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Un centro del ACNUR suaviza las tensiones entre los refugiados sirios y sus anfitriones libaneses

Historias

Un centro del ACNUR suaviza las tensiones entre los refugiados sirios y sus anfitriones libaneses

There are 25 such centres in Lebanon, which is struggling with the world's highest percentage of refugees. [for translation]
7 Abril 2015 Disponible también en:
Walaa (izq.), libanés, charla con Ahmed e Ibtissam, ambos procedentes de la ciudad siria de Homs, en el centro comunitario del ACNUR situado al norte del Líbano.

WADI JAMOUS, Líbano, 7 de abril de 2015 (ACNUR) – En la ciudad de Wadi Jamous, en el norte del Líbano, una estructura de hormigón de dos pisos bulle con la energía que transmite una mezcla de niños, niñas, mujeres y hombres del Líbano y de Siria.

En los seis meses que han transcurrido desde su inauguración, este centro comunitario del ACNUR se ha convertido en un punto de encuentro diario para los refugiados de Siria y sus anfitriones libaneses, que tanto deseaban tener un espacio para cultivar la esperanza.

"Existen algunas tensiones entre los refugiados sirios y los habitantes de Akkar, pero este centro ha desempeñado un papel fundamental a la hora de suavizar las crecientes diferencias y promover el diálogo entre los miembros de las dos comunidades", dice Zaher Obeid, líder de la Asociación Hadatha, que, conjuntamente con el Consejo Danés para los Refugiados, pone en marcha programas en el centro.

Con 1,2 millones de refugiados registrados – uno por cada cuatro habitantes – el Líbano acoge el mayor número de refugiados per capita del mundo. Actualmente, en algunas ciudades y pueblos, los refugiados superan en número a los residentes locales y la competencia por el acceso a recursos y servicios básicos como el agua, la electricidad, la atención médica y la educación provoca tensiones entre ambas comunidades. En Wadi Jamous, una localidad con unos 8.000 habitantes, viven más de 1.700 refugiados

En el patio de recreo del centro, los adolescentes se reúnen para exponer los productos del taller de fotografía que acaban de terminar. Razan, una niña de 15 años de Halab, muestra con orgullo una de sus fotos: una mano agarrando con fuerza una alambrada de espino.

"Es la mano de un estudiante sirio refugiado que conozco, el cual, pese al tremendo frío que hizo hace dos meses, insistía en ir a la escuela", dice Razan. "Esta fotografía capta el momento en el que su mano agarra la alambrada de espino como aferrándose a la vida".

Su amiga libanesa ha captado la nieve acumulada sobre las ramas desnudas de un árbol próximo a su casa. "El color blanco representa la paz", explica.

Los bulliciosos pasillos del centro conducen a las aulas en las que niños y adultos aprenden costura, peluquería, inglés, lectura, escritura, informática y otras materias. "El alumno más joven de mi clase tiene 7 años y el mayor 47", dice el profesor de informática.

En las clases de lectura y escritura también coincidieron Maha, de 40 años, procedente de Siria, y Hayat, una mujer libanesa de 32 años que al momento descubrió que tenía cosas en común con su nueva amiga.

"Me parecía que los acontecimientos de la vida de Maha eran idénticos a los de mi vida y eso me hizo acercarme a ella", explica Hayat. "Ella había perdido a su esposo en la guerra igual que yo había perdido al mío. Tal vez la tristeza haya sido lo que ha impulsado nuestra amistad pero también lo ha hecho nuestro deseo de cambiar, de hacer algo con nuestras vidas".

Maha se hace eco de los sentimientos de Hayat: "La educación es la luz. Conseguí un empleo gracias a las clases a las que había asistido; tener una educación puede cambiar realmente la vida".

Cerca de 140 personas asisten a diariamente a los cursos de formación profesional y a varias actividades recreativas en el centro. Los padres preocupados por sus hijos acuden en busca de asesoramiento; los adolescentes hacen amistades y hacen planes; los niños juegan.

Hay más de 25 centros similares en el Líbano. Algunos son anteriores a la crisis pero la mayoría se establecieron debido a la crisis, al objeto de promover el sentido comunitario tan necesario entre sitios y libaneses.

Por Dana Sleiman en Wadi Jamous, Líbano.

Gracias a la Voluntaria en Línea Luisa Merchán por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.