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1 familia eritrea abandona el campo de Túnez e inicia una nueva vida en Bélgica

Historias

1 familia eritrea abandona el campo de Túnez e inicia una nueva vida en Bélgica

After years on the road, Filmon, his wife and twins have been resettled to Belgium from Choucha camp near the Tunisia-Libya border. [for translation]
20 Julio 2011 Disponible también en:
La refugiada eritrea Belaynesh, junto a sus gemelos, en su tienda en el campo tunecino de Choucha, antes de partir hacia Bélgica.

CAMPO DE CHOUCHA, Túnez, 20 de julio (ACNUR) – Filmon nació en Eritrea y dice que su corazón sigue allí, que nunca soñó ni deseó vivir fuera de su país. Sin embargo, esta semana tomó un avión junto a su familia para empezar una nueva vida a 5.000 kilómetros de distancia.

"Todo lo que siempre quise fue saborear la libertad, la seguridad y la oportunidad de seguir aprendiendo", dice este joven de 29 años, padre de dos hijos.

Su sed de libertad y de conocimiento ha sido un motor en su vida. Obligado a alistarse en el ejército eritreo a la edad de 19 años, logró completar un curso de gestión en la Universidad de Asmara y empezó a trabajar como funcionario en el Ministerio de Transporte. Pero cuando se negó a espiar a sus compañeros para averiguar sus inclinaciones políticas, fue arrestado. Tras su liberación varios meses después, decidió abandonar su país, temiendo que su siguiente detención no acabara igual de rápido.

Durante los cuatro años siguientes, Filmon y su mujer Belaynesh emprendieron un peligroso periplo que les llevó a atravesar Etiopía, Sudán y Libia. En cada país, intentaron asentarse y empezar de nuevo. Pero el hecho de estar indocumentado le impedía desempeñar sus habilidades y cualificaciones, y los hacía víctimas de la explotación, corriendo constante el riesgo de ser deportados.

Tras un año de interminables gestiones en Trípoli, Filmon, Belaynesh y sus gemelos Ebin y Ezer fueron registrados como refugiados por ACNUR en la capital libia. Nueve meses después, el conflicto en Libia obligaba de nuevo a la familia a huir, esta vez al campo de Choucha, en Túnez, junto a otros cientos de miles de extranjeros en Libia.

Desde que comenzaron a registrarse las llegadas masivas en febrero de 2011, muchos residentes de Choucha originarios de Asia y el oeste de África han podido regresar a sus países de origen. Sin embargo, miles de solicitantes de asilo y refugiados como Filmon no tienen la opción de regresar a sus países, ya que eso pondría en peligro sus vidas.

La vida en Choucha es difícil. El campo depende completamente de la ayuda humanitaria. El calor sofocante y las tormentas de arena son moneda corriente en Choucha. En mayo, un incendio destruyó el campo entero. Los cerca de 4.000 refugiados presentes en el campo están perdiendo la esperanza y han pedido a ACNUR que inste a la comunidad internacional a actuar rápidamente para ayudarles.

"Instamos a los países de reasentamiento para que proporcionen más oportunidades a estos refugiados, porque el reasentamiento constituye una solución que les merece la pena y es una prueba de la voluntad de compartir la carga con Túnez, que ha abierto sus puertas a la gente que huye de la guerra en Libia, a pesar de su delicada situación", dijo Nasir Fernandes, Coordinador de operaciones de emergencia de ACNUR en el sur de Túnez.

Bélgica fue uno de los primeros países en responder. Tras una decisión del gabinete de ministros en marzo, el Secretario de Estado para Migración y Asilo, Melchior Wathelet, anunció el traslado de 25 refugiados desde el campo de Choucha a Bélgica. "Estas personas necesitan protección y estoy orgulloso de que Bélgica, como otros países europeos, asuman sus responsabilidades" declaró. "Brindar protección a aquellas personas que la necesitan representa una obligación internacional, pero también moral".

En Choucha, la pérdida de esperanza está llevando a algunas personas a tomar medidas desesperadas. Filmon reconoce que consideró la posibilidad de cruzar el Mediterráneo con traficantes. "Pensé en ello, aunque tengo muchos amigos que han desaparecido en el mar. Pero no podía dejar que mi familia corriera ese riesgo", explicó.

Unos días antes de partir de Túnez a Bruselas, Filmon estaba todavía demasiado ocupado como para pensar en su futuro. Trataba de asegurarse de que su marcha no afectara a otros compañeros refugiados a los que había estado ayudando – como líder comunitario y como intérprete para ACNUR en las entrevistas y registro de refugiados, para ayudarles recibir asistencia y encontrar una manera de salir del campo-.

Ahora Filmon y su familia, junto a otras seis familias de Eritrea, República Democrática del Congo y Somalia, han salido para empezar una nueva vida. Pronto, más familias refugiadas se trasladarán a Noruega. Quizás su partida traiga algo de esperanza a aquellos que aún languidecen en las tiendas de campaña de Choucha.

Por Carole Laleve en el campo de Choucha, Túnez