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Maha Mamo, una apátrida refugiada en Brasil, habla sobre los desafíos de una vida sin nacionalidad

Historias

Maha Mamo, una apátrida refugiada en Brasil, habla sobre los desafíos de una vida sin nacionalidad

Cuando nació, Maha fue declarada apátrida por las leyes de nacionalidad tanto de Siria como de Líbano.
14 Diciembre 2016
Maha Mamo, apátrida refugiada, posa en la sede de Google en Sao Paulo, Brasil.

SAO PAULO, Brasil, 14 de diciembre de 2016 (ACNUR) – De niña, Maha Mamo no podía asistir a los paseos escolares fuera del Líbano. Cuando los otros niños partían en los autobuses rumbo a Siria o a Jordania, ella quedaba atrás. Y a pesar de ser una de las mejores en baloncesto, nunca pudo representar a su país en competencias. ¿Por qué? Porque ella no tenía una nacionalidad. Maha es una persona apátrida. Esta situación se dio a raíz de un conjunto de leyes y prácticas restrictivas en dos de los países con los cuales tiene vínculos: Siria y Líbano.

Los padres de Maha son nacionales sirios de diferentes religiones: su padre es cristiano y su madre musulmana. Debido a que estos matrimonios interreligiosos no son reconocidos en Siria, los padres de Maha se mudaron a Líbano, donde nacieron Maha y sus hermanos.

Ya que el padre de Maha es sirio, según la legislación sobre nacionalidad de Siria, ella habría debido ser reconocida como ciudadana siria. Sin embargo, por el hecho de que sus padres eran de religiones diferentes, no fue posible registrar ni el matrimonio, ni su nacimiento, lo que le impidió ser reconocida como ciudadana siria y obtener los documentos necesarios a demostrarlo.

Tampoco Maha fue reconocida como libanesa, porque la legislación nacional no permite adquirir la nacionalidad por el nacimiento en el país y sus padres no son libaneses. Las naturalizaciones en Líbano son extremadamente raras.

Maha y su hermana viven cerca de Sao Paulo en Brasil. A ambas se les ha reconocido la condición de refugiado, pero todavía no tienen nacionalidad.

Para los niños y niñas apátridas, como Maha, el camino hacia la edad adulta viene plagado de problemas y frustraciones. Servicios que normalmente se dan por sentados, como la educación y la salud, solamente son posibles gracias a la buena voluntad de las personas. "Tuve que recibir una exención especial para pasar mi certificación de educación secundaria", dijo Maha, cuyos padres tuvieron que rogarle al director de su colegio para que les permitieran a ella y a sus dos hermanos poder acceder a la educación.

Después de graduarse, únicamente una de las muchas universidades a las que aplicó, la aceptó. Pero no para estudiar medicina, lo que era su sueño. "Ser apátrida duele mucho más cuando sabes que eres capaz de hacer mucho", dijo Maha. "No puedes saber cuál es tu potencial, si no te dan el derecho a existir".

Maha nos muestra los documentos que utiliza para poder residir y trabajar legalmente en Brasil. A Maha se le ha reconocido la condición de refugiado pero ella todavía no tiene una nacionalidad.

Cuando estaba en sus veinte años, cansada de escribirles cartas a diferentes ministros pidiéndoles una nacionalidad y cambiando de trabajo constantemente por miedo a ser atrapada sin los papeles necesarios, Maha empezó a pensar que su solución estaba en el exterior. Ella investigó sobre el reasentamiento por medio del ACNUR o conseguir permiso para viajar al extranjero, pero sus esfuerzos no dieron fruto. El oficial de procesamiento de visas de Canadá le dio una de sus respuestas favoritas: "Maha, nos encantaría tenerte aquí en Canadá, pero ¿Dónde pondríamos el sello de tu visa?". Fue solo después de que su hermana enviara cartas a todas las embajadas en Líbano, que obtuvieron una respuesta positiva de Brasil. El 19 de septiembre de 2014, por primera vez en su vida, Maha tenía los medios legales para salir del Líbano.

En Brasil, Maha pudo obtener una visa por seis meses gracias a su ascendencia siria, ya que le daba la posibilidad de solicitar asilo. En mayo de 2016, con la ayuda de ACNUR Brasil, a Maha y a su familia se les reconoció la condición de refugiado en Brasil, dándoles derechos similares a los de los residentes brasileños, pero sin otorgarles aún una nacionalidad. Fue la primera vez que Maha pudo sostener una tarjeta de identificación que le concedía ciertos derechos. "Cuando la tuve en mis manos, lloraba y gritaba, y después le pregunté a mi hermana si estaba segura de que el documento era real", dijo ella. "¡No podía creerlo!".

Un mes más tarde, Eddy, el hermano de Maha, fue asesinado en un violento asalto en Brasil. "Recuerdo que la primera pregunta que hizo mi hermano cuando le dieron la condición de refugiado, era si eso le permitía regresar a nuestro natal Líbano", dijo ella. Para honrar sus deseos, Maha llevó el cuerpo de su hermano de vuelta al Líbano para enterrarlo allí, en el lugar que Eddy llamaba su patria. "Lo más triste es que Eddy nunca pudo saber lo que se sentía viajar legalmente a su hogar".

La muerte de Eddy le ha dado a Maha, quien ahora es una prominente portavoz de las personas apátridas en Brasil y en todo el mundo, aún más determinación para adquirir una nacionalidad, así como para ayudarles a otros en su misma situación a que hagan lo mismo. Maha es ahora una panelista regular en los talleres de ACNUR, y es parte del esfuerzo internacional, liderado por el ACNUR con la campaña #IBelong, para cambiar las leyes y las prácticas sobre nacionalidad. Esta campaña recientemente celebró su segundo aniversario, y el próximo año, el objetivo de la campaña será brindar derechos igualitarios entre todas las personas, lo que incluye eliminar la discriminación de género de las leyes de nacionalidad, algo que, por obvias razones, apasiona a Maha.

Maha dirige un taller en la sede de Google en Sao Paulo. A través del ACNUR, asiste a numerosos talleres y seminarios en Brasil y en todo el mundo para hablar de su experiencia como apátrida.

"Quiero que todos conozcan el infierno por el que he pasado, y sé que algún día el Presidente de Brasil escuchará mi historia y me dará la nacionalidad de Brasil", dijo Maha empáticamente. En Brasil, la naturalización por medio de la residencia puede tomar hasta 15 años, pero Maha espera que se le otorgue antes. Ella agregó, "Cuando reciba mi nacionalidad, ¡Voy a gritar, voy a llorar! ¡Actualizaré mi estado en Facebook! ¡Viajaré a Disney World, a Paris, a Italia. A todo el mundo!, dijo con mucho entusiasmo. "Voy a gritar con toda la fuerza: ¡Finalmente EXISTO!".

Si quieres saber más sobre cómo puedes hacer una diferencia en la vida de personas como Maha, únete a nuestra campaña #IBelong para acabar con la apatridia en 10 años.