lugares manteniendo sus culturas y la expresión de sus elementos a través de la vida en comunidad”, señala.

El proyecto Narunoko ofrece sesiones informativas sobre los servicios de integración en la ciudad – como el acceso a la salud y al transporte público –, así como un seguimiento por parte de un equipo especializado durante seis meses, con visitas mensuales al domicilio de las familias, para orientarlas y evaluar su adaptación a su nueva realidad. La iniciativa también incluye un apoyo financiero y temporal a través de una tarjeta de prepago, que ayuda a cubrir los gastos iniciales en el nuevo hogar.

“Creemos que los albergues deben ser la excepción”.

ACNUR agradece el apoyo constante de la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM) del Departamento de Estado de Estados Unidos, que permite que las actividades de Narunoko tengan un impacto positivo en la integración socioeconómica de las personas refugiadas en Brasil.

“Creemos que los albergues deben ser la excepción. Con autonomía, las personas refugiadas y migrantes pueden mantenerse, contribuir a la comunidad y vivir de forma digna e independiente. La ayuda financiera, en estos casos, permite a la persona decidir lo que es más importante para ella en el momento inicial de la construcción de su nuevo hogar, al tiempo que contribuye a la circulación de la economía de Roraima”, explica Thais Menezes, Responsable de Relaciones Institucionales de Boa Vista.

El apoyo a la integración de la población indígena refugiada y migrante de Venezuela también se da en otros estados brasileños, además de Roraima. El matrimonio Warao, Eliennys y Roinel, viajó a Rio Grande do Sul con una oferta de trabajo promovida con el apoyo del Subcomité Federal de Acogida e Interiorización (SUFAI) y la Fuerza de Tarea Logística Humanitaria de la Operación Acogida.

Yorgelis, indígena warao de 24 años, participó en el proyecto Narunoko y vive en un complejo de apartamentos en Boa Vista.

Roinel, quien trabaja en Santa Rosa (RS) como asistente de mantenimiento en una empresa de construcción, también ha dejado el albergue Waraotuma a Tuaranoko. El viaje de Roinel y su familia a Rio Grande do Sul se produjo a través de la reubicación interna, una estrategia del gobierno federal que facilita la reubicación voluntaria y gratuita para las personas venezolanas de Boa Vista y Manaos a las ciudades en otros estados brasileños.

En Rio Grande do Sul, se le garantizó un trabajo en una empresa evaluada por el Centro de Coordinación de Reubicación Interna de la Operación Acogida. Hoy, los tres hijos de Roinel están inscritos en escuelas locales. Por parte de ACNUR, la familia recibió ayuda económica para el alquiler de la vivienda y las compras básicas durante el primer mes de adaptación.

“Respetar la diversidad de los planes de vida de la población indígena refugiada y migrante es fundamental cuando se les apoya en sus proyectos. ACNUR y sus socios trabajan con diferentes iniciativas para apoyar la integración de los distintos grupos étnicos”, explica Rebeca Durán, de ACNUR.

“Hacía tiempo que quería salir del albergue y tener mi propia casa”.

La Agencia de la ONU para los Refugiados también apoya la integración socioeconómica de la población indígena de Venezuela en Brasil a través de la artesanía tradicional. Con el apoyo del Laboratorio de Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo, BID Lab, y de la ONG A CASA Museu do Artefato Brasileiro, ACNUR beneficia a cerca de 680 indígenas de Pacaraima, Boa Vista y Manaos con la valorización de la cadena productiva de la artesanía y clases de producción, precios y emprendimiento.

A finales de este año, ACNUR, con el apoyo del SJMR, iniciará también un proyecto de apoyo a las empresas dirigidas por artesanos indígenas para que vendan artesanía en el comercio electrónico y en los mercados.