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Proyecto de granja empodera a refugiados y locales en el Chad

Historias

Proyecto de granja empodera a refugiados y locales en el Chad

Plantar, deshierbar y cosechar juntos ayuda a integrar a refugiados sudaneses en pueblos locales, y potencia la independencia de las mujeres.
16 Agosto 2016 Disponible también en:
Achta Abdallah Biney sostiene nabos que cultiv[o en su propia parcela en Chad.

KOUTOUFOU, Chad, 16 de agosto de 2016 (ACNUR) – En un amplio y verde campo plantado con vegetales en el este de Chad, Achta Abdallah Biney arranca la hierba de su parcela y cultiva sus mejores nabos para el mercado del día siguiente.

Ella huyó de su hogar en Sudán, y hoy es una de los casi 500 refugiados y locales que cultivan juntos la tierra como parte de un proyecto para mejorar la integración de refugiados de largo plazo en las comunidades de acogida, y que les da a las mujeres más independencia financiera.

Llamado "Semillas para Soluciones", el programa fue desarrollado por el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y por la Federación Luterana Mundial (FLM). Esta les ayuda a encontrar tierras para la siembra y les brinda herramientas, semillas y consejerías, para que los granjeros puedan crecer sus propios cultivos para vender en el mercado y comer en sus hogares.

Biney, quien tiene 37 años y cinco hijos, huyó al vecino país de Chad desde su pueblo en Darfur, al oeste de Sudán, mientras la lucha se cerró en 2003. Primero, ella vivía en un campamento de refugiados cerca de Goz Beida, en Chad.

"Con estos vegetales, yo estoy a cargo y decido qué hacer con mis ingresos".

Pero a medida que la crisis en Sudán continuaba, ella se unió a muchas familias de refugiados sudaneses que dejaron los campamentos y se asentaron con los chadianos, en una movida respaldada por el ACNUR, como parte de la estrategia "fuera del campamento", para refugiados de largo plazo.

Con sus hijos y su madre ya mayor, Biney se mudó al pueblo Koutoufou en 2011, para que ella pudiera "cultivar y proveer para su familia", dijo. Le dieron una parcela de 25 hectáreas, y las herramientas y semillas para que pudiera iniciar.

Hoy, ella está bien establecida como una de los 462 granjeros, en su mayoría mujeres, de los cuales 243 son refugiados de Sudán, que son parte del programa "Semillas para Soluciones" en Koutoufou.

Muchas de las mujeres son iletradas, y tradicionalmente tendrían poco control sobre los gastos de sus hogares. Pero ahora eso está cambiando.

"Con estos vegetales, yo estoy a cargo y decido qué hacer con mis ingresos", dijo Biney, frente a su parcela, con un nabo en su mano con tierra.

Un grupo de mujeres refugiadas de Sudan y personas de la comunidad de acogida deshierban la plantación.

Otra mujer que cultiva en una parcela cerca de Biney estaba arrancando hierba de sus sembradíos. Mientras trabajaba, decía: "Cuando le dan dinero a los esposos, ellos lo usan para fumar, tomar o conseguir otra esposa. (Semillas para Soluciones) me da los medios para ser independiente y me permite cuidar a mi familia".

Desde su lanzamiento a finales de 2014, el esquema de independencia ha ayudado a más de 5000 refugiados y 3000 chadianos sólo en la región de Goz Beida, donde se han adquirido más de 10.000 hectáreas para cultivar.

El agua se extrae de pozos y se distribuye usando energía solar. Expertos de la FLM visitan las granjas regularmente para brindar asesoramiento técnico.

En Koutoufou, la cosecha de inicios del 2016 generó cerca de $3.500 dólares de las ventas del 70% de los 13.700 kilogramos de vegetales producidos. Los granjeros se llevan el resto para sus hogares y lo añaden a sus comidas diarias, complementando sus ayudas alimenticias con nutritivos vegetales, al mismo tiempo que mejoran la salud de sus familias.

El proyecto Semillas para Soluciones a las situaciones de larga duración de los refugiados que prevalecen en el este de Chad, dice Peggy Pentshi-a-Maneng, directora de la sub-oficina del ACNUR en Goz Beida, hogar de cerca de 62.000 de los casi 312.000 refugiados de Sudán en el país.

"El éxito ha atraído a más hombres que inicialmente declinaron de formar parte el proyecto, diciendo que era un trabajo para mujeres"

El involucrar a los locales en el proyecto de cultivo "fortalece la coexistencia pacífica entre las dos comunidades". Dijo Pent-a-Maneng, haciendo que esta sea "una de las mejores soluciones para estos refugiados que no tienen señal de un retorno seguro y digno a Darfur".

El programa ha probado ser tan exitoso, que hombres que inicialmente rechazaron la idea de cultivar vegetales, ahora van con sus esposas e hijas a los campos.

"El éxito ha atraído a más hombres que inicialmente declinaron de formar parte el proyecto, diciendo que era un trabajo para mujeres", dijo Urbain Maihoudjim, supervisor agrícola de FLM, mientras revisaba el estado de los nabos de Biney.

Ella se preparaba para llevarlos al mercado al día siguiente, y ella sabía lo importante que sería el dinero que gane de la venta de los vegetales.

"Quiero que mis hijos vayan a la universidad, o que por lo menos aprendan una profesión y consigan un empleo para poder mantenerse. Con el poco dinero que gano con la venta de mis cultivos, puedo hacerme cargo de ellos mientras ellos se enfocan en sus estudios".