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La región de Sahel necesita mayor seguridad para alivianar el crecimiento de los flujos de refugiados, dice Grandi

Historias

La región de Sahel necesita mayor seguridad para alivianar el crecimiento de los flujos de refugiados, dice Grandi

Níger, uno de los países más pobres del mundo, acoge a cientos de miles de personas, mientras que los países europeos dudan aceptar a unos cuantos.
26 Junio 2018 Disponible también en:
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, se encuentra con un grupo de niños de Darfur, Sudán, durante una visita a Agadez, Níger.

BAMAKO, Mali – Para muchos refugiados y migrantes, Europa inicia en el desierto de Níger y Mali.

Desde esos países, las rutas serpentean hacia el norte, a través de Libia, o algunas veces con un brusco giro hacia la izquierda a través de Argelia y de regreso a Libia. Así es como los traficantes intentan evitar la creciente vigilancia en la frontera entre Níger y Libia, que busca frenar el flujo.

Los expertos lo llaman “migración mixta”. La mezcla de personas que se dirigen hacia el norte está compuesta por refugiados que huyen del conflicto y la violencia en sus países (Mali, Burkina Faso, Eritrea y Sudán del Sur, entre ellos) y de migrantes que abandonan economías muertas y perspectivas terribles en busca de una vida mejor.

Pero el costo de la esperanza a menudo es cruelmente alto.

Libia es un país convulso, y los traficantes que traen gente al país a menudo se convierten en sus carceleros.

“Nos golpeaban por cualquier cosa. Cuando nos golpeaban, dolía por muchas noches”.

Tesfaledt tiene solo 17 años, es un refugiado de Eritrea que pasó gran parte de su vida en Sudán. Con solo 16 años, se fue al norte y entró en una pesadilla. Fue encarcelado por traficantes en una granja donde estuvo con más de 1.000 personas.

“En ese lugar no había respeto por la vida humana. Había mucha muerte alrededor”.

Tesfaledt, refugiado de Eritrea, fue encarcelado por traficantes en una granja de Libia, donde se encontraba con más de 1.000 personas. Ahora ha encontrado seguridad en Níger, pero su identidad no puede revelarse por razones de protección.

También hubo extorsión. Le dijeron que pagara un rescate o que lo matarían. Los miembros de la familia extendida enviaron el dinero. Fue llevado a la costa para llevar a cabo el peligroso viaje a través del Mediterráneo, pero las tropas del gobierno capturaron a los traficantes. Él y otros refugiados fueron llevados a un centro de detención y metidos en contenedores metálicos.

“No puedo describir lo feliz que estaba”.

Después de semanas allí, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, lo sacó de allí y lo llevó a Níger en febrero. Fue uno de los 14 vuelos de evacuación de este tipo organizados por ACNUR desde finales de 2017. Más de 1.400 personas han sido rescatadas de la miseria extrema.

“No puedo describir lo feliz que estaba”, dijo Tesfaledt. “Nunca creí que dejaría Libia. No podía ni creer que iba en el avión”.

Con motivo del Día Mundial del Refugiado el 20 de junio, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, se unió a uno de los vuelos como parte de una visita a Libia, Níger y Mali.

“La cifra de refugiados y desplazados va en aumento”, dijo Grandi en Trípoli. “Pero la respuesta a esta crisis no debería ser cerrar las fronteras, sino trabajar juntos para encontrar soluciones”.

Filippo Grandi habla con las familias en el asentamiento Triq Al Matar en Trípoli. Las familias en el asentamiento han sido desplazadas internamente desde la revolución libia de 2011.

Cuando el avión que transportaba a Grandi y 122 refugiados aterrizó en Níger, muchos se sintieron agradecidos.

“Somos libres ahora. Que Dios te bendiga”, dijo el refugiado sudanés Gatkouth Yoal a Grandi. El huyó de su país cuando su hija de dos años murió debido a la violencia étnica y llegó a Libia, donde fue encarcelado y torturado por traficantes.

Los refugiados como él buscan seguridad, pero a menudo sufren traumas. Los psicólogos estiman que hasta el 40 por ciento sufre de síndrome de estrés postraumático después de su llegada.

Los refugiados de Libia se encuentran entre casi 328.000 personas para quienes Níger se ha convertido en un santuario. A pesar de su pobreza extrema, ha abierto sus puertas y ha dado protección a quienes huyen de conflictos en otros países, así como a los desplazados internos por conflictos a lo largo de su frontera con Mali.

El avión a Agadez, Níger, vuela cerca de una base de drones militares desde donde las fuerzas occidentales intentan rastrear a los rebeldes islamistas.

En Mali, al lado, la ciudad del desierto de Gao es patrullada por una gran fuerza internacional de mantenimiento de la paz.

“Si tienes un objetivo en la vida, lo logras”.

El primero de ellos llegó después de un recrudecimiento de la violencia precipitado por los rebeldes islamistas en 2011 y 2012 que provocó que decenas de miles de malienses huyeran a Níger y Burkina Faso.

A pesar de la presencia internacional, partes de Gao aún no están bajo el control del Gobierno, según funcionarios de la ONU. Los refugiados de Mali que han regresado - más de 60.000 de ellos desde Níger - todavía temen aventurarse lejos del centro de la ciudad.

“Los pequeños huertos en los campos, eso está perdido”, dijo Hadja, un maliense que huyó a Níger en 2012 y regresó hace unos meses. “Nadie puede salir al campo en estos días. Ahora estoy ciego. Regresamos sin nada y todavía no tenemos nada”.

La ayuda para estos retornados fue uno de los puntos principales que hizo Grandi, pero está vinculada a otro tema.

“Ayudaremos con las instalaciones para los refugiados malienses, pero eso también depende del gobierno para mejorar la seguridad”.

Para agravar el problema para ACNUR y otras agencias internacionales, Argelia ha estado deportando a miles de africanos a Níger y a Mali, muchos de los cuales han estado trabajando en silencio en el país durante años.

Es una situación que los países europeos parecen apenas conocer. Níger, uno de los países más pobres del mundo, acoge a cientos de miles, mientras que los países de Europa dudan aceptar a unos cuantos.

Tesfaledt, de 17 años, espera convertirse pronto en uno de esos cuantos. A pesar de los golpes y las torturas que sufrió, responde de inmediato: “¿Lo volvería a hacer después de lo que pasé? Lo haría. Si tienes un objetivo en la vida, lo logras. Yo ya casi lo logro”.