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Lazos comunitarios ayudan a los Rohingya a sobrellevar penurias en Bangladesh

Historias

Lazos comunitarios ayudan a los Rohingya a sobrellevar penurias en Bangladesh

Una nueva evaluación de ACNUR muestra que los refugiados tienen múltiples preocupaciones sobre la seguridad del campamento, la comida y los niños. Pero también obtienen fortaleza de los vínculos comunitarios.
19 Diciembre 2017 Disponible también en:
Sahar, refugiada Rohingya de 18 años, a la puerta de su alojamiento en el campamento de refugiados de Kutupalong, en Bangladesh, donde vive sola. Su madre, su padre y su hermano fueron quemados vivos en Myanmar.

COX'S BAZAR, Bangladesh – La violencia que obligó a más de 640.000 Rohingya a huir de sus hogares en Myanmar dejó a Sahar, de 18 años, sin familia. Su madre, su padre y su hermano fueron quemados vivos antes de que ella escapara de la carnicería, con poco más que su propia vida.

Ahora, Sahar vive sola en el repleto asentamiento de refugiados de Kutupalong. Ella es una de los muchos refugiados que han quedado expuestos por unos acontecimientos sobre los que no pueden ejercer absolutamente ninguna influencia. Intenta pasar sus días entre las sombras, donde se preocupa por su futuro y por si algún día se casará.

Para entender mejor las preocupaciones de los refugiados como Sahar, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, acaba de completar una encuesta a más de 500 residentes de los campamentos y asentamientos de Kutupalong, Nayapara y Kerontoli/Chakmarkul.

La encuesta mostró que las condiciones de vida, entre estrecheces y miserias, presentan numerosas preocupaciones para los refugiados. Pero, a pesar de las privaciones, generalmente se sienten seguros en su entorno actual, comparado con la situación de la que huyeron y a menudo recurren a las personas de su entorno para encontrar apoyo.

De hecho, Sahar personifica ambos aspectos de la vida en los campamentos. Pasa las noches sola en su albergue de bambú y lona, temerosa de aventurarse en la oscuridad. Pero durante el día, confía en la compañía de su vecina más cercana, una viuda con dos hijos. Ambas comparten las tareas domésticas como ir a buscar agua y leña, o traer comida.

"Me preocupo mucho, pero siento que hay ayuda si la necesito."

En algunos aspectos, Sahar es afortunada. Tiene una vía de escape. También tiene una tarjeta de alimentos del Programa Mundial de Alimentos. Y el jefe de la comunidad local, o mazhis, está muy pendiente del tema. "Me preocupo mucho, pero siento que hay ayuda si la necesito", dice dibujando casi una sonrisa.

La evaluación cubrió ambos sexos, e incluyó a líderes comunitarios, mujeres solas, adultos mayores y personas con discapacidades. Se llevó a cabo el mes pasado con la colaboración de socios y fue diseñada para identificar los casos más vulnerables, orientar los programas de ACNUR, y priorizar futuras intervenciones.

Los resultados ponen de manifiesto preocupaciones como la seguridad durante la noche, la fragilidad de los alojamientos y la falta de iluminación, el miedo a padecer robos y a que los niños sean secuestrados; la falta de interacción con las comunidades anfitrionas que, sin embargo, son consideradas solidarias y una confianza en los líderes comunitarios para obtener información.

Además, el acceso a la higiene es limitado, lo que comporta colas y sobrellenado de las letrinas, y ansiedad entre algunas mujeres respecto a la existencia de espacios suficientes para la higiene privada.

Marzia, viuda con tres hijos, debe caminar varios centenares de metros alrededor de una ciénaga fétida para acceder a una instalación de higiene solo para mujeres. Esto significa que solo se asea una vez por semana, dos como máximo y solo hay una letrina exclusiva para mujeres en su área más cercana. "Tu privacidad está restringida", dice. "Por la noche, no tenemos suficiente luz".

Entre los aspectos más difíciles de la vida nombran las largas colas en los puntos de distribución para conseguir las necesidades básicas. "Cocinamos antes de que se ponga el sol", dice Marzia, "pero no tenemos utensilios suficientes, o especias, pescado, carne y verduras para los niños". Son precisamente los niños los que, mientras tanto, llevan a cabo tareas como la búsqueda y transporte de agua desde puntos lejanos, y el de leña desde los bosques, según ACNUR ha averiguado. Los padres y los niños ansían el acceso a la educación y a espacios lúdicos.

"Por la noche, no tenemos suficiente luz . . . cocinamos antes de que se ponga el sol."

Otra preocupación es la limitada información sobre los servicios de salud. Muchos de los refugiados con enfermedades crónicas no habían tomado sus medicinas porque los servicios de salud estaban lejos. Se dan sentimientos continuados de depresión y rechazo, sobre todo entre los adultos mayores y los discapacitados; los jóvenes están angustiados, inseguros sobre el futuro.

A pesar de todas estas preocupaciones y privaciones, el hecho de haber sido obligados a huir en masa parece haber reforzado la cohesión social. Los miembros de la comunidad, sobre todo las mujeres y los jóvenes, dicen que compartirían la comida y se ayudarían mutuamente en las tareas diarias, incluidas acompañar a los enfermos a la clínica y cocinar.

ACNUR está actuando conforme a los resultados de esta encuesta y planea establecer mejores puntos de información y reforzar el personal de respuesta y los partenariados; fortalecer la comunicación bilateral sobre servicios; crear centros comunitarios, desde los que se puede facilitar apoyo psicológico; añadir instalaciones para problemas de salud crónicos y de salud mental; y sensibilizar a la gente sobre la violencia sexual y de género y la protección a la niñez.

ACNUR ya está revisando su sistema de distribución para reducir las colas y ofrecer la entrega inmediata a las personas con discapacidades, mientras facilita alternativas a la leña para afrontar el trabajo infantil y los problemas medioambientales y añade instalaciones de aseo y letrinas para uso exclusivo de las mujeres.

Otros planes incluyen facilitar equipamiento mejorado para los alojamientos, con cierres; añadir iluminación comunitaria; cultivar plantas y reforzar muros de contención para prevenir corrimientos de tierra; y ofrecer actividades para la construcción del conocimiento.

Su apoyo se necesita con urgencia para ayudar a los niños, mujeres y hombres refugiados en Bangladesh. Por favor, done ahora.

Por Matthew Saltmarsh

Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona Reyes por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.