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Sin esperanzas y temiendo por sus familias, sirios cualificados se suman al éxodo de refugiados

Historias

Sin esperanzas y temiendo por sus familias, sirios cualificados se suman al éxodo de refugiados

UNHCR staff report seeing increasing numbers of highly educated Syrians leaving the country. [for translation]
28 Septiembre 2015 Disponible también en:
Refugiados sirios hacen fila para registrarse con las autoridades griegas en el centro de Kara Tepe, cerca de Mitilene, luego de comprar pasajes para embarcarse con destino a Atenas.

MITILENE, Grecia, 28 de septiembre de 2015(ACNUR) – Es la imagen perfecta de una isla griega donde vacacionar. Un hombre solitario disfruta de su café matutino en la terraza soleada de un hotel ubicado en la ladera de una colina, con vista al azul del Egeo. La costa de Turquía brilla a lo lejos. Un rebaño de cabras pasta en las cercanías y se oye el tintineo de las campanillas.

Pero este hombre no es un turista. Es un médico sirio de edad media originario de Damasco, quien condujo a su mujer y a sus tres hijos pequeños a realizar un viaje de pesadilla pero con un buen final.

"Fue muy difícil para nosotros", dijo el médico con una voz suave que se iba apagando a medida que sus ojos se llenaban de lágrimas. "Perdón", agregó conteniendo las lágrimas y levantando un par de codos golpeados y ensangrentados. "Me caí", dijo sin dar más explicaciones. No eran necesarias. Las lágrimas y las heridas visibles dan cuenta de cicatrices emocionales y físicas que pasan desapercibidas y se sobreentienden.

El médico y su familia se encuentran entre las 370.000 personas – más del 70% son refugiados sirios – que, en lo que va del año, realizaron la peligrosa tarea de cruzar el mar desde Turquía hasta las islas griegas a bordo de embarcaciones de traficantes de personas. Para muchos, el viaje es el último peligro mortal que deben enfrentar antes de encontrar seguridad en Europa. Alrededor de 100 personas murieron o desaparecieron este año en aguas griegas durante estos viajes; muchos de ellos eran niños.

Al igual que el médico y su familia, la mayoría de los refugiados y migrantes arriban a la costa norte de Lesbos entre los pueblos de Molivos y Skala Skamnias, donde el canal que separa Grecia y Turquía es más estrecho. Una vez en tierra, muchos de los refugiados exhaustos pero aliviados subieron a bordo de autobuses para viajar 70 km hacia la capital de la isla, Mitilene. Allí, las autoridades apostadas en las instalaciones provistas por ACNUR los identificaron y registraron antes de que continuaran su viaje hacia la Grecia continental y otras zonas más alejadas. Las familias e individuos vulnerables son identificados por ACNUR y sus socios, y reciben asistencia especial.

Mientras esperaban para viajar desde Mitilene hasta Atenas, el médico, su esposa y sus tres hijos – dos niñas y un niño de 8, 10 y 12 años – hallaron un hotel donde se juntaron con otras pocas familias sirias que contaban con dinero para pagar por una habitación. Muchos refugiados no pueden costear estos lujos. Pero el personal de ACNUR declaró que nota un creciente número de sirios acomodados y con alto nivel de educación que están abandonando el país. Algunos pueden llevar su dinero con ellos. Otros no.

En lo que solía ser un parque para niños cerca del aeropuerto de Mitilene, que ahora funciona como un albergue para refugiados gestionado por voluntarios, se encuentran familias e individuos vulnerables, como Hamad, su esposa y sus dos niños pequeños, que llevan dos meses viviendo en una pequeña cabaña de madera a la espera de la respuesta a su solicitud de asilo en Grecia. Hamad, de 42 años, es un ingeniero eléctrico especializado en tecnología de telefonía celular. Posee tres tiendas de productos electrónicos en Damasco y en los alrededores, y también es propietario de tres viviendas, una de las cuales se encuentra en el campo. Era una buena vida. Ahora son casi indigentes.

"Todo nuestro dinero está en una cuenta en la sucursal de Damasco de un banco internacional con sede central en el Golfo y que tiene sucursales en todo el Medio Oriente", declaró Hamad sentado frente a la cabaña pequeña y ordenada que decoraron con banderas, plantas y una huerta. "Cuando nos fuimos de Siria, pensé que íbamos a poder retirar nuestro dinero desde cualquier sucursal del banco, ya que es internacional. Pero cuando intenté hacerlo, me dijeron que la única forma de contar con mi dinero es volver a Siria. Tengo tres tarjetas de crédito y no puedo usar ninguna".

"No sé qué pasaría si volviera a Damasco", agregó cruzando las muñecas como su estuviera esposado. Por el momento, depende de la bondad de otros. Pero jura que buscará trabajo, cualquier trabajo, una vez que Grecia le de asilo.

El médico afirmó estar recibiendo ayuda financiera de familiares que ya se encuentran fuera de Siria. La estancia en el hotel, con los balcones cubiertos con la ropa tendida de refugiados recién llegados, otorgaba a la familia un tiempo para relajarse luego de su horrible travesía desde Siria.

Al igual que en el caso de Hamad y su familia, al médico y a su esposa les llevó más de cuatro años poder tomar la decisión de abandonar Siria en busca de seguridad en otro sitio. Es una evaluación de riesgos por la que pasan millones de refugiados. Cabe preguntarse si los peligros de permanecer en el hogar exceden en la actualidad los riesgos de huir a través de una zona en conflicto y recurrir a traficantes sin escrúpulos para cruzar fronteras internacionales en busca de seguridad.

Para el médico, la respuesta fue muy clara cuando su hija más chica casi muere a causa de un misil que cayó mientras ella viajaba en autobús cerca de su casa en Damasco.

"Si el autobús hubiera llegado un minuto más tarde, hubiera perdido a mi hija", afirmó.

"Alguna vez tuvimos una buena vida en Siria, pero ahora se ha terminado", dijo el médico, cuyo padre y hermanos comparten su profesión. En la actualidad, muchos de sus familiares y amigos también huyeron. "Hay demasiada matanza y muerte ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Esperar hasta que mataran a uno de mis hijos? Sería muy tarde entonces. Teníamos que irnos".

El médico evaluó cuidadosamente las opciones para huir, pero eran limitadas. Al ser palestino-sirio, intentó ingresar y permanecer legalmente en países vecinos, pero no pudo hacerlo. Decidió que la familia huiría por Siria hacia Turquía y luego hacia Europa, recurriendo a traficantes cuando fuera necesario.

"No me gusta lidiar con delincuentes, pero era la única alternativa", afirmó y describió a los traficantes como "personas muy malas".

La familia viajó hacia el norte desde Damasco a través de Homs y Hama hacia Turquía, y en una parte pagaron USD 500 a unos soldados para que les permitieran cruzar la frontera interna.

Una vez en Turquía, los traficantes le presentaron a la familia tres opciones.

"Dijeron que podíamos cruzar por mar, tierra o aire, con pasaportes falsificados", afirmó. "No soy un delincuente y no quiero serlo. Decidimos viajar a Grecia por mar".

Si bien terminó la peor parte de nuestro viaje, la familia aún debe recorrer un largo camino para rearmar sus vidas en un nuevo país, que posiblemente sea Noruega.

"Nunca tuve la intención de abandonar Siria", dijo el médico. "Pero las cosas fueron de mal en peor, hasta que no nos quedó otra opción". Ahora debemos empezar de nuevo.

Por Ron Redmond, Mitilene, Grecia.

Gracias a la Voluntaria en Línea Gabriela Acha por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.