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Fundación benéfica de Corea del Sur abre un nuevo mundo a dos refugiadas somalíes

Historias

Fundación benéfica de Corea del Sur abre un nuevo mundo a dos refugiadas somalíes

Plucked from an Ethiopian refugee camp, two Somali women get a rare chance at higher education. [for translation]
6 Junio 2012 Disponible también en:
Nasra (a la izquierda con el pañuelo amarillo) junto a su compañera refugiada Farah, y un profesor en una escuela de idiomas en Iksan, Corea del Sur.

SEÚL, República de Corea, 6 de junio (ACNUR) – Nasra Ali Barked sobrevivió sus primeros 22 años de vida, gracias a su capacidad de adaptación rápida al cambio. Pero ahora, de pie en el acero brillante y el hall vidriado de llegadas del Aeropuerto Internacional de Incheon, la joven refugiada somalí parece completamente abrumada por este mundo futurista.

"Espero tener aquí una vida diferente", le susurra a su compañera de viaje, de 19 años de edad Farah Suleiman Omar. Ambas mujeres somalíes se embarcan en una aventura por conseguir educación del otro lado del mundo, lejos del campamento de refugiados en Etiopía donde vivieron los últimos cuatro años.

Las dos han recibido una beca de la fundación benéfica budista won, Sam-Dong Internacional de Corea del Sur y si bien la beca estaba originalmente destinada a otra niña refugiada en Etiopía, su renuncia abrió la puerta a ambas para estar aquí hoy.

"Lo único que conocemos de la vida es violencia, destrucción, derramamiento de sangre y pérdida de seres queridos", dice Nasra, al describir Somalia, su tierra natal. Nunca conoció a su madre porque sus padres se divorciaron cuando ella tenía apenas un año de edad. Sus únicos dos hermanos murieron durante la infancia. Hasta los siete años, Nasra vivía con su abuela paterna, quien murió y casi al mismo tiempo su padre desapareció en la capital somalí, Mogadiscio.

Crecer en Mogadiscio era difícil para una chica joven sin protección. "La mayoría de las niñas no van a la escuela por temor a ser secuestradas", recuerda Nasra desde la seguridad de Seúl. "El secuestro de las niñas era muy común en Mogadiscio".

A los 18 años, huyó de su país devastado por la guerra junto a su tía que la había cuidado después de la muerte de su abuela. Las dos mujeres se unieron a otros 195 mil refugiados somalíes de ocho campamentos de refugiados en Etiopía, que alberga a otros 125 mil refugiados procedentes de Sudán, Eritrea y otros países de la región.

El año pasado, Eun-jong Choi, una monja de la religión indígena budista surcoreana Won, visitó el campo de refugiados Aw, cerca de Jijiga al este de Etiopía. En ese mismo momento, decidió llevarse a Corea del Sur a otra niña refugiada llamada Rahma, para que recibiera educación.

Luego de que los funcionarios de ACNUR expresaran su preocupación por la soledad que podría sentir Rahma en Corea, Choi aceptó que Farah la acompañara.

Sin embargo, antes de que Rahma aceptara la oferta, quedó embarazada fuera del matrimonio y Choi prefirió enviarle dinero para continuar su educación en el campamento, en lugar de traerla a Corea del Sur.

Nasra fue elegida para ocupar el lugar de Rahma. "Me sentí muy feliz cuando escuché por primera vez la buena noticia", dice la alumna de 11º grado. Nasra y Farah estudiarán coreano los próximos seis meses en un campus a 300 kilómetros de la capital coreana Seúl, con el fin de entrar en una escuela secundaria regular.

La caridad budista Won ha comentado que las apoyará con tanta educación como ellas quieran, ya sea universidad o escuela de formación profesional, oportunidades que no habrían tenido en el campo de refugiados. Por ahora, todos sus gastos son pagos, incluido el alojamiento, seguro médico, matrícula, ropa y libros. Ellas también reciben un estipendio. Nasra dice que su sueño es convertirse en ginecóloga "y ayudar profesionalmente a las mujeres somalíes".

A pesar de que Nasra y Farah no se conocieron durante el exilio en Etiopía, ahora se sienten cómodas como compañeras de habitación en una tierra lejana. "Tenemos todo el día para mezclarnos con los estudiantes coreanos y aprender el idioma, pero debemos dejar las noches para que podamos estar juntas y hablar en somalí", dice Farah resistiéndose a cualquier intento de separación.

Nasra comenta, "Todavía no puedo creer que por fin estoy aquí para trazar un futuro diferente para mí". "Tengo la intención de trabajar duro y seguir mis estudios hasta el nivel más alto posible".

Antes de comenzar sus estudios de medicina en unos años, ella tiene otro objetivo: "Quiero visitar Etiopía (porque es mi segunda casa) para motivar a mis compañeras refugiadas. Les prometí a ellas que no iba a olvidarlas y quiero cumplir esa promesa".

Por Kisut Gebre Egziabher en Seúl, República de Corea

Gracias a la voluntaria de UNV Online Lucienne Cambón por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.